Existe una coincidencia de que el 2014 arrojará un crecimiento económico superior al observado durante el 2013. Parte de la expectativa se atribuye a la aprobación de la mayor parte de las reformas denominadas como estructurales que durante años se esgrimieron como necesarias para que México encontrara la ruta de un mayor dinamismo.

Además se tiene el mejor desempeño de Estados Unidos durante el último cuatrimestre del año pasado. Los resultados en la construcción, manufacturas, empleo y en su economía general permiten pensar que el 2014 puede tener un factor externo más favorable para nuestro país.

El gobierno mexicano contará con un presupuesto histórico, el cual deberá impulsar a sectores que en 2013 vivieron una crisis, como la construcción. De igual forma de aumentó el gasto social, el combate a la pobreza busca ser enfrentado con recursos adicionales a los que se aplicaron en años previos.

Después del desencanto que en el sector privado provocó la Reforma Hacendaria, la aprobación de la Energética generó una mayor aceptación entre los empresarios.

Bajo dicho marco general se tiene que para el 2014 México puede vivir un mejor momento económico, no obstante existen elementos que deberán consolidarse para que esta nueva expectativa se vuelva una realidad que vaya más allá de una coyuntura económica.

El país vive un problema estructural que va más allá del crecimiento económico, en realidad la baja productividad nacional es atribuible a la precariedad en la que se encuentran tanto las empresas como la población.

Durante más de tres décadas el modelo económico segmentó a la nación. Por un lado se tiene una minoría de empresas muy grandes, altamente productivas que compiten favorablemente en los mercados nacional e internacional. Por otro lado se tiene a la mayor parte de la base empresarial, micro, pequeños y medianos negocios que carecen de las capacidades tecnológicas, capital humano, financiamiento y vínculos empresariales para poder enfrentar a la competencia internacional.

Dicha fragmentación se exacerbó con la apertura comercial. La razón se encuentra en que la mayor parte de los pequeñas empresas son de bajo valor agregado, informales y ligadas a servicios básicos, por lo que si bien permiten que sus dueños puedan alcanzar un ingreso económico que les permite subsistir no es suficiente para alejarlos de la pobreza.

Un problema adicional se tiene en la industria nacional, se dejó de lado la producción de insumos intermedios, de maquinaria y equipo. Se optó por la importación de los mismos y la maquila de manufactura. El problema es que ello desarticuló a las cadenas productivas e inhibió el desarrollo científico y tecnológico. La mayor parte de la investigación científica y tecnológica se realiza en una sola universidad pública y en las empresas más grandes del país.

Lo descrito se ve reflejado en la precariedad del mercado laboral. La mayor parte del empleo se genera en las pequeñas y medianas empresas, pero con bajas remuneraciones y escasas prestaciones. Ello incide en las condiciones sociales de los mexicanos, aumento en la pobreza e inequidad en la distribución de la riqueza.

Para el 2014 dicho escenario no se modificará, es la estructura económica y social de México. El crecimiento económico será mayor, como lo ha sido en otros años, pero deberá modificar la realidad en la que vive la mayor parte de la población y empresas.

El verdadero desafío será que el crecimiento sea de otra calidad. Mejor empleo sólo puede estar vinculado con desarrollo económico. Para ello, se requiere innovación industrial y un sector servicios de alto valor agregado. Las reformas deben apuntalar dicha vertiente, favoreciendo la competencia económica en igualdad de circunstancias tanto internamente como la enfrentada con países como China. De no ser así 2014 podría ser una tregua como la registrada después de la crisis de 2009.

*Dir del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico

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