Rusia y Ucrania fueron miembros de la Unión Soviética hasta la independencia y disolución, en 1991. En este mismo año Ucrania recibe la invitación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para integrarse como miembro. Ésta es una organización internacional cuyo objetivo es garantizar la libertad y la seguridad de sus miembros a través de medios políticos y militares.

En 2013 el presidente ruso Vladimir Putin incita al presidente de Ucrania, Víctor Yanukóvich, a suspender el acuerdo con la OTAN. Aquí comienza el “euromaidán” que es el nombre que se dio a las manifestaciones que se realizaron cuando se declaró la suspensión de la firma del Acuerdo de Asociación con la Unión Europea. Como resultado, miles de personas salieron a las calles de Kiev para mostrar su desacuerdo con la decisión del gobierno, lo que provocó una confrontación entre los ciudadanos y el gobierno ucraniano, situación que derivó en un conflicto militar con Rusia en el este de Ucrania.

El presidente ruso aprovechó estos enfrentamientos para invadir la península de Crimea, en 2014, al sur de Ucrania, y organizó un referéndum para anexarla a Rusia. Crimea es un lugar estratégico porque ofrece una importante salida al Mar Negro.

En días pasados Putin envió tropas rusas para realizar funciones de “mantenimiento de paz” a las regiones separatistas del este de Ucrania, Donetsk y Lugansk, además firmó un decreto de reconocimiento de independencia de estas regiones. El decreto, sustentado en la “amistad y reconocimiento mutuo”, mantiene la posibilidad de una intervención mayor del Kremlin en la antigua República Soviética. El gesto supone el recrudecimiento del conflicto en torno a Ucrania y eleva la tensión con Occidente.

Tras anunciar que militarizará aún más la zona separatista del Donbás, Putin exigió en cambio la desmilitarización de Ucrania y que Kiev renuncie a una futura adhesión a la OTAN y a la península del Mar Negro. “La solución a largo plazo para Ucrania depende del reconocimiento de la voluntad de quienes viven en Sebastopol y Crimea”. El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, consideró roto el Tratado de Budapest de 1994 por las últimas acciones del Kremlin. Moscú y Kiev firmaron en aquel acuerdo que Ucrania renunciaba a tener desplegadas armas nucleares siempre que se respetase su soberanía y su integridad territorial.

Putin señaló al Ejecutivo ucranio por “reprimir a la oposición”, le acusó de ser un “régimen nazi” que está cometiendo crímenes humanitarios contra los ciudadanos rusoparlantes del Donbás y de iniciar una ofensiva militar para retomar el control de las zonas secesionistas, que Kiev perdió en 2014.

“En cuanto a los que capturaron y se aferran al poder en Kiev, exigimos que cesen de inmediato las acciones militares”, dijo Putin. “De lo contrario, la responsabilidad total por la posibilidad de que continúe el derramamiento de sangre recaerá total y completamente en la conciencia del régimen que gobierna el territorio de Ucrania”.

El gobierno de Ucrania respondió que sigue considerando las regiones de Donetsk y Lugansk parte de su territorio. Rápida y unánimemente, la Unión Europea, EU y el Reino Unido han respondido con sanciones, los países bálticos como Lituania, Estonia o Polonia han censurado la decisión rusa.

Putin ha manifestado que habrá una “dolorosa” respuesta a las sanciones impuestas por Estados Unidos y la Unión Europeo. Probablemente se refiere al corte de suministro de gas natural, lo que podría poner de inmediato en peligro el funcionamiento energético de Alemania y de otros países del centro de Europa más dependientes del gas ruso.

La inminencia de una intervención ha llevado a Ucrania a decretar el estado de excepción.

Expresidente municipal de Querétaro y exlegislador. @Chucho_RH

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