Para Daniel de Lira no hay verdad más cierta que la que dijo la escritora Marguerite Yourcenar: “Lo que queda en las bibliotecas y en los archivos, es lo que queda del naufragio del hombre”; con esa verdad profunda nos adentró a los que él concibe como “las joyas” del Fondo Reservado de la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada. Él es nuestro Virgilio en ese territorio de tesoros antiguos que no está lleno de monedas y joyas, sino de hojas de papel que hablan, manuscritos e impresos del siglo XVI, volúmenes que refieren la bibliofilia en el México Novohispano y en el del siglo XIX, y los intereses que había por arte, ciencia, literatura, música y religión. La biblioteca, en la calle de República de El Salvador en lo que fuera el Convento de San Felipe Neri, en el Centro Histórico, es el territorio de los bibliófilos como Daniel de Lira. Hasta allí llegó el estudioso de la historia del libro en México, especializado en la producción del libro del siglo XX que nadie ha contado y que él está por contar. De Lira, catedrático de la UNAM que está por doctorarse con una tesis sobre cuatro de los editores fundamentales del siglo XX, ha pedido con antelación los libros que él considera las joyas de la Lerdo de Tejada: la edición ilustrada de Don Quijote de la Mancha, esa bellísima obra que es protagonista de la novela El Club Dumas, de Arturo Pérez-Reverte y de la cinta La última puerta, de Roman Polanski. También están los tres tomos de Los principios de matemáticas, de Isaac Newton, en una edición de 1739 publicada en Ginebra, trilogía que demuestra el gran interés por la ciencia entre la sociedad novohispana; La piedad heroica de Hernán Cortés, libro de Carlos Sigüenza y Góngora de 1662, mitad impreso y mitad manuscrito, donde se relata la edificación del Hospital de Jesús en el DF. Pero entre las 15 piezas que Daniel de Lira ha querido mostrarnos, hay una que atrae la mirada, se trata de una pieza magnífica construida con fotografías: Colección de prostitutas del gobernador Juan José Baz : álbum fotográfico. Ese libro que era una especie de censo de salud pública llegó por azares del destino a la biblioteca, aunque nadie sabe cómo. En ese álbum se resguardan las fotografías de cientos de mujeres que en el siglo XIX ejercían la prostitución. Siempre en blanco y negro, mujeres de todas las edades y todas las condiciones sociales, siempre con chal o rebozo y con mirada seria miran a la cámara. Sus rostros morenos, sus vestidos largos, su postura reservada fueron censadas para ver quiénes eran. Unos son retratos ovales, otros son de estudio, donde un fotógrafo las toma con dignidad. Abajo de las fotos, un número y un nombre. Ahí están Soledad Fernández, a quien el fotógrafo puso de perfil para ver su chongo alto; está Julia Vázquez y Victoria Hernández. Otras mujeres mayores y otras con cara de niñas. De Lira dice sobre el álbum que: “Es algo real y triste”. Lo que más llamó la atención del catedrático de este libro -que descubrió cuando él laboraba en el recinto-, fue la dignidad con la que el fotógrafo retrató a estas mujeres aun cuando se trata de un libro de salud pública. “Se sabe que existen más álbumes de estos, en el Archivo de Salud del Centro. Son verdaderas curiosidades de la fotografía del siglo XIX, pero este libro tiene un valor documental, histórico, cultural enorme que aún no se ha estudiado”, dice. Tratados y retratos Antes de abrir la caja gris que resguarda ese catálogo, De Lira abrió las puertas del Fondo Reservado de esta biblioteca que depende de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Es él quien nos adentra en el Fondo Reservado. Allí, entre los 25 mil títulos que se localizan en una sala especial con estantería que se expande y se contrae con manivelas manuales, De Lira halla el Vitrubio, voluminoso libro de pequeño formato que ha sido restaurado y que en 2013 será objeto de un ciclo de conferencias con especialistas en historia y arquitectura. Daniel sabe que ese tratado de arquitectura con más de 500 años de historia es una de los ejemplares fundamentales de esta biblioteca que resguarda tesoros bibliográficos pero también hemerográficos. Aquí está la colección casi completa del periódico Regeneración, que publicaron a principios de 1900 los hermanos Flores Magón; algunos de esos ejemplares se hallaron “resguardados” dentro de otros diarios de la época.