México requiere impulsar su crecimiento económico y la efectividad del gasto social a fin de reducir la pobreza, uno de los grandes desafíos que enfrenta la actual administración.

De acuerdo con los datos más recientes publicados por el CONEVAL, el porcentaje de personas pobres en el 2012, medido por su ingreso, fue de 52.3, frente a 51.7 registrado hace diez años, en tanto que la población en condición de pobreza extrema muestra una reducción mínima de 20.37% a 19.7%, en el mismo lapso. Si se hace la misma comparativa en relación a hace dos décadas, los porcentajes de personas pobres, 53.1, y en extrema pobreza, 21.4, muestran un escenario de una ligerísima reducción en términos porcentuales, no así en números absolutos, ya que representan un aumento de 15 millones de mexicanos pobres y de casi 5 millones en pobreza extrema, por el crecimiento poblacional.

De hecho de no haber sido, sobre todo, por el aumento de las transferencias gubernamentales a los pobres extremos a través del Progresa, en su momento, y su sucesor Oportunidades, ni siquiera se hubiera logrado la disminución porcentual en la marginación.

Muy ligada a la pobreza, está la desigualdad, y si bien se muestra una mejoría en el Coeficiente de Gini en los lapsos referidos, y la brecha en la infraestructura social entre los estados más pobres y ricos del país se ha reducido, el indicador sigue siendo alto y aún falta mucho por hacer, sobre todo en la parte monetaria o de ingresos.

En 2012, el 10% de la población más rica ostentaba el 35% del ingreso total de la población, en tanto que el 40% más pobre poseía poco más del 14% del ingreso total. Esto implica mayores opciones a los grupos marginados, en particular a los indígenas rurales, y en especial a las mujeres adultas mayores de este grupo poblacional, que sufren desproporcionadamente en términos de ingreso y de inclusión social.

México concentra el mayor número de etnias indígenas del Continente Americano y de los 803 municipios conformados por este grupo poblacional, poco menos del 50% se encuentra en condiciones de alta marginación. Adicionalmente, aunque México tiene uno de los gastos sociales más elevados en Latinoamérica, éste no es el más efectivo.

De acuerdo a Székely, en esta región se ha observado una reducción de la pobreza extrema en 13 puntos porcentuales en los últimos 20 años y el país latinoamericano promedio logra reducir la pobreza 15 veces más rápido que en el país, por cada punto de crecimiento económico.

De esta manera, no sólo sería deseable que en estados y municipios el gasto corriente no debiera absorber recursos que podrían destinarse a abatir el rezago social de manera responsable y coordinada, pero también el combate a la pobreza debería tener estrategia y rumbo. Es decir, definición y cuantificación detallada de la población objetivo; instrumentos adecuados de planeación, particularmente de mediano y largo plazos; orientación a resultados de acuerdo a una planeación exitosa; así como suficiente coordinación interinstitucional y regional.

Empero no basta con la instrumentación de programas gubernamentales de desarrollo específicos para asegurar los resultados deseados, es necesario también fortalecer el ingreso, a través de crecimiento económico y la adecuada distribución del mismo.

Los datos de pobreza en México son económicamente vergonzosos y moralmente inaceptables. Las reformas estructurales resultan impostergables para detonar aumentos del Producto Interno Bruto (PIB) superiores a alrededor de 2.5%, tasa promedio histórica de crecimiento en los últimos veinte años, como también lo es, la mejora en la operación de los programas sociales.

* Es coordinadora de la Maestría en Economía y Negocios y Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México Norte.

Google News

TEMAS RELACIONADOS