SAO PAULO, Brasil.— De cabello claro y carácter afable, Woods Staton, presidente ejecutivo de Arcos Dorados, el mayor franquiciatario de McDonald’s en el mundo, nos recibe en un salón de la Universidad de la Hamburguesa en la capital financiera de Brasil. El millonario de origen colombiano comparte su experiencia en los negocios.
Con 2 mil 160 restaurantes de McDonald’s, 2 mil 748 centros de postres y 318 McCafé en 20 países de América Latina, el fundador de Arcos Dorados anticipa que tiene “apetito” por seguir con un crecimiento robusto en la región y casi duplicar el número de sus puntos de venta actuales, lo cual representaría llegar a cerca de 10 mil unidades.
Actualmente, la firma que cotiza en la Bolsa de Valores de Nueva York (NYSE, por sus siglas en inglés) con una facturación de 2 mil 928 millones de dólares anuales y ganancias por 76 millones de dólares, tiene un panorama positivo para el crecimiento económico de América Latina.
Como empresario, ¿cómo define el éxito?
—El éxito es ser o no ser feliz. Esa felicidad te la trae un equilibrio, entre lo que es emocional, social y material, en el sentido que te da tranquilidad de que vas a seguir vistiéndote. Y creo en lo intelectual, social, espiritual, que estén en equilibrio. Para otras personas es otro el equilibrio.
A sus hijos y nietos, ¿cuál es el consejo que les daría para lograr la continuidad en la empresa y continuar creciendo el negocio?
—Les debe de gustar lo que están haciendo, el ramo no pueden verlo como un trabajo, no como sacrificio, tienen que verlo como algo que les da placer.
Y el otro consejo que les daría es que no es solamente el trabajo, sino hay que poner equilibrio con la familia, los amigos, el trabajo, con la parte interna.
¿Cuál es su anécdota de mayor éxito o el golpe de suerte?
—Yo soy producto de mala suerte. Vengo de una familia que era embotelladora de Coca-Cola, me peleé con mis primos, eso fue para mí, en ese momento catastrófico, pero si no hubiera pasado eso, no estaría haciendo lo que hago hoy. Doy gracias por esa catástrofe y creo que es parte del éxito, ¿cómo encontrar la forma de convertir lo negativo en algo positivo? Es parte de la vida, es la actitud.
En América Latina es difícil que una empresa sobreviva, ¿por qué su empresa tuvo éxito y qué hizo diferente?
—En primer lugar rodearme de gente que es mucho más inteligente que yo. Tenemos un equipo de primera que hay que dejar que trabaje. También prestarle mucha atención a los detalles y ver el mediano y largo plazos, no dejarse llevar por las cosas cortoplacistas que te impactan.
¿Qué indicadores revisa diario y le preocupan?
—Las ventas, veo mucho la venta todos los días, no sólo cuánto facturamos en dinero, también las transacciones, la gente que pasa por nuestras puertas. Eso es quizá lo que más veo.
También cuando voy al restaurante y hablo con gente de la compañía, si están en buena onda, mala onda, esos son indicadores soft (suave).
Para aquellos que son emprendedores, ¿cuál es su recomendación sobre asumir deuda?
—Sí, pero deuda de los familiares, que si no pueden pagar te van a dejar vivo, porque el riesgo de un emprendimiento nuevo es altísimo, y la probabilidad de que falles es altísima, yo creo que todos los buenos empresarios tienen fallas, es decir, han tenido un montón de cosas donde han fallado, si no han tenido fallas o mienten o no son empresarios.
¿Cuál es su visión de Arcos Dorados en los próximos 10 años?
—Dependerá mucho de las economías, dependerá de nuestra capacidad de competir con todos estos factores de tipo de nuevos restaurantes. Lo veo con optimismo, tenemos un equipo bueno, soy de la idea que América Latina en general está saliendo de un bache y que vamos a empezar a estabilizar.
¿Pero en cifras?
—Creo que podemos casi duplicar en los próximos 10 años en puntos de venta no en restaurantes, quizá menos, podemos crecer.
El problema de nosotros es tener un ritmo de crecimiento que no te lleve demasiado alto o bajo y que sea constante.
Buscar una buena ubicación es muy complicado y los tiempos desde que viste el lugar hasta la apertura son cerca de dos años, en ese periodo pueden pasar muchas cosas, si uno lo apresura, uno escoge mal y no hay marketing que te arregle una mala ubicación, ese es el gran factor, no limitante, el factor decisivo, es buscar un factor de crecimiento sostenible en los buenos y malos tiempos.
Se dice que todos pueden hacer una hamburguesa mejor que McDonald’s, pero nadie vende como esta empresa, ¿cuál es el secreto del crecimiento de la firma?
—Lo que dijo el fundador, nosotros tomamos el negocio de hamburguesas más seriamente que cualquier otro, nos metemos en todos los detalles, tenemos una relación muy especial con los proveedores, somos muy buenos en bienes raíces, en escoger bien y somos muy disciplinados. Hay algo que es consistente en todos los países y locales sin ser rígidos.
¿El mercado de Cuba sería atractivos para Arcos Dorados?
—Si, no sé, la verdad no lo hemos visto, creo que debemos ver lo que pasa con Estados Unidos y Cuba.
¿Para usted sería atractivo?
—No sé, tendría que mirar y fijarme. Sí puede ser, no es algo que pienso.
¿Salir de Venezuela salió por su mente?
—Sí, pero no seriamente, creo que Venezuela es un país que tiene un futuro fantástico, la marca está muy bien posicionada en Venezuela y creo que hay que seguir creyendo en esa nación; es un país grande y rico, hay que esperar a ver qué pasa.
En México, los sueldos que se pagan a los jóvenes no alcanzan ni para comprar ropa o comer sanamente, al contrario se ve una compañía que factura 76 millones de dólares anuales en ganancias, ¿cómo ve la desigualdad?
—En Latinoamérica ese es el problema y en el mundo, si ves desde la crisis 2008 y 2009 hasta ahora en Estados Unidos la generación de riqueza sólo cayó al 1% de la población, no es un problema del mexicano, es un problema mundial. ¿Cómo se arregla eso? Yo no sé, pero hay que arreglarlo.
Yo creo que cuando tienes jóvenes que no pueden vestirse y alimentarse bien, se puede perder una generación.
Como empresa lo que sí podemos hacer es generar el primer empleo formal, darle entrenamiento, enseñarle valores y que esos chicos o chicas puedan tener un currículum y trabajamos para después tener un curso en mantenimiento o electrónica que tenga validez nacional y así les sea fácil encontrar otro empleo.
Que sea vea que hay una avenida y esperanza, lo peor que puedes tener es que no haya esperanza.
Con el caso Odebrecht y la corrupción a escala regional, ¿cómo evitan ustedes la corrupción?
—No toleramos la corrupción, yo he trabajado en América Latina más de 35 años y jamás hemos tenido una oferta o mala invitación. Cuando uno comienza con una actitud de que no harás nada, la gente sabe que con esa compañía no se puede. Pero el tema de corrupción es gravísimo en América Latina y en el mundo, en la medida que se pueda mejorar y erradicarlo es bueno y necesario.