El Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola de las Naciones Unidas destacó en su reporte 2011 que la seguridad alimentaria se alcanza cuando “todas las personas tienen en todo momento acceso físico y económico a suficientes alimentos para satisfacer sus necesidades alimenticias”.

En virtud de ello, en todo el mundo este tema es de carácter estratégico. Dicha condición está sujeta materialmente a las posibilidades de producción eficiente y suficiente de alimentos. Aunque también depende de las expectativas de compra por parte del público, considerando su poder adquisitivo.

Las organizaciones internacionales especializadas categorizan en sus indicadores a los alimentos como productos básicos. De manera particular, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO) incluye esta categoría que clasifica a los productos básicos en dos grupos esenciales. En el primer caso a los que se consideran “originarios” (desde cereales, legumbres, hortalizas, frutas, aceites y también productos pecuarios) y en segunda instancia a los productos procesados.

Sin embargo, la dinámica mundial en la producción de básicos, es descrita por la FAO con un realismo preocupante. En sus reportes anuales destaca que desde 2008 hay una tendencia alcista en los precios de los básicos; tendencia considerada como la más impactante en los últimos 30 años. La organización señala que en 2012, 2013 y proyectando hacia 2014, las causas son, entre otras, la demanda de biocombustibles y la compra creciente de alimentos en países como la India y China. Esto a la par de una disminución en la oferta mundial. Otros factores que afectan significativamente a la oferta internacional son la insuficiencia de inversiones en tecnologías e infraestructura apropiada para que los productores puedan incrementar la oferta.

La combinación de estos elementos impacta las posibilidades para adquirir alimentos, especialmente en los estratos más vulnerables de las sociedades. En el caso de México, como consecuencia de las problemáticas de producción de básicos, los precios de distintos productos también han experimentado una tendencia alcista.

Por otro lado, el poder adquisitivo se quedó corto hace ya bastante tiempo. Para muestra es interesante exponer algunos datos. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, en la canasta básica se consideran –al menos- 80 productos. Sin embargo, si sólo nos enfocamos a los alimentos, los precios de los productos básicos se encuentran en una situación de contrastes.

A principios de 2014, un kilo de carne rondaba los 100 pesos, el de limón los $22, el litro de aceite estaba cerca de $29, el de azúcar en los $19. Pero al concluir la primera quincena del mes de abril, el INEGI registró que la inflación, medida por el índice de precios al consumidor, fue de 3.53%. Al relacionar poder adquisitivo, inflación y compra de alimentos, sobresalen fuertes disparidades. Un salario mínimo que apenas supera los sesenta pesos diarios representa una cifra desproporcionada a los precios de distintos productos básicos, por lo que sólo algunos se pueden consumir.

Con esta situación, la posibilidad de tener una plena seguridad alimentaria en el país es algo compleja. En el caso del limón, que fue uno de los productos más comentados en los últimos meses, la Secretaría de Economía reportó que el crecimiento en el precio al consumidor ha sido de al menos un 77%.

Independientemente de los problemas ligados a la producción, el impacto en el precio de este bien fue muy sensible dentro de la canasta básica.

Es urgente el apoyo del gobierno y una mayor atención hacia los productores para encauzar los esfuerzos que permitan elevar la oferta de básicos en el país, y así mantener en buen estatus el nivel de seguridad alimentaria. Ante la situación que guardan el poder adquisitivo y el mercado se necesitan mayores inversiones, recursos y organización en general para incrementar la producción.

Académico de UVM, Campus Querétaro.

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