El día de mañana es el cumpleaños de una de mis personas favoritas, mi hermana. Con esta celebración a la vuelta de la esquina, me detuve a pensar en los diferentes aspectos en los que mi hermana me ha brindado su apoyo y amor, es por esta razón que esta columna va dedicada a los hermanos. Te contaré acerca de algunos hermanos que marcaron la historia del arte; otros que después de años de estar lejos, el arte les permitió volver a conectar y poder enmendar su relación.

Primero me gustaría contarte acerca de Vincent van Gogh y el vínculo tan especial que tenía con su hermano Theo van Gogh. Su vínculo marcó la vida de ambos, esto debido a que durante su vida intercambiaron cientos de cartas. Vincent escribió más de 2 mil cartas relatando su vida y proyectos, estas dedicadas a sus amigos, marchantes y familiares, pero quien recibió más cartas fue Theo, su pequeño hermano. Gracias a estas cartas es que conocemos realmente al artista, en éstas Van Gogh dejó su alma, sus palabras develaron su vulnerabilidad, su manera tan especial de ver la vida y su eterno amor por su hermano. Theo nunca lo dejó solo, éste siempre lo apoyó tanto económicamente, para perseguir su pasión por el arte, como emocionalmente, ya que su amor incondicional le brindó luz al artista en sus momentos más oscuros. El 27 de julio de 1890, Vicent atentó fallidamente contra su vida; sin embargo, esto le provocó graves heridas, una vez que Theo se enteró, se apresuró a ir con él y no se despegó de él, dos días después el artista murió en los brazos de su mejor amigo y hermano. Su amor fue tan fuerte que no pudieron vivir el uno sin el otro, seis meses después de la partida del artista, Theo se reunió con su hermano, esto por un deterioro extremo de su salud debido a la pérdida de Vincent. La esposa de Theo, honró el vínculo tan especial que tenían los hermanos y decidió enterrar a su marido junto a su hermano, para que así descansaran juntos para toda la eternidad.

Otra historia es la de los hermanos Gálvez, que retomaron su relación gracias al arte. Samy y Melinda migraron a Estados Unidos desde Guatemala; sin embargo, cada uno migró en tiempos diferentes, esto provocó que su relación se deteriorara y que realmente no se conocieran el uno al otro. Fue hasta 2018 que Melinda arribó a California, mientras que su hermano se encontraba en Nueva York. Fue en este año en que Samy tomó la decisión de acercarse a su hermana, la pregunta era cómo, en una de sus múltiples visitas al Museo Metropolitano de Nueva York encontró la manera perfecta; 100 postales con las obras más destacadas del museo. Para Samy el museo se había convertido en un refugio, un lugar en el cual podía dejar de lado sus problemas, es por esto que las cartas eran la idea perfecta, ya que le quería transmitir ese sentimiento. Es así que Samy empezó a escribirle esas 100 postales, en las cuales mostraba su vulnerabilidad, apoyo y amor incondicional por su hermana. A través de estas 100 piezas reencontraron su interés por el arte y el amor por el otro.

Es por esto que pienso que el arte también es hermandad. Felicidades hermana, espero que tu vida siga llena de amor y de arte. Pero, ¿tú qué opinas? ¿Crees que el arte puede unir a las familias?

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