La evolución de Estados Unidos no será un factor que impulse a la economía mexicana durante el 2015. El PIB estadounidense solamente exhibió un incremento de 2.4% en 2014, una cifra positiva para un país desarrollado pero insuficiente para las naciones que dependen de su actividad económica.
No se puede esperar que Estados Unidos acelere su expansión, sus condiciones internas no van a mejorar radicalmente respecto a lo que se observó en 2014.
En primera instancia se tiene al mercado laboral, hasta enero la tasa de desocupación se ubicó en 5.7%, uno de los menores niveles desde la crisis.. El problema es que las condiciones del empleo difícilmente van a mejorar mas, con ese ritmo de crecimiento no se puede reducir la tasa de desocupación a los niveles existentes antes de la crisis.
Además, estudios recientes muestran que la generación de nuevos empleos se da con menores salarios y prestaciones.
Una situación todavía mas inquietante se puede observar en la construcción, tanto en la parte residencial como en la no residencial, de hecho el gasto en la primera ya comienza exhibir tasas negativas.
En ambos casos la tendencia es a la baja. Esta situación refleja que uno de los motores de la economía norteamericana se ha frenado.
En lo correspondiente al sector automotriz también se aprecia una moderación, la venta de automóviles ha comenzado a frenarse. Vinculado con ello se encuentra la desaceleración de las ventas al menudeo, las compras de los norteamericanos se han debilitado.
No se puede olvidar que el consumo de las familias fue el gran motor de crecimiento en 2014, por lo que su menor ritmo de expansión constituye el anuncio de que se necesitarán otras fuentes de crecimiento, pero las mismas no se encontrarán en el sector externo. La razón es que la apreciación del dólar debilita su posición en el comercio internacional, facilitará las importaciones y con ello disminuirá el PIB.
Existen algunos elementos que podrían contrarrestar el escenario adverso. La caída del precio del petróleo disminuirá los costos para las empresas y con ello elevará su capacidad productiva y el empleo que generan. Esa es una posibilidad, sin embargo para que ocurra deberá profundizarse una estrategia que el gobierno de Estados Unidos ha aplicado durante décadas, fomentar la producción interna, es decir impulsar a la empresas estadounidenses.
Ampliamente conocido es que el gobierno federal tiene una legislación que favorece la compra de bienes producidos en Estados Unidos, por empresas norteamericanas que utilizan insumos manufacturados en su propio país, es el Buy American. Menos conocida es la legislación que de manera particular procura que el gasto público en la infraestructura de transporte beneficie la salud financiera de empresas norteamericanas y procure la generación de empleo para las familias de su país, es el conocido como Buy America.
Ambas legislaciones muestran que Estados Unidos tiene dos políticas en materia económica, hacia afuera fomenta el libre comercio, pero de manera interna favorece a sus empresas. Solamente la ingenuidad puede obviar ese hecho.
La cuestión es que Estados Unidos seguirá aplicando una política de fomento a la creación de empleo y fortalecimiento de sus empresas, el Presidente Obama sabe que es la manera de revertir la caída económica que se observa en otras partes del mundo. La crisis de la Unión Europea es el mejor ejemplo, solamente Alemania tiene al desempleo bajo control, básicamente por su política de desarrollo industrial y fomento a las exportaciones desde la producción interna.
Ante la reducción del gasto público, la implementación del programa de infraestructura, de la reforma energética y la creación de las Zonas Económicas Especiales el gobierno debe analizar lo que se ha hecho exitosamente en otros países: lo hecho y creado internamente ha sido su clave para competir a nivel internacional.
Director General del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico