Sin importar si ponía fin a una trayectoria laboral de 14 años, Antonio Otero Martínez cambió su vida como gerente de compras en Cinemex por una estancia en Canadá. El administrador de empresas escaló rápidamente en la compañía, inició como staff en el área operativa y tras cincos años llegó a la gerencia. Pero, ni un futuro prometedor en la organización frenó su decisión. Cambió la seguridad que le ofrecía su empleo y la permanencia por más de 10 años en un mismo sitio, por la convicción de buscar algo diferente para su vida.

“Sentí que era el momento de plantear un cambio en mi lo personal y profesional e ir a otro empleo no me daría lo que buscaba”, comenta Otero Martínez.

A la primera persona que comunicó su noticia fue al Director de Compras y a sus amigos de trabajo cercanos. Para algunos en la oficina —recuerda— contarles su plan de viajar a Canadá para estudiar y preparar un giro en su trayectoria representó una sorpresa. “Después de 14 años tal vez creyeron que nunca podría renunciar”, expresa.

En el ámbito académico es común escuchar sobre el año sabático, periodo que se utiliza para actualizarse y mejorar profesionalmente. Sin embargo, este concepto no debería limitarse a profesores; hacer un break (alto) es útil para cualquier profesionista, porque permite prepararse mejor y planificar los próximos años de trabajo, dice Guido Stein, profesor del departamento de Dirección de Personas en la escuela de negocios española IESE.

Poner distancia con la rutina del día a día, identificar ideas de negocio y replantearse el futuro laboral son causas atribuidas a este periodo de “desconexión”, agrega el académico. Para Alicia Becerril, coordinadora de Plan de Vida, Carrera y Competencias del Tecnológico de Monterrey, Santa Fe, la competencia que enfrentan el profesional por conservar su trabajo, sobresalir y ser “exitoso” genera un cuadro emocional que puede “empujar” a desear este receso.

El año sabático se entiende como un periodo de 12 meses seguidos en que la persona deja, voluntariamente, sus actividades laborales o académicas para realizar otras tareas. Aunque el break dure ese tiempo o más, la decisión tiene un impacto que el profesionista debe prever, refiere Roberto Esparza, director de la firma especializada en Atracción y Asignación de Talento.

Llegó el momento

Otero Martínez partió a Canadá en 2012 con la meta de actualizarse, a través de un posgrado, y después plantearse un cambio en el terreno laboral. “Desconectarse con un año sabático es como un volado, no siempre hay certeza de tener tu empleo al regreso, pero vale animarse para redefinir tu trayectoria”, aconsejo el administrador.

El concepto lineal de estudiar -contratarse- y estar en un mismo trabajo por años cada vez es más obsoleto, por eso los profesionistas están abiertos a realizar “altos” en su carrera, subraya Roberto Esparza. Los autores del libro Finding Keepers, Steve Pogorzelski y Jesse Harriot, señalan que los recién egresados de las universidades tendrán entre ocho y 14 trabajos en un promedio de 40 años.

Pensando en una carrera laboral de 40 años, antes de los 24 ó 26 años es el periodo idóneo para tomar un año sabático, porque da una dirección diferente de lo que será el desarrollo laboral. Es un periodo para “profesionalizar y especializar una pasión”, apunta Esparza.

Después de los 30 años, en la carrera media, el profesionista vuelve a experimentar la necesidad de replantear su esquema laboral y, en muchos casos, se da una insatisfacción profesional, por lo que considera hacer un break. En esta caso, tener un plan de qué escenario habrá tras el sabático es vital, pues “la empresa que se deje no tiene obligación de esperar al profesionista y hay un ejército de empleados dispuestos a quedarse con el puesto, esto es una consecuencia importante” aclara Esparza.

El momento profesional que menos riesgo implica para tomar un año sabático es la transición entre preparatoria y universidad, porque las responsabilidades son menores. Después se aconseja hacerlo entre los siete y 10 años de carrera, en promedio, pues es la etapa donde el profesionista busca definir y o hacer más productiva su vocación. Después de los 35, aunque no es imposible plantearse un break, hay más retos, como la familia o seguir ascendiendo laboralmente, señala el coach de carrera Andrés Hatum.

Cuando se tiene un puesto directivo, pensar en tomar meses de receso podía considerarse “suicida”, explica el coach, pero puede ser un periodo provechoso según la actividad que realice la persona. Hacer un posgrado en negocios es una forma de romper la rutina y hacer “conexiones” con otros ejecutivos sin desentenderse por completo de la dinámica de la empresa, apunta Roberto Esparza.

Plan en mano

Tomar un año sabático sin tener un plan de qué sucederá después no da buenos resultados, asegura Alicia Becerril. Precisa que la actividad a elegir (como viajar o estudiar) necesita tener un fin con beneficios posteriores, y esta acción debe responder a la pregunta ¿cómo me beneficiaré tras uno o dos años?

“No hay que ver el ‘alto’ laboral como ‘tendré tiempo para hacer lo que nunca puedo’. El break es un momento para frenar, reflexionar y mientras más edad mayor el análisis sobre las repercusiones de este acto”, puntualiza Roberto Esparza.

El peor error vinculado al año sabático es tomarlo por “desesperación”, por estar harto de la dinámica laboral. Eso es una “salida fácil y puede traer más problemas a largo plazo”, advierten los especialistas consultados.

Llevar un plan financiero ayuda, y mucho, para tomar la decisión de desconectarse por unos meses. Hay que planificar imprevistos que puedan surgir en ese periodo, puntualiza Alicia Becerril.

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