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aridiana.banos@eluniversal.com.mx "En ese punto azul imperceptible, es donde suceden las pequeñas historias", esta es una de las primeras líneas de la puesta en escena Cada vez nos despedimos mejor, y que da la pauta para el inicio de una crónica sobre un amor que no pudo ser, realizada por Diego Luna quien por primera vez se enfrentó a un monólogo, y lo hizo de la mano del dramaturgo y director Alejandro Ricaño. La noche de miércoles, sobre el escenario de la Sala Chopin, Diego Luna se enfrentó al público solo, sin más elementos en el escenario que un par de sillas, un pequeño entablado, tres lámparas, tres cámaras fotográficas y la música en vivo de Darío Bernal, recursos que le bastaron para recrear la historia de Mateo y Sara, pero también la del México contemporáneo, a través de aquellos sucesos que lo marcaron y fueron ocurriendo desde 1979 hasta el 2012. Entre risas y silencios del público, Diego interpretando a Mateo, contó como el destino logro unirlo con Sara, desde el momento mismo de su nacimiento, pero también la forma en que constantemente los separaba, sin que hubiera una segunda oportunidad para resarcir los daños. Al final, por medio de los aplausos, el público puso de manifiesto que Luna había superado la prueba y los conquistó con su actuación. "Me fue muy bien, yo estoy muy contento con el resultado, ya habíamos probado la obra con público, pero estás funciones son muy especiales porque está la familia, los amigos, los medios, son duras pruebas pero la pasamos bien, a la gente parece que le gusto, se quedaron y eso es buena señal", declaró Diego Luna al final de la función. El actor señaló que este texto de Alejandro Ricaño, que fue escrito en tan sólo tres meses, lo convenció de hacer por primera vez monólogo, porque le da una historia que tiene mucho que ver con la realidad de México, como el terremoto del 85, las elecciones de 1988, la matanza de Acteal, el regreso del PRI al poder. "Es una bonita metáfora sobre nuestro país, cómo a veces no tenemos memoria, nos cuesta mucho trabajo dejar ir, tenemos como esa memoria sexenal, quisimos hacer una obra donde reflexionemos sobre los últimos 30 años. Siento que como sociedad nos han pasado muchas cosas y a veces nos cuesta trabajo voltear y ver todo ese recuento". Y sí, también tiene mucho que ver con su propia historia, según dijo Luna, "me toca desde la ausencia de una madre, por su muerte, el tener que vivir cerca de tu padre, qué les pasa a esas relaciones cuando una parte se pierde, de ese tripíe tan perfecto que es madre, padre e hijo, esa es la reflexión un poco del personaje, las relaciones donde uno no deja ir, donde no negamos a que termine, de eso habla la obra, de aprender a dejar ir y reconocer que uno es también todo lo que ha perdido". En esta noche de estreno Diego Luna estuvo rodeado de amigos, como José María Yazpik, Ilse Salas, Daniel Giménez Cacho, Miguel Rodarte, Flavio Medina, Martín Altomaro, Sabina Berman, Ximena Ayala, Claudio Sodi, Enrique Singer, Mara Escalante, Denise Maerker, y por supuesto su padre Alejandro Luna. Cada vez nos despedimos mejor se presentará este 2 de diciembre en el Auditorio Luis Elizondo, de la ciudad de Monterrey.