Salvaje la represión desatada por el nuevo presidente de Argentina, el ultra neoliberal, Javier Milei, menos de dos meses después de asumir el cargo.

Ya con mucha anticipación habíamos señalado que, en caso de que Milei llegará a la presidencia de la república, las y los argentinos iban a parir chayotes. Muy pronto se quitó la máscara Milei. Juró y perjuró durante su campaña electoral que iba en contra de la “casta”, en referencia a la clase política argentina. Sin embargo, desde la formación de su gobierno incorporó a miembros destacados de esa “casta” a la que juró combatir. Esa fue su primera traición al electorado que lo votó.

Como se ha señalado en muchas de las manifestaciones que ha habido en Argentina, desde que Milei asumió la presidencia y comenzó a operar en contra de la mayoría de los argentinos, Milei se quitó la máscara para evidenciar que, para él, la “casta” era en realidad el pueblo argentino.

De manera legal, legítima y democrática, el pueblo argentino ha salido a las calles a protestar en contra de las agresiones que desde el poder ejecutivo ha desatado Milei. Eso forma parte de una de las libertades esenciales del ser humano, protestar cuando se afectan sus intereses. Cuando Milei decía “¡Viva la libertad, carajo!” muchas de sus actuales víctimas nunca pensaron que ese supuesto defensor de la libertad iba rápidamente a usar a las fuerzas del orden en contra del pueblo argentino, incluyendo a parte del electorado que lo votó y que hoy se arrepiente de haber votado por su verdugo.

Milei es un demagogo. Ni le interesa afectar a la “casta”, ni le interesa defender la libertad. Lo que verdaderamente le interesa es defender los intereses de la casta que lo puso en el poder, incluyendo a empresas transnacionales. La represión del pasado 1 de febrero, en Buenos Aires, incluyo a legisladores que trataron de defender a la gente de las agresiones de la policía cuando la gente se manifestaba afuera del Congreso.

Como señalamos a finales del año pasado, la derecha mexicana salió a festejar el triunfo de Milei porque, en realidad, de regresar al poder harían lo mismo que Milei o incluso peor. Durante los gobiernos del PAN y del PRI vimos muchas escenas como las que se vivieron el 1 de febrero en Buenos Aires. Amplia represión en contra de movimientos sociales.

La derecha mexicana, comenzando por Xóchitl Gálvez, ya se había quedado muda ante la evidente violencia institucional de Milei, hoy siguen manteniendo el silencio ante la represión física en contra de argentinos que están ejerciendo su libertad de protesta.

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