Turquía está perfilándose como un objetivo de libre comercio en el contexto de los intereses internacionales de México. Considerando algunos datos básicos, se trata de un país que tiene una población que supera los 79 millones de habitantes y que está enclavada en el extremo sur de Europa y en el cercano oriente en la región de Asia central. Esta condición geográfica destaca su ubicación estratégica, pues sus vecinos son Georgia, Armenia, Azebaiyán e Irán, así como Bulgaria, Grecia, Siria e Irak, prácticamente una esfera geoeconómica y de contrastes en la que se registran importantes flujos de comercio, energéticos e inversiones. Turquía, caracterizada por una economía de mercado y una vigorosa industria y sector de servicios, ha tenido en los últimos años un crecimiento del PIB en promedio superior al 5%. El motor económico del país ha estado sustentado en el turismo, los servicios financieros, la industria de la construcción y las ramas automotriz, electrónica, manufacturera y petrolera. El país es miembro de organizaciones multilaterales como la ONU, OTAN, OCDE, OSCE y G20, dirigiendo su mayor vinculación internacional hacia las regiones de la Unión Europea, Asia Central y Oriental.
Un eventual TLC con México extendería un nuevo puente comercial que reforzaría los vínculos de la nación euroasiática hacia la zona de América Latina y abriría nuevas oportunidades de negocios.
Es fundamental señalar que las relaciones diplomáticas entre México y Turquía se establecieron formalmente en 1928. Desde entonces, además de promover la cooperación en temas políticos, estratégicos, culturales y económicos, la relación de 86 años ha fructificado en un mayor acercamiento bilateral y ha llevado a coincidencias en el tratamiento de los grandes problemas globales y prioritarios en organizaciones internacionales. A manera representativa, se pueden mencionar aspectos como la paz, la lucha mundial contra el cambio climático, la seguridad, el desarme, así como de externar en el foro del G20 otros tópicos como la seguridad alimentaria, la estabilidad financiera mundial, el crecimiento y el empleo.
Asimismo, la cercanía con Turquía se ha acrecentado en otros ámbitos. Sobresale la participación en el bloque denominado MIKTA, el cual integra a México, Indonesia, Corea del Sur, Turquía y Australia, y que es reconocido como un grupo ad hoc de economías emergentes —a pesar de sus contrastes socioeconómicos—, y que imprime un sello de protagonismo en la economía global.
Ahora bien, evaluando el actual estatus de la relación económica con Turquía, la información de la Secretaría de Economía registra que existe un déficit comercial que se ha prolongado por más de 20 años. En este sentido, al cierre de 2013 se colocaron exportaciones equivalentes a 358 mil 955 millones de dólares, mientras que en importaciones se cuantificaron 527 mil 103 millones de dólares (con saldo de - $168 mil 148 mdd). En lo que va de 2014, datos de la misma secretaría indican que en el primer bimestre la estimación de ventas fue $28 mil 061 mdd, y por lo que respecta a las compras, la cifra registra unos 94 mil 873 mdd. El balance de estas operaciones acumula un saldo de -$66 mil 812 mdd.
La dependencia registra que entre las principales mercancías que México vende a Turquía se incluyen bienes como el pvc, además de trigo, vehículos, garbanzos, productos laminados y equipos de telecomunicación. En lo que corresponde a las compras destacan productos del sector textil, piedras preciosas, cables con hechura de cobre, bienes industriales de caucho y plástico, así como del rubro de la electrónica.
De igual forma, los pactos que recientemente ha cerrado el gobierno con Turquía han estado marcados por intereses económicos. Entre ellos, el Acuerdo de Cooperación para potenciar los flujos turísticos, firmado en diciembre de 2013, y dar mayor fuerza al intercambio cultural, económico y de inversión bilateral.
A manera de conclusión, con el cauce que está tomando la relación, la perspectiva de México en el umbral de un TLC coadyuvaría en impulsar la diversificación del comercio e inversiones; pero debe trabajarse mucho —entre los actores políticos, empresariales, académicos y sociales— en el conocimiento de este país, de su potencial, lo que nos ofrece, y desde luego de cómo capitalizarlo, una vez que sea consolidado.
Académico de la Universidad del Valle de México