Si una palabra pudiera definir al 2021, sería: incertidumbre, pues en diversas esferas de la vida de los mexicanos este año concluye con los mismos déficits en materia económica, de salud, seguridad pública y en materia político electoral. Es decir, los resultados no deseados producto de nuestras circunstancias como país, suman un año más, al cúmulo de anualidades que forman parte de la era del estancamiento. Lo peor, es que de momento no son visibles las posibilidades de ir más en picada, ya que de momento solo estamos estancados, pero incluso podríamos retroceder.

Lo anterior, viene a cuento porque con la resolución emitida por la sala superior del TEPJF, se cierra una temporada de la tragicomedia llamada revocación de mandato o conocida por sus promotores como “la consulta de ratificación para que AMLO continúe”. Y es que, al resolver la revocación del acuerdo que suspendía algunas de las actividades del proceso electivo, el pleno del Tribunal hizo pronunciamientos interesantes en sus consideraciones. El primero de ellos es que la autoridad electoral no tiene atribuciones para suspender el proceso; debe realizar todas las acciones a su alcance a efecto de garantizar el derecho humano protegido por la constitución; y lo más novedoso, se vincula a la SHCP para dar contestación a la solicitud que en su momento hará el INE referente a una ampliación presupuestal.

El resolutivo que pareciera dar un poco de luz sobre el oscuro camino de la incertidumbre, solo será un ingrediente más para el conflictivo 2022, pues bajo esta obligación del estado mexicano, la autoridad encargada de la recaudación y elaboración del presupuesto, deberá pedir visto bueno a su jefe para saber de qué forma fundamenta y motiva el incremento o el rechazo, donde con una decisión negativa el INE podría quedar habilitado para hacer lo que pueda con lo que tiene, y en esa cruz llevará su penitencia.

Si la revocación de mandato se lleva a cabo únicamente con los 1.5 mmdp de los que se tienen etiquetados para el ejercicio fiscal 2022, podemos anticipar que el ejercicio lejos de ser un medio efectivo para controlar al gobernante, será una vil tergiversación de la democracia y sentará un precedente gravísimo no solo para futuras consultas y revocaciones, sino para la realización de las elecciones mismas. Pues los derechos políticos estarán sujetos a la voluntad política y presupuestal; la próxima reforma política deberá incluir alternativas en la disminución de costos económicos para no tener déficits democráticos.

Twitter: carlosfcps / FB: Carlos Velázquez

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