Al principio sólo eran miradas y sonrisas. Pero conforme fue pasando el tiempo empezaron a comer juntos una y otra vez y a contarse intimidades como si fueran viejos amigos. Después de eso, llegaron las salidas al cine y la invitación a pasar al departamento del otro después de la cena.

Hasta ahí, sonaría como el inicio de cualquier relación amorosa que marcha muy bien. Sin embargo, el detalle que marca la diferencia es que él es analista y ella es la jefa del departamento.

La historia es ficticia, pero ilustra la facilidad con la que dos personas pueden enamorarse. ¿Es que está mal tener una relación amorosa en la oficina? No, de hecho, es en donde se pasa más tiempo y donde es muy normal que surjan este tipo de relaciones. Incluso es común que tengan un final que termine en el altar.

Según la encuesta que realiza CareerBuilder en San Valentín, 41% de los trabajadores ha salido con un colaborador y de estas relaciones, 30% acabó en matrimonio.

Sin embargo, la complejidad aumenta cuando esta relación se da entre un subordinado y un superior. Si tener un romance en la oficina no es algo sencillo porque involucra dos esferas de la vida que pueden ser difíciles de manejar sin que una se vea afectada, lo es más cuando es una relación vertical. En realidad, no es algo que ni especialistas ni la literatura al respecto recomienden porque conlleva varios aspectos que complican la situación. Por supuesto, en la realidad, sucede.

Según esta medición de CareerBuilder, de los que tuvieron un amor en el lugar de trabajo, 29% salieron con alguien de una posición más alta que ellos y 15% aceptó salir con su jefe. La cifra es muy similar en una encuesta realizada por la Society of Human Resources Management de Estados Unidos: Uno de cada 10 ha tenido una relación con su superior. En México, tener o haber tenido un romance en la oficina es verdaderamente común. 56% admite haberlo tenido, de acuerdo con una encuesta realizada por Trabajando.com.

En primer lugar, esta relación de poder hace que las cosas puedan confundirse a nivel sicológico. Rodrigo Peniche, sicoanalista y profesor de tiempo completo de la facultad de Psicología de la UNAM lo explica: “Puede ser real que surja una relación de verdad, pero en las relaciones se da algo que se llama transferencia. Tú como subordinado le puedes estar colgando a esa autoridad emociones o ideales que realmente no le corresponden a esa persona sino que son de tu ayer y viceversa, esa autoridad le puede colgar necesidades de protección y roles que no le pertenecen”. Lo que quiere decir que es muy posible que esta relación sea sólo un “flashazo” momentáneo, el cual, si no se lleva con cautela, pueda afectar la carrera laboral de ambos.

Es posible que del entorno laboral surjan relaciones duraderas (ahí está ese 30% que se casó con su superior), pero las probabilidades son mínimas. El problema de estas situaciones es que se suelen desarrollar en el ámbito inconsciente, lo que dificulta que los involucrados se den cuenta de cómo puede llegar a afectarles.

¿Qué hacer?

Cuando se desarrollan estas relaciones, es necesario tener una gran capacidad de observación consigo mismo. “Tener un romance con un jefe añade poder, peligro y emoción a nivel sicológico. Sin embargo, lo primero que tendrías que preguntarte a ti mismo es: ¿Te gustaría aún tu jefe si no lo fuera?”, explica una guía para los romances en el lugar de trabajo realizada por la empresa reclutadora global Monster. Aunado a esto, un grupo de amigos cercanos que te puedan dar su opinión objetiva al respecto también es de mucha utilidad, explica el especialista.

El objetivo es preguntarte si te estás enamorando de la persona o de la posición, y ser completamente honesto mientras haces esta reflexión, porque cuando te estás enamorando del poder y de la emoción, puedes dañar tu reputación profesional, te puede costar el trabajo o puede resultar en acusaciones de acoso, explica esta guía de Monster. Pero las cosas no son blanco o negro, sino que existen matices e historias felices.

“No se trata de satanizar este tipo de relaciones, ni de decir que si están en esta situación renuncien, porque puede resultar que sí es verdadera la relación. Pero por algunas que son verdaderas, hay muchas que no”, explica Peniche.

Dificultad para ambos

De las dos partes, las cosas se hacen más complejas. Del lado de quien lleva la autoridad, ésta se puede ver muy comprometida debido a las dudas que puede generar este tipo de relaciones.

En este sentido, coincide el estudio realizado por la SHRM, el cual encontró que entre los empleados generaba descontento por los juicios poco objetivos a los que se pueden prestar este tipo de relaciones: 40% asegura que los empleados se quejan por este favoritismo entre los trabajadores involucrados en una relación romántica.

Así, este tipo de relaciones suelen tener consecuencias en el desempeño y en el comportamiento de ambos colaboradores, tanto positivas como negativas.

El estudio Something to Talk About: Romantic Relationships in Organizational Settings, realizado por la Universidad de Connecticut, sostiene que entre los cambios positivos que pueden ocurrir es que se vuelva más fácil la relación y que ambos se vuelvan más productivos.

Pero también puede ocurrir que el superior ignore quejas sobre el desempeño del subordinado, que éste aumente su poder, que muestre favoritismo hacia este subordinado, que le suba el sueldo o que lo promueva.

Este estudio sostiene que los romances jerárquicos tienen un mayor potencial para que exista un desequilibrio de poder en la relación, lo cual puede derivar más fácilmente en un daño, tanto a los participantes como al grupo y a la productividad en general.

“Cuando la relación está avanzada y la emoción de haber encontrado una pareja emocional nueva disminuye, los romances jerárquicos lideran una mayor pérdida de productividad que los romances entre pares”, sostiene este estudio.

Este tipo de relaciones, como es lógico, al menos de inicio, se suele llevar en la clandestinidad. Si bien en México las políticas laborales no suelen ser claras al respecto en las oficinas ni tampoco está contemplado en la legislación laboral, en Estados Unidos este tipo de políticas se ha recrudecido. 99% de aquellos que tienen una política de este tipo en su lugar de trabajo, contestó que los romances entre supervisores y subordinados está prohibido.

¿Por qué? Porque este tipo de políticas está diseñado para proteger a la compañía de abuso sexual si la relación acaba y el subordinado reclama que el supervisor está haciendo peticiones inapropiadas, sostiene el estudio de la SHRM.

Pero también es común que esta clandestinidad no esté originada por las políticas de la empresa sino porque uno de los dos tenga pareja fuera de la oficina. Lo cual, sobra decir, se convierte en sumamente problemático.

Según los números de CareerBuilder, 19% de los romances involucró el que al menos uno de los participantes estuviera comprometido.

“Cuando uno se mete en situaciones clandestinas es complicado porque vienen sentimientos de culpa y es posible sabotearse, y eso puede llevarnos a meternos el pie”, explica el sicoanalista. Este sabotaje (que suele ocurrir de forma inconsciente), puede consistir en que el propio colaborador cometa errores que comprometan su propio trabajo, por poner sólo un ejemplo.

Cuando se está envuelto en este tipo de relaciones es necesario estar consciente de que los rumores en la oficina serán una constante, sobre todo cuando se mantiene de manera clandestina. ¿Cómo aminorar que los compañeros hablen del romance? Si la relación es genuina, es recomendable darla a conocer porque así los colaboradores tendrán menos de qué especular.

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