A partir de la llegada al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, de Morena y de la 4T, se ha mostrado en México una oposición que, en muchos aspectos, es totalmente irracional. Gritan un día sí y otro también que el actual gobierno lo está haciendo mal y que la mayor parte de la población coincide con ellos. Pero resulta ser que hoy, que tenemos la posibilidad de participar en un referéndum revocatorio, no se les ve entusiasmo ni para promover ni para participar en dicho ejercicio, característico de la democracia participativa.

Y esto es una gran paradoja, pues en aquellos países en donde existe legalmente la posibilidad de convocar a un referéndum revocatorio, los que promueven la realización y la participación en tal evento son justamente la oposición, principales interesados en que un presidente no continúe en su cargo. Es una forma legal, legítima y democrática de quitar a un presidente que ha gobernado mal. Ojalá y hubiéramos tenido este tipo de instrumentos para juzgar, a la mitad de su mandato, a Peña Nieto, a Calderón, a Fox, a Zedillo o a Salinas de Gortari. Sin fraude, varios de ellos no habrían finalizado su mandato.

Pero da la impresión de que la oposición en México no quiere o no puede usar instrumentos democráticos, prefieren el linchamiento mediático, la denostación, la calumnia, el uso de “fake news”, la presión empresarial y de extranjeros con el fin de debilitar y obstaculizar a un gobierno que, según ellos, está gobernando mal.

La única razón para que la oposición no promueva este ejercicio democrático es que están seguros de que van a perder y no quieren hacer un ridículo que los pondría en evidencia, que la mayor parte de la población apoya las políticas públicas del gobierno de la 4T.

Una primera derrota es que no juntaran el número legal de firmas necesarias para solicitar el referéndum, el 3 por ciento de la población, lo que los dejaría en un verdadero ridículo pues el no conseguir las firmas necesarias, significa que la revocación de mandato no le interesa ni siquiera al 3 por ciento de la población. Un segundo fracaso es que, aun llevándose a cabo el referéndum, no se logre el porcentaje mínimo para que su resultado sea vinculante, pues esto también significa que a la gran mayoría de la población no le interesa interrumpir el mandato del Presidente. Y finalmente, tienen miedo de que, siendo el resultado vinculante, gane el rechazo a la revocación. Así las cosas, con la derecha mexicana.

Presidente del Consejo Estatal de Morena

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