Alexis apareció en la ciudad de México. Como si alguien lo hubiera teletransportado desde Buenos Aires, de un día para otro, ya estaba en la ciudad con una prueba por hacer: emprender una agencia de creatividad. Hace cuatro años, cuando llegó a nuestro país, ya estaba establecido el estereotipo que los argentinos habían venido a México como “creativos”. Fue una industria que les abrió los brazos, pero aquello fue planeado; había una estrategia detrás. En cambio, cuando abrió su 3D café, lo hizo más con la intuición.

Junto con su socio, Rodrigo Pérez-Weiss, Alexis abrió el primer café 3D en Buenos Aires. Después de más de un año, hace unas semanas, inauguró el segundo en la ciudad de México, al que le seguirán los de Asunción y después Porto Alegre.

¿Por qué México? “México es el territorio más importante. Por tamaño de mercado y por cercanía con Estados Unidos”. Para Alexis y sus socios en México, su café 3D es el lugar ideal para repuntar esta tecnología. ¿Qué es la impresión 3D? Aunque ya se utiliza desde hace décadas en muchas industrias de manufactura, principalmente, el 3D de Alexis está más ligado a la democratización. Se trata de crear un objeto de tres dimensiones a partir de un archivo con el diseño y un material físico, usualmente un tipo de plástico.

¿Cómo es esto posible? Por las máquinas que están al lado de la cafetera en el local de la colonia Roma, en la ciudad de México.

Se estima que la industria de la impresión en 3D tendrá un valor de más de 16 mil millones de dólares para 2018, pero depende en gran medida de que cualquier persona tenga acceso a ella para que explote a estas “dimensiones”. Así como muchos tenemos una impresora en nuestras casas y oficinas, Alexis espera que pronto tengamos una impresora 3D. Que no sea caro imprimir, que se imprima rápido y que, en México por lo menos, se tenga acceso a los componentes a un buen precio.

Es en este escenario donde Alexis quiere hacer la diferencia y lo hace con una movida osada: abrir un café donde, más que baristas calificados (el café no está nada malo, ¿eh?), cuenta con un equipo de personas que capacitan (evangelizan) a los curiosos que preguntan sobre esas máquinas traslúcidas.

Fruto de la frustración. Si algo se puede respirar en este espacio de no más de 10 mesas y tres impresoras, además del café recién molido, es el optimismo del personal, los dueños, los socios. Con apenas un mes de abierto, todos los involucrados esperan que funcione. Cualquier emprendedor sabe de la amenaza constante del fracaso. Aquí parece que eso no importa. O por lo menos no se nota.

Una de las características de este café es la dificultad para medir el éxito. ¿Se mide por los cortes de caja? ¿Por los ingresos? ¿Por la satisfacción del cliente? ¿Por si ha creado tendencia? En fin. Seguramente todos esos aspectos son importantes, pero el que los conduce por el camino es la comunidad. Más que crear la comunidad de los impresores en 3D, la grata sorpresa fue descubrir que los aficionados ya estaban ahí y 3D Lab, sólo es un hub que les ofrece un espacio para el intercambio de ideas. Por otro lado, que funcione independientemente como café donde se ofrecen alimentos, hace que los balances estén más sanos.

Después de un par de días de abierto el nuevo local, uno de los aficionados, muy joven por cierto, se acercó y les ayudó a calibrar las impresoras con aún más precisión. Aquella anécdota, más que mostrar cierta novatada del negocio, mostró que el café realmente no es de los dueños, sino de quienes con su conocimiento aportan.

Cierto, su café no es su principal generación de riqueza. Desde su llegada a México ha emprendido su agencia de publicidad y comunicación, y es este oficio el que le ha permitido ser un fanático de la tecnología (un hobbie caro para el común de las personas) y adentrarse en otros emprendimientos. Ha tenido, junto con otros socios, una productora, una desarrolladora de apps, entre otras ocupaciones relacionadas con el mundo de la publicidad. Pero ha sido el 3D lo que más se desmarca de Carnal, la agencia que dirige.

Para Alexis es un paso natural. Siempre ha estado buscando nuevas maneras y recursos para contar las historias de sus clientes. Es además un fruto de la frustración. Como en sus años de estudiante de diseño no podía, o era muy caro hacer un modelo en 3D, cuando pasó casi todo un día en una tienda en Nueva York viendo y aprendiendo de impresoras supo que cubrirían una necesidad. Y donde se cubre una necesidad, puede haber negocio. Por lo menos, quitaría la frustración que sufrió de más joven cuando al estudiar diseño tenía que imaginarse cómo se verían los objetos que creaba en la computadora, pues no era factible imprimirlos en la escuela. Hoy, no es raro que Alexis genere una réplica de sí mismo, con la ayuda del scanner de 3D systems.

Hogar dulce hogar. La casa de Alexis Álvarez es una juguetería para niños grandes. El espacio que debería ocupar algún mueble, ahora está lleno de gadgets o curiosidades tecnológicas que en algún momento cobrarán un significado en la vida o en el trabajo de Alexis. Así sucedió con la primera impresora 3D que compró. La tuvo guardada por casi un año. Pasó todos los trámites para importarla, le explicó a los aduaneros de qué se trataba, los convenció, pagó los derechos, en fin.

Todo para que literalmente guardara polvo por meses en la casa que comparte con su esposa y sus tres niños. Hoy es una de las que muestra en este café.

Y este café no es para todos pero, al mismo tiempo, lo es. Cualquiera puede entrar y ordenar algo de comer, tomar, y cualquiera podría usar una de las impresoras 3D, sólo que se requiere cierto conocimiento para hacerlo. “Lo principal es que el archivo que traigan sea compatible.”

Para Alexis, que pasa tiempo en la oficina de la agencia en Polanco (ciudad de México), el café de 3D Lab se ha vuelto su tercer espacio. Ese lugar donde ve a algún amigo, un posible cliente y definitivamente donde muestra lo que se puede hacer con esta tecnología. Se ha vuelto una nueva casa, y que su esposa sea quien lo dirija también ayuda.

¿Quién hace uso de esos aparatos que parecen aparadores dentro de otro aparador? No es que ya supieran a quién iban dirigidos antes de subir la cortina de ese local. Ha sido, y sigue siendo, un experimento. Allí han llegado los fanáticos, quienes ya imprimían o que incluso ya tienen uno de los aparatos (muy caros, por cierto) en sus hogares o en su trabajo. Era de esperarse que ellos llegaran. Otro grupo de personas que se ha juntado han sido los zurdos. Sí, como en aquel capítulo de Los Simpsons donde Flanders abre su exitosa tienda de artículos. Marco, uno de los socios de Alexis es zurdo; fue de lo primero que esas impresoras dieron vida.

Mientras unos tienen problemas con el uso de sus manos, otros no tienen manos. Recientemente, en el café 3D de Argentina, se imprimió una mano robótica por sólo 150 dólares. La extremidad llega a valer miles de dólares, pero un grupo de personas, entre ellas los asesores de 3D Lab, logró crearla y tenerla en plástico.

Panorama 3D. Si bien una vez que se tenga acceso a esta tecnología se podrá, como ya lo hizo el estadounidense Cody Wilson apenas hace unos meses, imprimir incluso armas de fuego funcionales, el gobierno de Estados Unidos le ha puesto algunas trabas para dar a conocer sus archivos.

En Latinoamérica, en cambio, lo que Alexis busca son historias más cercanas a la mano prostética. “Jamás imprimiríamos un arma”. De cualquier manera, la Caja de Pandora ya se había abierto, para bien o para mal.

La propiedad intelectual, más precisamente, el modo como se ha entendido a la propiedad intelectual en las últimas décadas, también está en peligro. ¿De quién son los archivos que circulan en internet con diseños originales de infinidad de artículos?

Como sea, Alexis quiere contribuir a la explosión de esta tecnología. Mejor aún, quisiera que se formara una asociación para darle seguimiento al tema, como se tiene una estrategia para la penetración de internet, o la creación de la industria aeronáutica en el país.

*** Ahora, después de la jornada en su agencia de publicidad y en el café, hay un nuevo juguete que “apareció” en su casa. Acumuló polvo, pero ya es uno de sus hobbies favoritos: los drones. ¿Cuánto le tomará convertir a los drones en una industria pujante? Quizá no se lo ha cuestionado; mientras juega con sus drones y sus hijos, el tiempo parece detenerse para Alexis.

Mientras que las impresoras son la “curiosidad” en el 3D Lab Fab&Café, los alimentos y bebidas no están nada mal. Después de todo, como modelo de negocio, el sitio por sí solo tiene que ser rentable. Con o sin impresoras.

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