2021 ha sido un año de cambios. No sólo hubo elecciones intermedias que han implicado transformaciones en el mapa político del país, permitiendo transiciones, sino que dentro de los mismos partidos políticos han comenzado a presentarse movimientos de reestructuración.
Ejemplos hay varios. No sólo en Morena, el partido en el poder, las adecuaciones se han suscitado. En recientes semanas hemos visto al mandatario intercambiar miembros de su gabinete morenista y de otros espacios con el ánimo, oficialmente, de realizar mejoras en la operación, manejo y administración del gobierno.

También en otras agrupaciones, como el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) han iniciado el camino a cambios sustanciales. En ambos casos, el objetivo final es impostergable. Tanto el partido blanquiazul como el tricolor se encuentran en momentos trascendentales de su existencia. Si bien el primero se ubica en una posición más sólida que el segundo, los dos necesitarían ajustes que les sirvan para recuperar el terreno perdido.

Acerca del PAN, en las pasadas semanas comenzó el periodo de postulación de candidatos para liderar al partido. En este contexto, el actual gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez, intentó adentrarse al proceso, aunque sin éxito, señalando irregularidades y grupos de poder que tienen controlado al partido en su cúpula más alta. Situaciones de esta naturaleza son ciertamente recurrentes en la política mexicana. Así operó el PRI durante décadas y también hoy en día es evidente la práctica recuperada por Morena para elegir a sus candidatos, aunque no sean los más apropiados en cada estado.

Por otra parte, siguiendo en Querétaro, el PRI de la entidad está próximo a recibir propuestas de candidatos para fungir como presidentes del partido. El anterior líder del partido tricolor en los últimos años ha manifestado lo significativo que representa este cambio y nueva etapa de renovación.

Resulta clara esta postura, ya que lo que necesita el PRI es recuperar su fuerza y el apoyo popular, y eso en gran medida puede ser obtenido a consecuencia de un liderazgo en el partido. Desde luego, el incentivo de esta renovación es uno muy particular y cobra una mayor relevancia en estos momentos, y ese es el de la supervivencia del partido en el estado luego de las siguientes elecciones de 2024.

Con esto no se refiere a que si el PRI Querétaro hace mal las cosas vaya a desaparecer en 2024, aunque sus resultados no sean favorables, es más certero que aún permanezca en la entidad. No obstante, los malos resultados pueden mermar el apoyo y, por ende, la supervivencia del partido en los años subsecuentes, como le ha sucedido a otros partidos en el estado y en el país.

En este contexto, hay que recordar que en las últimas elecciones en Querétaro al partido tricolor no le ha ido bien. Para la gubernatura obtuvo un tercer lugar con 11.7% de los votos (mientras que el vencedor consiguió 54%), mientras que de los 18 ayuntamientos, ganó sólo dos. Por eso, y mucho más, al PRI no le conviene menguar en estos siguientes años.

niels.rosas@gmail.com@Niels
RosasV (Twitter

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