Los seres humanos inventamos la historia con la imperiosa necesidad de registrar el testimonio de los acontecimientos dignos de recordarse para bien y para mal, de tal suerte que pudiera forjarse una memoria colectiva sobre la evolución de la humanidad desde sus orígenes.

Muchas son las expresiones a través de las artes para ir plasmando un presente que por el inexorable paso del tiempo se convierte inevitablemente en un pasado y queda ahí, para que en la línea de la vida, las generaciones posteriores puedan enterarse de lo que sucedió antes que nacieran o que en vida tuvieran uso de razón.

Esencialmente las bellas artes han sido la manera de registrar antiguamente, la historia de la humanidad, pero también a través de otras profesiones y oficios como la investigación, el periodismo, la radio, la televisión y la fotografía establecieron nuevas formas en el siglo pasado y, hoy día, el internet, las redes sociales, la tecnología y más, han sacudido de forma impresionante lo que a diario sucede en este planeta que es observado inclusive desde tantos satélites en el espacio.

Suena impresionante conocer y comprender la velocidad y el alcance del registro y la evolución de la historia de la humanidad. Pero por otro lado, resulta incomprensible que junto con esa evolución, no logremos aprender de la misma y de las generaciones que nos antecedieron para escribirla. Así, una y otra vez cometemos los mismos errores que han costado innumerables vidas y han trastocado otras tantas. Como en esta imagen del ave —un zanco de cuello negro—, nos reflejamos en espejo de nuestra historia y nos afanamos también, de reflejar simbolizados en el viejo neumático, los daños que hemos hecho a nuestro entorno, como ocurre de nuevo con la guerra que nos tiene en zozobra, en el mundo y en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

@GerardoProal

Google News