Entre las iniciativas de reformas constitucionales que presentó el presidente López Obrador, hay un articulado que pretende eliminar a los legisladores de representación proporcional o plurinominales, una figura que se introdujo en la Constitución con la finalidad de que las minorías estuvieran representadas, esto implicó un avance democrático en 1977 y permitió que la izquierda llegara al Congreso.

La representación proporcional se diseñó como un instrumento que permite que los órganos representativos cuenten con participación de la mayor cantidad de sectores posibles, siguiendo un espíritu incluyente. Es un argumento interesante, ya que rescata su espíritu original.

Nuestra Constitución al señalar que “la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo”, hace manifiesto el principio de legitimidad democrática como base del estado de derecho, lo que, a su vez, sirve de fuente para todos los poderes constitucionalmente establecidos. Por eso es fundamental que en los congresos legislativos estén debidamente representados todos los sectores de la sociedad ya que son el cuerpo electoral, concebido como todos los ciudadanos que legalmente tienen derecho a participar en las elecciones.

Hay varias falsedades en contra la representación proporcional, y es oportuno advertir de los riesgos que la iniciativa implica para la democracia. Se dice equivocadamente que a los “a los plurinominales no los elige nadie”, no es verdad, cuando un elector cruza el recuadro del partido de su preferencia en un distrito, vota por una candidatura de mayoría relativa y, en ese acto, también vota por la lista de representación proporcional del partido que está al reverso de la boleta.

Lo mismo pasa cuando se vota por una fórmula de candidatos al Senado en cada entidad federativa: se respalda también la lista nacional del partido elegido. Cada voto ciudadano cuenta a la vez para las dos vías que contempla la Constitución para integrar al Congreso: a) de mayoría relativa y, b) de representación proporcional.

La elección por el principio de mayoría relativa en cada uno de los 300 distritos uninominales permite que una sola persona represente a todos los habitantes del distrito. El partido o coalición que tiene más sufragios se lleva el 100% de la representación, aunque haya obtenido sólo 35 o 40 por ciento de los votos o menos aún. ¿Quién representa entonces al 60 o 65 por ciento de los electores, la mayoría, cuyo candidato uninominal no fue el ganador? Sí: los plurinominales.

La representación proporcional o plurinominales sirven y mucho para corregir la sobrerrepresentación intrínseca al principio de mayoría relativa (el que gana, así sea por un voto, se lleva toda la representación) y, la posibilitan que el parlamento sea un contrapeso al Ejecutivo.

Si no hay representación proporcional, se crean mayorías artificiales y un partido que cuente con un respaldo minoritario de la sociedad podría asegurarse el control de la Cámara sólo con ganar la mitad más uno de los distritos.

También, un solo partido podría imponer cambios a la Constitución, como Morena lo hizo en 2018 que logró el 37.3 por ciento de la votación emitida a la Cámara y fue el partido más votado en 220 distritos (73 por ciento). Sin plurinominales, con apenas poco más de un tercio del voto ciudadano, se habría hecho de sobra con la mayoría calificada de diputados para modificar la Constitución.

El sueño de todo dictador: lograr con engaños un partido todopoderoso que haga de la Constitución no el reflejo del pacto político nacional, sino su instrumento de poder y abuso sobre la nación entera.

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