La tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en el primer semestre en el país apenas alcanzó 1.7%, reflejando un aumento muy moderado de la actividad económica. Sin embargo, indicadores recientes en materia industrial, ventas al menudeo y tasa de desocupación ubican a la economía mexicana en una zona de recuperación. ¿Serán estos indicadores el presagio de mejores tiempos?
La economía mexicana muestra ya algunas señales claras de recuperación. Esto hace que la mayoría de los economistas del sector privado visualicen un crecimiento de alrededor de 2.5% como factible este año. Los datos del Índice Manufacturero, así como el No Manufacturero del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), mostraron en agosto un aumento mensual de 2.2 puntos en cada caso, interpretándose como que el avance se consolidará en lo que resta del año.
Así, ya que el indicador IMEF Manufacturero se ubica en 51.6 puntos, esto muestra que se ha regresado a la zona de expansión. Esta recuperación en el sector manufacturero es consistente con la mejora en el desempeño de otros indicadores económicos, como: las mejoras en los Indicadores Coincidente y Adelantado, lo que fue consecuencia del buen desempeño de los componentes que los conforman.
En este último caso, el empleo en las manufacturas, las exportaciones no petroleras y la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) tuvieron variaciones favorables en el último dato reportado. Asimismo, se puede decir que el sector de la construcción en México, que ha resultado muy afectado en el último año y medio, ha llegado a un punto de inflexión y se esperan mejores noticias en ese frente.
Por su parte, las ventas al menudeo en el segundo trimestre presentaron indicios de recuperación, pero la mayor fortaleza se dará cuando la confianza del consumidor se recupere, cosa que no ha sucedido. De igual manera, la inversión pública contribuirá de manera relevante al crecimiento económico del país en el mediano y largo plazos. Por lo que si, en efecto, los recursos del sector público se orientan hacia un mayor grado al desarrollo de infraestructura, éstos tendrán una contribución positiva en la productividad.
Sin embargo, el crecimiento del PIB ha mejorado y mejorará, fundamentalmente por un aumento de las exportaciones, ya que la economía de Estados Unidos muestra un repunte, a su vez, en sus indicadores manufactureros, después del efecto transitorio, pero intenso, del mal tiempo en éstos.
En materia inflacionaria, se estima que se retome la tendencia a la baja y el Índice Nacional de Precios al Consumidor pueda terminar con un incremento en niveles cercanos al 4%, una vez que el efecto del incremento de impuestos por la reforma fiscal se haya diluido y toda vez que no se han generado efectos de segundo orden sobre otros precios.
En este entorno de indicadores de coyuntura, consistentes con un escenario de crecimiento, quizás lo más relevante a seguir continuará siendo la postura de la Reserva Federal (Fed). El nerviosismo en los mercados crece a medida que se acerca el final de la compra de los activos por parte de la Fed, prevista en octubre de 2014, ya que se espera que se inicie el ciclo de alzas en las tasas de fondos federales.
En este entorno, es previsible que esta menor liquidez incida en una depreciación temporal del tipo de cambio. Esta situación obedece, dado que las más altas tasas de interés nacionales, por encima de las de Estados Unidos, han atraído capitales especulativos de forma importante, que pueden retornar a su lugar de origen, conforme la Fed suba sus tasas.
Por este motivo no se pueden descartar episodios de elevada volatilidad en los mercados emergentes, pero en el caso de México, de mucho mayor estabilidad macroeconómica que otros países, las reformas anunciadas podrían ser un atenuador de fugas intempestivas y, más aun, de atracción de Inversión Extranjera Directa. En este ámbito se esperaría que el peso se sitúe alrededor de 13.30 pesos por dólar al final del 2014.
A manera de conclusión, se puede decir que con la aprobación de las 11 reformas estructurales y sus leyes secundarias es crucial mantener la salud de las variables económicas que han permitido estabilidad y diferenciación a favor de México respecto de otros mercados. Por eso los datos recientemente revelados del Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) revisten especial importancia en esta coyuntura, ya que hasta las fortalezas tradicionales del país, como su entorno macroeconómico, sufrieron una baja.
* Coordinadora de la Maestría en Economía y Negocios y directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México Norte