A finales de año, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) publicó el documento de Indicadores Nacionales de la Mejora Continua de la Educación en México 2021, el cual tiene como antecedente el Panorama Educativo de México del extinto Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). El primer Panorama se publicó en 2004 y desde entonces, ha ido modificándose con el propósito de ser una fuente confiable de información. Desde sus inicios, se elaboró por personas altamente calificadas, siguiendo una noción de calidad, y buscando que fuera un referente “objetivo” para discutir si las políticas y los programas educativos tenían algún efecto.

El reciente y extenso documento de la Mejoredu se compone de nueve apartados (contexto; dimensión del sistema educativo; estudiantes; directivos y docentes; formación inicial; escuelas; supervisores; y resultados) y este año presenta un rasgo particular: aparte de presentar los indicadores clásicos, hace una comparación entre éstos de 2010 a 2020. También “aporta información relacionada con los efectos de la pandemia por Covid-19”, algo muy valioso dada la discrepancia de cifras entre la Secretaría de Educación Pública y órganos autónomos como el Inegi.

La comparación de 2010 a 2020 muestra algunos avances interesantes. En este periodo, disminuyó en 11 puntos porcentuales la población de 15 años y más que no habían concluido la educación básica. También se redujo el “porcentaje de alumnos en condición de extraedad grave”. Esto es muy importante. De acuerdo con la investigación educativa, si una niña, niño o joven no entra a la escuela en la edad que le corresponde, su trayectoria se complica.

Esto quizás explique otro avance mencionado por la Mejoredu: la proporción de niñas, niños y jóvenes que egresaron oportunamente ha aumentado en una década. ¿Ven que también en el periodo “neoliberal”, la sociedad y los gobiernos trabajaron para no dejar a nadie “afuera ni atrás”? Es entonces una mentira afirmar que antes de este gobierno, el sistema de educación pública había sido “devastado” (AMLO).

Devastar significa destruir y una manera de arruinar un sistema educativo es desaparecer instituciones de modo arbitrario, imponerle “austeridad” y dejar de considerar a la educación como una prioridad y, por tanto, restringirle presupuesto. La 4T ha hecho precisamente eso. De 2019 a 2021, disminuyó el gasto público en educación básica, educación de adultos, superior, y Ciencia y Tecnología en 0.6, 4, 1.4 y 0.3%, respectivamente. Esto fue distinto de 2013 a 2018 cuando ni la educación básica, la superior o la ciencia vieron reducidos sus recursos como ahora.

¿Qué otros retrocesos hubo? En junio, Delfina Gómez, titular de la SEP, señaló que “la deserción escolar durante la pandemia oscila entre el 2.5, en todos los niveles de enseñanza” (Boletín 116). Mejoredu avaló este dato oficial, aunque también calculó la “desafiliación” entre ciclos escolares. Para preescolar, por ejemplo, el número de inscritos a principios del ciclo escolar 2020-2021 registró una “drástica disminución” de 8.6%.

Es urgente y necesario que Mejoredu estime con mayor precisión el impacto de la pandemia en el sistema educativo de México, como la medición de aprendizajes, y ofrezca la información de manera abierta y amplia. Son los datos válidos —no las mentiras “mañaneras”— los que nos podrán encaminar hacia la recuperación educativa real. 
Investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro (FCPyS)

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