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Eran novios y él se lucía pagando la cena y el cine. Ella intentaba pagar al menos la propina pero él, galante, sacaba el efectivo antes de que ella pudiera siquiera buscar dentro de su bolso. Salieron durante semanas hasta que por fin los dos se animaron y se dieron el sí. Las semanas se convirtieron en meses y él comenzó a mirar como su cartera se vaciaba. Ella ya ni siquiera se esforzaba en poner una parte.
Los meses se convirtieron en un par de años y decidieron comenzar una vida juntos.
Él se lamentaba porque sus bolsillos estaban vacíos, pero veía cómo ella se compraba bolsas y se iba con sus amigas a comer.
El resentimiento se le empezó a anidar dentro. Creció y creció hasta que un día... decidió hablar, pero no lo hizo, sino que gritó, y las cosas no se pusieron divertidas. Basta de preguntarles a los vecinos de ambos.
No es una historia de terror, es una pareja que nunca habló de dinero. Él se quiso adornar en el noviazgo y ella se acostumbró; al juntar sus vidas, ninguno de los dos puso las cosas en claro y formaron parte de las estadísticas, porque desgraciadamente, el dinero es uno de los principales factores de pelea en las parejas.
De acuerdo con una encuesta realizada por PayPal, 60% de las parejas discute por esta razón al menos una vez al mes y en la crisis de 2009, por ejemplo, 54% enfrentó problemas relacionados con éste.
La economía lo explica
Es mejor platicar al respecto y poner las cosas en claro desde un inicio. Un estudio de la Universidad Estatal de Kansas encontró que las discusiones por dinero son el principal signo que prevé un próximo divorcio.
El análisis encontró que aquellas parejas que tuvieron más peleas por esta razón al inicio de su matrimonio estuvo insatisfecha más rápido.
Los tiempos han cambiando y con ello la asignación de roles y dada la economía, que los dos trabajen ya no suele ser una opción, sino que se convierte en imperativo.
Pero, ¿en qué proporción aportar? En este sentido, Paula Szuchman y Jenny Anderson, dos periodistas estadounidenses que se dieron a la tarea de analizar la economía en las relaciones de pareja en un libro llamado “El negocio del matrimonio”, en el que proponen una división de tareas y también de cuentas basada en esta ciencia social que resulta por demás clara.
Ellas se preguntan, ¿por qué la economía y no la aromaterapia para ayudar a tu matrimonio? La respuesta parece sencilla: “Porque la economía ofrece soluciones lógicas y desapasionadas para lo que, con frecuencia, pueden parecer disputas domésticas espinosas, ilógicas y muy emocionales”.
En este libro buscan aplicar los principios económicos básicos para sacar el máximo provecho de los recursos y comparan al matrimonio —si no estás casado, aplícalo a la relación de pareja— con una empresa.
“El matrimonio es una empresa que prospera en los buenos momentos, pero que, en otros, es como correr un maratón a la mañana siguiente de una noche con demasiadas copas en el cuerpo. Más parece un trabajo”, aseguran. Un trabajo que en una gran parte de las ocasiones se vuelve emocional.
El truco es potenciar los preciosos recursos que tienes y asignarlos de la manera más inteligente.
Ahora, ¿cómo lograrlo? Para explicar la división del trabajo, las autoras echan mano de dos de los economistas más estudiados y reconocidos: Adam Smith y David Ricardo, considerados padres de la economía moderna.
En su obra “Investigación sobre la naturaleza y causa de la riqueza en las naciones”, Adam Smith sostenía que el secreto de la riqueza se basaba en una división del trabajo basada en la especialización, explican las autoras.
Aplicado al matrimonio, esto lleva a que la división del trabajo 50%/50% quizá no es la mejor idea, porque aunque es algo que parece justo, los dos no tienen las mismas habilidades.
Esto lleva a pensar en David Ricardo, un economista británico que presentó la teoría de la “ventaja comparativa”, la cual explica que “no es eficiente que cada uno se ocupe de cada tarea en la que es bueno, sino sólo en aquellas en las que, en comparación con otras, es relativamente mejor”.
Comunicación y transparencia
Se trata de que cada quién haga lo que le sale mejor respecto al otro y dividir el trabajo de una manera en la que los dos se sientan a gusto.
Esta propuesta puedes aplicarla tanto a deberes del hogar, como a la división del dinero y a la relación entre ambos para evitar enojos y pleitos.
Pero para lograrlo, se necesitan dos ingredientes clave: comunicación y transparencia.
Hay un término que se ha manejado para denominar la falta de éstas y es “infidelidad financiera”.
Un botón de muestra: en Estados Unidos, de acuerdo con una encuesta realizada por el National Endowment for Financial Education, 31% de los que suelen combinar sus finanzas con su pareja la ha decepcionado en este tema al haberles escondido dinero, compras o cuentas de banco.
El impacto en la relación fue importante: uno de cada cinco reconoció que esto causó que la confianza disminuyera y 16% reconoció que esto derivó en el divorcio.
“Cuando nos casamos, la billetera no se queda fuera del altar. No deben existir secretos financieros”, asegura Javier E. Angulo en el libro “Lo tuyo, lo mío y lo nuestro: Para que el dinero no sea un problema en casa”.
En cuanto a la comunicación, hay varios elementos que tienen que saber ambos: cuánto ganan, cuánto gastan individualmente y cuánto están gastando en pareja, asegura Sandra León, coordinadora de educación financiera del Museo Interactivo de Economía (MIDE).
“La comunicación en la pareja es muy importante, en temas de dinero, no hay nada que se pueda omitir, porque por eso resultan los problemas a futuro y en función de estas tres preguntas vamos a poder ir midiendo la carga de dinero que va a aportar cada uno”, explica León.
Muchas veces uno gana más que el otro y algunas situaciones pueden ser injustas, pero por eso es necesario que se comuniquen y que encuentren el mejor escenario posible para ambos, aún si esto implica no dividirlo a la mitad, como podría parecer más justo.
Cada uno tiene sus propios gastos y es necesario que hagan cuentas de sus propias necesidades para que cuando quieran planear los gastos que hacen entre los dos, tengan la cantidad suficiente para destinarla a cada rubro.
Esta planeación es sumamente importante. ¿Cuáles son sus gastos fijos? Luz, agua, renta y demás cosas que hay que pagar de la casa, por ejemplo.
Estos gastos son inamovibles, así que si desean planear cada uno por su parte, primero hay que considerarlos.
Seguramente hay planes que quieren llevar a cabo juntos, así que es recomendable implementar una especie de caja de ahorro para ello, explica la experta del MIDE.
Si se viene alguna fecha importante, tener este dinero guardado ayudará a que ninguno de los dos tenga que dar el tarjetazo para salir del paso.
“Si se les está antojando hacer algo espectacular, platiquen y destinen una cantidad para ello”, explica León.
La parte que les corresponde tiene que venir contemplada en el presupuesto de cada uno.
A pesar de toda esta planeación, seguramente pasarán por momentos financieramente duros y que atenten contra su futuro financiero, asegura Sheri Stritof, experta en matrimonio en el sitio marriage.about.com.
Justo en esos momentos es en los que la comunicación y la transparencia en los gastos que se hacen deben ser un imperativo.