Los afanes populistas de López Obrador terminaron ridiculizándolo a nivel internacional, luego del estrepitoso fracaso de la reunión de la CELAC, en nuestro país.

Creada en febrero de 2010, por iniciativa del gobierno de Felipe Calderón, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), permitió a México recuperar parte de su liderazgo continental, abandonado tras su integración económica al hoy TMEC.

La CELAC, integra a 37 países de Latinoamérica y el Caribe y a los organismos regionales en que estos participan, es un mecanismo de diálogo e intercambio de ideas para coordinar su posición en 17 temas de interés común (migración, drogas, desastres, educación, integración, entre otros), dentro del cual no están EEUU y Canadá.

Siguiendo su filosofía de que “la mejor política exterior es la política interior”, López Obrador dio muestra de su capacidad de polarizar cualquier ambiente donde él esté presente: habiendo convocado la Cumbre para discutir la situación de la pandemia; el acceso equitativo a las vacunas; el cambio climático; la creación de la Agencia Latinoamericana y Caribeña del Espacio (ALCE); y, la creación de un Fondo para desastres naturales en la región, usó la sesión para dirimir sus diferencias ideológicas con EEUU; y sus simpatías hacia el Foro de Sao Paulo.

Apoyado por Venezuela y Bolivia, propuso la desaparición de la OEA porque esta, como lacaya de EEUU, excluyó a Cuba, censuró al gobierno de Maduro y apoyó la salida de Evo Morales. La mayoría de los asistentes desechó la propuesta, por lo que la OEA, a pesar de AMLO y su grupo, seguirá existiendo.

También perdió el control de la Cumbre por la confrontación originada por la denuncia que hicieron los presidentes de Paraguay y Uruguay de las dictaduras en Cuba, Venezuela y Nicaragua, a cuyos gobiernos no avalan. Díaz Canel y Maduro, aunque lo intentaron no pudieron ocultar la pobreza y represión que sufren sus pueblos. Como muestra de inconformidad, el presidente de Paraguay abandonó la reunión.

Acostumbrado a los símbolos, AMLO fue muy claro en su postura: en el desfile del 16 de septiembre, pidió a EU el fin del embargo a Cuba; impulsó la desaparición de la OEA; e invitó al presidente de China a que diera un mensaje grabado en la Cumbre. En estos tres mensajes López Obrador no tuvo apoyo, por lo que fracasó en su intento de poner a los países miembros de la CELAC en contra de Estados Unidos (neoliberalismo).

Como también se equivocó en querer acelerar la unidad Latinoamericana y en ser él el artífice la integración. Ni su populismo es bien visto en todos los países, ni los resultados de su gestión lo hacen ver como estadista, ni hacen de México un modelo a seguir; lo que lo excluye de tal papel y, para colmo de males, le resta a México el liderazgo conseguido desde la creación de la CELAC.

Estados Unidos sí debe acabar el bloqueo a Cuba y demostrar que no es el este la causa de la miseria de los cubanos, sino de la dictadura. De ser así los propios cubanos y muchos latinoamericanos aplaudirían el fin del mito y de la dictadura de los Castro.

Lamentablemente los fracasos de López Obrador se traducen en fracasos nacionales. El próximo año AMLO será miembro de la Troika, junto con el presidente Pro Témpore de Argentina, y sería lamentable que persistiera en su necedad de negar la realidad, o pretender imponer su cortedad de miras al CELAC. Mucho podría aprender viéndose en la crisis Argentina, de cara al 2024.

Periodista y maestro 
en seguridad nacional

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