Hace prácticamente dos años que nuestro país sufrió la invasión de la pandemia que vino a transformar de manera radical todo aquello que considerábamos normalidad de vida cotidiana, aún con toda la serie de circunstancias que presentaban un panorama difícil. Fue entonces en marzo de 2020 que inició, ante el desconocimiento y la incertidumbre de todos, un confinamiento general que en aras de evitar los contagios y la inevitable propagación del mortal virus, vino a sacudir a la población en general y ser un efecto catalizador de cambios en muchos sentidos y en innumerables actividades, al tiempo de poner a prueba extrema nuestra infraestructura de salud y poner en evidencia muchas de sus carencias, pero forjando un enorme grupo de héroes a quienes aun seguimos debiendo gratitud por su lucha en una guerra sin cuartel contra el Covid, la que aún persiste y sigue reportando lamentables pérdidas, aunque también ha permitido, con las vacunas, salvar millones de vidas.

Las circunstancias de la pandemia han dejado en su camino muchas otras víctimas dañadas por la enorme crisis mundial, consecuencia de la nueva realidad que arrasó con empleos, empresas y familias que dejaron de serlo, propiciando otros daños colaterales que llevará varios años resarcir. En esta otra guerra vinculada con la economía y a pesar de las lecciones y el aprendizaje que nos ha dejado la pandemia, vemos cómo desafortunadamente ganan terreno y crecen la desigualdad y la pobreza. Conocemos en patria propia el fenómeno del alto incremento en la migración de millones de personas en búsqueda de oportunidades de subsistencia lejos de casa, así como de quienes transitan por nuestro territorio con la esperanza de poder llegar a donde piensan construir y realizar un nuevo sueño.

Transcurrió 2020, y en  2021, abrigados por la esperanza de recibir las vacunas, tuvimos que ampliar el tiempo de resguardarnos en la medida de lo posible y buscando la posibilidad de adaptarnos a una nueva realidad comprendiendo y aprendiendo de todo lo que significó lo vivido durante el confinamiento. Enfrentamos entonces una nueva batalla contra las circunstancias de crisis y de cambio, intentando comprender cambios en la nueva forma de hacer las cosas para alcanzar el sustento cotidiano. Llegamos entonces al final de otro año con la firme idea de que este 2022 sería favorablemente distinto a los dos años anteriores. Sin embargo, apenas en los primeros meses de nuevo enfrentamos un entorno en el que tristemente prevalecen las diferencias sobre las coincidencias.

Nuevamente el fantasma de la guerra se presenta en un conflicto lejano, cuyos impactos y daños han sido y serán mucho más cercanos de lo que imaginamos y que, muy lejos de mostrar una posible recuperación que tanto necesita la humanidad entera, nos muestran la gravedad de un conflicto armado sumado a una nueva modalidad de guerra económica que impactará en muchos otros frentes. Adicionalmente los acontecimientos del pasado fin de semana en nuestra ciudad, cuya violencia rechazamos totalmente, nos ponen a pensar en la enorme fragilidad de la vida y la libertad que acompañan a estos nuevos tiempos de guerra que nos afectan a todos en el mundo y en este Querétaro nuevo que deseamos conservar.

@GerardoProal

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