Para el éxito no existen fronteras, el secreto es detenerse, saber escuchar y entender lo que los demás quieren… ser flexible, asegura el director de la firma constructora Tlachco, y presidente del Club de Industriales de Querétaro, Jorge Rolland Constantine.
A lo largo de su vida, ha trabajado prácticamente en toda la República Mexicana, e incluso fuera del país, en Tanzania, África, entre otros.
“Creo que lo más importante es aprender cuál es el papel de uno, a final de cuentas en el lugar en el que estés, debes entender que uno está al servicio de otra persona y no tratar de imponer lo que uno piensa, si no escuchar y tratar de hacer las cosas bien.
“Es eso, ser flexible, y creo que la razón por la que fui bien aceptado fue por eso. Donde quiera que esté, uno debe buscar el punto de vista de la persona con quien esté tratando y lo que quiere, esa es la lección de una convivencia sana que progrese con cualquier persona”, afirma.
Jorge Rolland nació en Long Beach, California, pero desde muy pequeño vivió en México. Incluso, en su momento, renunció a la ciudadanía estadounidense.
Estudió ingeniería civil en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a partir del ejemplo y la admiración que siente por su abuelo, el ingeniero Modesto Rolland.
Si bien su deseo era dedicarse al sector portuario, la vida lo llevó por otros caminos. Su primer empleo fue en una empresa constructora en el departamento técnico, donde participó en distintas obras en entidades como Sinaloa, Jalisco, Nayarit, Puebla, entre otros.
Fue en esa época, en El Fuerte, Sinaloa, donde conoció a su esposa, con quien contrajo nupcias a la edad de 27 años.
“Llegamos tres ingenieros solteros y no salimos ninguno soltero, nos atraparon las damas de El Fuerte”, comenta.
“Durante los primeros cinco años de casados estuvimos en 13 casas distintas, así que nos hicimos expertos en empacar y mudarnos de un lugar a otro”, recuerda.
Posteriormente, participó en otra empresa, en la cual se desempeñó realizando estudios técnicos, para luego iniciar con la compañía General de Construcciones y Urbanizaciones, donde fue gerente.
En ésta última, llevó a cabo junto con su equipo de trabajo, obras como el edificio del aeropuerto de Zihuatanejo, así como proyectos en el Estado de México, Puerto Vallarta, Nuevo Vallarta, entre otros estados.
Al otro lado del océano
En 1975, General de Construcciones cerró sus puertas y Rolland tuvo la oportunidad de ingresar a la firma Emacon.
“En eso estaba cuando me habló un amigo y me dijo que necesitaban un ingeniero para unas obras en Tanzania, y me fui cuatro meses a Tanzania como gerente de construcciones de la nueva capital”.
Al pasar los cuatro meses, el ingeniero regresó a México, aunque, posteriormente le invitaron a reincorporarse al equipo de las Naciones Unidas como comisionado de la Secretaría de Obras Públicas en Tanzania.
“Me llevé a mi señora y a mis tres hijos, y estuvimos allá dos años, de 1978 a 1980. Fue muy interesante”, comenta.
El vivir y trabajar en un lugar que tiene una cultura tan diferente fue toda una experiencia para la familia.
En Tanzania, el ingeniero, su esposa y sus hijos, convivieron con personas de distintas nacionalidades, e incluso él aprendió a hablar en swahili, aun cuando dominaba el inglés y el francés.
Con admiración y cariño, Jorge Rolland reconoce que en ese proceso de “andar por muchos caminos”, no ha estado solo, ya que su esposa siempre ha estado a su lado a pesar de lo difícil que pudiera ser adaptarse a otra cultura y a un modo de vida completamente diferentes.
En 1982, ya de regreso en México, Rolland Constantine se instaló en Querétaro.
En un inicio fue invitado a participar en el proyecto de la nueva ciudad de Banamex, no obstante, luego de que se nacionalizara la banca, incursionó en otras obras en la entidad, como la remodelación del Paseo Jurica, y los puentes de Jurica y Juriquilla.
En 1984, abrió la empresa consultora inmobiliaria Tlachco, con la cual ha participado en proyectos privados y de obra pública durante los últimos años.
Participación en la IP
En el estado de Querétaro, Jorge Rolland se ha desempeñado en organizaciones del sector empresarial. En el periodo de 1994 a 1996, fue presidente de la delegación estatal de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC).
“Fue cuando el problema financiero terrible –de la crisis nacional-, nos tocaron reuniones con las autoridades de la Secretaría de Hacienda y fueron años difíciles”, refiere.
También en 1994, tras realizar algunos trabajos en el Club de Industriales de Querétaro, el ingeniero fue invitado a participar como socio y como parte del Consejo en algunas de las administraciones.
“Después de tantos años mi mujer dijo aquí (nos quedamos en Querétaro), cuando nacionalizaron la banca así lo decidimos, y una de las cosas que me fijé como propósito en aquel tiempo, fue no hacer obras a más de cien kilómetros o dos horas del estado, fue una meta, de preferencia”, menciona.
De esta forma, la travesía de Jorge Rolland llegó a buen puerto, con todo un cúmulo de vivencias y experiencias que le enriquecieron y forjaron a lo largo de su vida.