Hace unos días se realizó la 23ª Asamblea Nacional del PRI, escuchamos discursos de sus dirigencias muy alejados de la realidad.

Alguno, incluso, dejó ver la posibilidad de ser candidato presidencial en 2024 y otro, habla de “neoliberalismo”, la palabra ligada con el ejecutivo federal, que la utiliza cotidianamente para decirle a la sociedad que todos los “males y la corrupción fueron resultado de su abuso y riquezas mal habidas”.

Ante esto, ¿en dónde está el PRI como partido político de oposición? En su momento se manejó como el instituto político que “promovía la participación del pueblo en la vida democrática”. Sin embargo, en la elección del 2018 fue minimizado lo que contribuyó a la destrucción del régimen de partidos, tema crucial de nuestra vida democrática. No hay asunto tan relevante para la política mexicana contemporánea como ese: perdimos los contrapesos, las reglas y los cauces. No hay una propuesta de partido que construya una nueva institucionalidad, que promueva participación.

En la última encuesta de Reforma, el 66% dijo que no estaría dispuesto a votar por ningún candidato del PRI, el 49% piensa que es el partido que más daño le ha hecho al país. En el estudio, realizado por Buendía&Márquez casi el 50% piensa mal del PRI.

Algunos militantes de ese partido opinan que perdió la oportunidad de refundarse, los resolutivos aprobados son más bien acuerdos con el carácter de declaraciones políticas de naturaleza discursiva y objetivos mediáticos para aparentar cambios que no existieron.

Ante este escenario, es la sociedad quien ha padecido las consecuencias de la deficiente e insensible gestión.

El PRI como todos los partidos políticos, tiene que refundarse, tiene que retomar esa voz de la sociedad y hacerla suya en acciones. El voto del contrapeso puede surgir de las experiencia que ha vivido la sociedad, de quienes confiaron en un proyecto de “esperanza de vida” han sido engañados en los hechos; y han visto perdida la calidad de vida de los suyos.

La Encuesta Nacional de Cultura Cívica, publicada por el Inegi en 2020, dio cuenta de que los partidos políticos no tienen las confianza de la sociedad: sólo el 2.5% de las personas de 15 años y más confían mucho. No obstante, la participación ciudadana en las elecciones de 2018 y 2021 no ha sido menor al 50 por ciento.

Para el pensador italiano Luigi Ferrajoli, la desconfianza en los partidos políticos se explica a partir de que éstos han perdido el arraigo social y tienen un descrédito en la opinión pública por la creciente personalización y verticalización de los sistemas políticos, por su tendencia al sometimiento a los poderes económicos y financieros, pero también por el desarrollo y el éxito electoral de movimientos populistas, antiparlamentarios y carentes de democracia interna.

Ya lo habíamos mencionado en otras entregas, el PRI no debe olvidar a los ciudadanos que votaron por ellos en la pasada elección para que actúe como un contrapeso real al poder ejecutivo.

“La política es demasiado seria para que sus acciones sean determinadas por el temperamento y la emoción, al margen de la cabeza”. (Jesús Reyes Heroles)

Con mis mejores deseos para usted y los suyos, felices fiestas. Nos leemos el año que entra

Ex presidente municipal de Querétaro y ex legislador
@Chucho_R

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