En la historia del arte han existido obras, performances y objetos artísticos que han revolucionado la manera de hacer el mismo y su historia. Un ejemplo es el  urinario de Marcel Duchamp o mejor conocido como La fuente, el cual, te conté, revolucionó la manera de cómo se entendía el concepto del arte, otro de los objetos representativos fue la Caja de Brillo de Andy Warhol —artista emblemático de la escena artística de los años 60 en Nueva York, espacio que fue importante para el desarrollo del arte moderno—.

Pero, ¿por qué una caja impactó más que un urinario? Para poder responder, primero me gustaría contarte acerca de la obra, ésta es literalmente como su nombre lo dice una caja de esponjas de acero con jabón de la marca Brillo, la cual se dedica a la venta de productos de limpieza del hogar y tuvo una gran presencia en el mercado durante los 60 en Estados Unidos. El artista replicó el diseño exacto de la caja de este producto de limpieza elaborada por el diseñador Andy Harvey, encargado del empaque original de la marca. Sin embargo las cajas producidas por Andy Warhol estaban hechas de madera, despojándolas de su condición original, el cartón.

El gesto de Marcel Duchamp abrió el camino para el movimiento conceptual donde la idea predominaba sobre la condición física de la pieza, pero Andy Warhol fue más allá, él buscaba desafiar esa delgada línea entre un objeto cotidiano y un objeto artístico. Al despojar las cajas de su función original y convertirlas en obras, el artista rompía con características específicas  que diferenciaban al arte con algo común, específicamente con ese carácter único de originalidad que las piezas artísticas contienen, esto lo logró a través del sistema expositivo. Mientras Duchamp convirtió el urinario en obra artística a través de firmarlo y colocarlo en un pedestal, Warhol colocó las cajas en el piso sin firmarlas, para así poder despojarlas aún más de aquel privilegio y cualidad única del arte.

*Lic. en historia del arte y curaduría

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