Sucede hasta en las familias más adineradas. Cuando en una situación se involucra dinero y poder, lazos afectivos y ausencia de reglas, el resultado casi siempre deriva en un enfrentamiento que, en ocasiones, genera el rompimiento de la empresa.

Si consideramos que en México cerca de 95% son empresas familiares –de acuerdo con varios estudios– y que generan más de 50% del PIB en México, la importancia del problema se vuelve capital ya que la mayoría no tiene reglas claras para funcionar. Sólo 45% tiene órganos que permiten aplicar reglas.

¿Cómo establecer el orden? Se le llama gobierno corporativo y es el establecimiento de lineamientos claros sobre el funcionamiento de la compañía.

La mayoría de las veces se le relaciona con grandes corporativos pero en realidad, atañe a todas las corporaciones sin importar el tamaño o número de empleados y es uno de los principales puntos a mejorar hablando de empresas.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha estudiado el tema y en 1999 emitió los Principios de la OCDE para el Gobierno de las Sociedades, un documento que sirvió de referencia para que cada país emitiera principios según sus realidades.

Ante esto, en nuestro país el Consejo Coordinador Empresarial publicó el Código de Mejores Prácticas Corporativas, el cual adecúa las mejores recomendaciones para que las empresas instituyan el gobierno corporativo.

El gobierno corporativo no sólo es aplicable en empresas familiares sino que abarca a todas sin excepción.

En el mundo ideal, ¿cómo funciona?

El gobierno corporativo está constituido por el Consejo de Administración, varios comités que ayudarán a éste a trazar las estrategias empresariales -como el de auditoría, por ejemplo- la Asamblea de Accionistas y la gerencia.

El primero es el “espacio donde se define la estrategia, se discuten y resuelven los grandes temas de la empresa, el futuro, las inversiones e incluso el nombramiento y remoción de los directores y gerentes”, según define el estudio Empresas Familiares en México: El desafío de crecer, madurar y permanecer”.

Este Consejo no opera la empresa, sino que define su estrategia principalmente. Quien operará el día a día será la gerencia. Lo ideal es que en este Consejo se incluyan consejeros independientes, es decir, que no tengan ningún conflicto de interés dentro de la organización.

El consejo, a su vez, debe tener varios órganos intermedios que se dediquen principalmente, a tres rubros: auditoría, evaluación y compensación y finanzas y planeación. Éstos ayudarán al Consejo de Administración a desempeñar sus tareas. Éste, le presenta cuentas a la asamblea de accionistas, que está conformada por aquéllos que tienen una inversión en la empresa y es el “órgano supremo”, según explica el Código del CCE.

La realidad

Esta estructura es la base del gobierno corporativo pero, las condiciones en México distan mucho de permitir que todas las empresas lo implementen al pie de la letra. Sin embargo, no hay excusa para no hacerlo, ya que a todos niveles es posible implementar reglas.

En la realidad, éste debe ser simple y sobre todo, ser un “traje a la medida”.

“Gobierno corporativo no es una copia ni una receta de cocina, tienen que mantenerlo simple, hacerlo menos pero que cuide lo importante. Y otra regla es que tiene que ser a la medida porque a lo que cuida es a la familia, y todas las familias son diferentes, simple pero hecho a la medida”, explica Jesús González, miembro de la comisión de gobierno corporativo de Coparmex Nacional y consultor de KPMG.

En este sentido, el Código de Mejores Prácticas Corporativas del CCE, por ejemplo, es una guía para que las pymes mexicanas construyan su manual.

“Las cuatro figuras tienes que adaptarlas a tu realidad. Una empresa con ocho empleados no hace un Consejo, pero sí establece que una reunión cada tres meses para hacer un resumen de cómo se ven ”, asegura González.

En México, sólo 45% de las empresas familiares tiene establecido un Consejo de Administración, el resto se rigen por administradores únicos, lo que demuestra una “debilidad funcional” de las empresas familiares, ya que no tienen una manera de encaminar su estrategia.

“Esto revela que las decisiones se toman de manera más o menos reactiva, y que probablemente, los socios no se comunican de manera adecuada”, según un estudio llamado Empresas Familiares en México: El desafío de crecer, madurar y permanecer.

El especialista asegura que la esencia es poner lineamientos simples en todos los procesos: “Hay que poner reglas claras, por ejemplo, para repartirte las utilidades, que es una pregunta básica tengas 10 o 100 empleados”.

La mortalidad de las empresas por este tipo de situaciones es alta. Por cada seis empresas que se crean, sólo una llega a la tercera generación, esto debido, a la centralización del poder, según datos de la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros.

En este sentido, la recomendación de la Condusef es la creación de órganos de gobierno que descentralicen el poder y aseguren la permanencia en el tiempo.

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