La percepción sobre la participación de los jóvenes en la política y por lo tanto en las elecciones es baja. Hay varias opiniones al respecto, pero la mayoría coincide en que consideran anticuados a los actores políticos tradicionales, dudan del desempeño de las instituciones, y manifiestan poco interés sobre los resultados de los procesos electorales, pero esto no significa que hagan a un lado por completo el sistema político democrático per se.

Para los jóvenes no existe mayor distinción entre personajes políticos de izquierdas y derechas, liberales o conservadores, capitalistas y socialistas, para ellos todos son muy parecidos en cuanto a sus aspiraciones personales de acumulación de poder.

Más de 15 millones de jóvenes podrán votar por primera vez en unas elecciones presidenciales de este año. En la boleta electoral estarán dos mujeres nacidas en los años 60 participando por la presidencia de la República; a miles de candidatos y candidatas compitiendo por una curul, un escaño o una presidencia municipal, y un montón de logos de partidos y coaliciones que, muy seguramente, no les dirán nada.

Es la generación nacida entre 2001 y 2006 que práctica mente creció con un teléfono inteligente en la mano. Es la generación de la pandemia y del classroom; la que tuvo que aprender a entablar relaciones amistosas a través de mensajes de WhatsApp o Instagram; o que asistió a su graduación de secundaria en una sesión masiva de Zoom. Son las chicas y chicos que pasan más horas en TikTok que frente a un televisor. Los que probablemente nunca han tenido un periódico en sus manos.

Según los datos actuales del Registro Federal de Electores, hay 11 millones 355 mil personas que actualmente tienen entre 20 y 24 años; 2 millones 136 mil que tienen 19 años, y un millón 717 mil que apenas cumplieron 18 años. Es decir, 15 millones 219 mil personas están entre los 18 y los 24 años, jóvenes que representan el 15.8 por ciento del padrón electoral, en el que actualmente hay 95.8 millones de personas registradas. Su peso en el padrón es semejante al de las personas de más de 65 años, que actualmente suman 12 millones 400 mil votantes.

Sin embargo, la elección, si el comportamiento es semejante al de procesos anteriores, será definida por las personas de 40 a 75 años. En 2018, las chicas y chicos de 18 que estrenaron su credencial del INE votaron en niveles de casi 65 por ciento; un poco por arriba del promedio nacional, que fue del 63.4 por ciento.

Pero, según el estudio muestral realizado por el INE, entre los 19 y los 29 años la participación cayó: 57.1% los de 19 años; 52% los de 20 a 24 y 52.8% los de 25 a 29. Es decir, más de 13 millones de personas entre 19 y 29 años (un poco más de la mitad de los 25 millones que estaban en ese rango de edad) no se sintieron atraídos por asistir a las urnas.

También, los expertos ven a los jóvenes distanciados de los mecanismos tradicionales de organización (partidos políticos, comités de barrios, organizaciones de base) pues sus aspiraciones sociales y económicas son diferentes. Es cada vez más complejo que participen de manera tradicional en la política, fenómeno que Troncal ha denominado como “desafección política” se refleja en un conjunto de sensaciones caracterizadas por la apatía, impotencia y cinismo hacia los procesos inherentes al ejercicio de la institucionalidad democrática, y viene a ser un síntoma fidedigno de la denominada: “crisis de representatividad”.

Natalia Calisti, especialista en Comunicación de UNICEF dice: “No es que los y las jóvenes sean apáticos y que no les interesan las causas políticas, sino que muchas veces se manifiestan de una forma distinta o por fuera de las estructuras más tradicionales. Innovan en la forma de participar, ya no es una militancia tan tradicional, por grupos o por partidos, sino por causas: militan en distintas causas y de forma más espontánea y autoconvocada”

Gran tarea tienen las candidatas y candidatos.

Expresidente municipal de Querétaro y exlegislador @Chucho_RH

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