Mañana se cumplen 10 años de la quiebra de Lehman Brothers, en ese entonces el cuarto banco de inversión más grande de Estados Unidos y cuya ruina detonó la crisis financiera internacional más profunda de la que se tenga registro en la historia reciente.
A una década de la debacle, la crisis no sólo dejó su marca indeleble en el ámbito financiero y económico, sino que logró trascender al terreno político, y dio lugar al resurgimiento de corrientes populistas en muchos países, como México, coincidieron especialistas.
“Esta crisis que golpeó a millones de familias en Estados Unidos y otros lugares de Europa dio lugar a respuestas populistas. El hecho de que hoy haya gobiernos populistas en una buena parte de países es resultado directo de la crisis financiera global de 2008-2009”, advirtió Carlos Serrano, economista jefe de BBVA Bancomer México.
“Frente a los aumentos del desempleo, las pérdidas globales y la creciente desigualdad, los votantes mostraron un enojo ante los políticos tradicionales y los modelos que se venían siguiendo, y ante esta situación de desesperación en muchos lugares del mundo los votantes decidieron ir por soluciones que parecen fáciles a problemas complejos y por lo tanto han elegido líderes populistas”, agregó el especialista financiero.
Una de las características más importantes de esta crisis financiera, a diferencia de otras, es que llevó a una recomposición no solamente en el orden económico, sino también en el político y social en muchos países, como es el caso de México, en el cual un nuevo grupo político llega por primera vez al poder, afirmó Verónica Zepeda, líder del Colegio de Economía de la Escuela Bancaria y Comercial.
La crisis financiera originada por la especulación financiera llevó a que cayeran gobiernos democráticamente electos en Europa. Por ejemplo, Grecia, cuyo gobierno se vio obligado a entrar un programa de ajuste importante; en España el liderazgo cambió de signo, o Italia, que también tiene problemas, comentó Aníbal Gutiérrez, profesor e investigador de la Facultad de Economía de la UNAM.
Muchos gobiernos invirtieron en mercados altamente especulativos y al no recuperar los recursos por las quiebras entraron en una crisis fiscal importante. Estos problemas hicieron que se volviera a debatir sobre si debe o no el Estado tener una mayor regulación y supervisión sobre el sistema financiero y la economía en general, comentó el académico.
La crisis financiera internacional de 2008-2009 representa una lección muy importante porque fue un evento que puso en evidencia la falta de regulación e, incluso, el abuso de algunas instituciones financieras que quedaron al margen de la regulación de los bancos centrales o de las autoridades financieras y que incurrieron en riesgos que pusieron en entredicho la estabilidad del sistema financiero global, comentó Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody’s Analytics.
Los cambios regulatorios a escala internacional permiten un sistema financiero mucho más sólido. El nivel de capital en las principales economías del mundo es de tres a cinco veces mayor al que se tenía hace 10 años.
Un problema que se tenía en la crisis es que los bancos tenían altos niveles de apalancamiento, lo que se veía reflejado en muy bajos coeficientes de capital, explicó Serrano.
La principal lección de la crisis, en opinión del especialista bancario, es que altos niveles de apalancamiento son peligrosos, sea por instituciones financieras o para los acreditados de las instituciones financieras, para familias y empresas, por lo cual es importante reducir los niveles de apalancamiento.
“Una segunda lección, es que la regulación y supervisión financiera son importantes. Hay quien creía antes de esta crisis que los mercados podían autorregularse, que la disciplina del mercado era suficiente; ya vimos que no, por lo que es que es importante contar con el mecanismo de supervisión y regulación adecuado”, agregó Serrano.
Para el representante director de Moody’s Investors Service en México, Alberto Jones, en estos 10 años se le dio vuelta a la crisis. En su opinión, el legado de ese suceso han sido los cambios regulatorios para el fortalecimiento del sistema financiero global.
Jones resalta que durante ese tiempo, es decir, desde el 15 de septiembre de 2008, han ocurrido muchas cosas en el tema de regulación del sector bancario, no sólo de Estados Unidos y Europa, sino en el plano global, como los acuerdos de Basilea.
“Estos cambios han sido muy propicios para favorecer una mejor situación crediticia, de liquidez, capitalización y disminución y mitigación de riesgos, así como de controles y gobierno corporativo”, detalla. Todo ha sido favorable para el sistema financiero global, afirma.
El Instituto Brookings, a través de su Centro Hutchins de Política Fiscal y Monetaria, matiza que es importante que a 10 años de distancia se puedan comprender las decisiones tomadas por las autoridades estadounidenses durante la crisis financiera para enfrentar eventos futuros.
En México, la crisis tuvo efectos directos por la estrecha relación con Estados Unidos, lo que se reflejó en los envíos de remesas, el descenso de la producción industrial y en restricciones de crédito, en especial el hipotecario.
En 2008 el Producto Interno Bruto (PIB) avanzó sólo 1.1%, cuando se esperaba una expansión de 2.8%, resultado que fue la antesala del desplome de la economía mexicana de 6.5% en 2009, la peor caída en 77 años.
Para el vocal ejecutivo del Fondo para la Vivienda de los Trabajadores al Servicio del Estado, Luis Antonio Godina, hoy estamos muy lejos de esa situación en México.
“La principal lección que extraigo de eso es cómo mantener instituciones como el Fovissste debidamente financiadas y sanamente fortalecidas”, apunta.
De ahí que destaca que se debe mantener la prudencia en el régimen de inversiones.
“No invertimos en papel riesgoso, los fondos de los trabajadores están invertidos en instrumentos de largo plazo, bonos de gobierno, en fin... Creo que esa es la principal lección: mantener las instituciones hipotecarias como el Fovissste totalmente sanas en materia de fondeo”, pondera.
En general, tras la crisis financiera ha habido un fortalecimiento, una mejor supervisión y se han mejorado los mecanismos de regulación en general, con excepción de Estados Unidos, donde se han dado algunos pasos de regresar un poco hacia el pasado, comentó Coutiño.
Su opinión es que no va a progresar mucho. A final de cuentas el periodo del presidente de Estados Unidos dura cuatro años con opción a reelección, pero no se va a hacer mucho en términos del desmantelamiento de los controles y regulaciones que se establecieron en ese país.
El resto del mundo en general no está siguiendo esos pasos; al contrario, está reforzando esos mecanismos, de tal manera que, independientemente de lo que pase en Estados Unidos, este proceso de fortalecimiento de la estructura financiera en el mundo va a continuar avanzando.
“Yo tengo una opinión positiva en ese sentido, y creo que ha ayudado y va a mejorar todavía más en el futuro”, concluyó Coutiño.
Para economistas del banco J.P. Morgan, la próxima crisis puede llegar tan pronto como en 2020, según un documento de análisis publicado ayer. Si bien el ejercicio considera una recesión menos dolorosa que la de hace 10 años, el inconveniente es que los bancos centrales no podrán usar los “chorros” de liquidez que ayudaron a suavizar el golpe de 2008.
Pese a los 10 años de distancia de la quiebra de Lehman Brothers, hay expertos que reconocen que al fenómeno se le dio la vuelta, pero también advierten que no hay razón para confiarse de casos como la banca paralela y el surgimiento de un nuevo sector que está cobrando auge con la tecnología financiera.
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