En la mañana que saliste a trabajar traías 100 pesos en la cartera pero apenas llegas a casa y sólo encuentras en la solapa de tu saco una moneda de 10 pesos y algunas moneditas regadas por las bolsas de tu ropa. Tratas de hacer memoria pero sólo vienen a tu cabeza las papas, los chicles y el refresco que compraste en la tienda. Ya, en serio, ¿en qué te lo gastaste?

Seguramente ya no lo recuerdas, a pesar de que hagas memoria. Este tipo de gastos se escapa de tu bolsillo sin que apenas te des cuenta de ello, pero al final de mes pueden resultar una carga que es constante y que no te deja despegar financieramente.

Son principalmente gastos variables. Tú tienes claro cuánto pagas de renta, luz, agua, etcétera, pero casi seguro que no sabes cuál es la cantidad que destinarás a comer fuera de casa, tomar cafés, comprar papitas, chicles, refrescos, botellas de agua y cualquier artículo parecido.

“Son lo gastos que regularmente se nos escapan del radar, son los que no tenemos contemplados y precisamente por eso empezamos a gastar más y más y es cuando viene el desfalque al final del periodo, ya sea semana o quincena”, explica Sandra León, coordinadora de educación financiera del Museo Interactivo de Economía (MIDE).

El tema es antiguo y se ha tocado en la literatura desde hace siglos. Los consejos para evitar este tipo de gastos datan por lo menos del siglo XVIII, cuando Benjamín Franklin, uno de los considerados padres de Estados Unidos, escribía una serie de aforismos —sentencias breves que se proponen como regla— bajo el pseudónimo de Richard Saunders, relacionados con el éxito en la vida en el Almanaque del pobre Richard. Por cierto, en su tiempo un éxito en ventas en las entonces colonias británicas en América. Se llegaron a imprimir unos 10 mil ejemplares.

En el último año en el que publicó este almanaque luego de 20 años consecutivos, en 1758, Franklin recopiló muchas de las enseñanzas publicadas ya en El camino de la riqueza.

Ahí, uno de los reconocidos entre los grandes pensadores norteamericanos enunció bajo el pseudónimo de Richard el aforismo que puede resumir la importancia y el impacto de los gastos fuga:

“Cuídate de los pequeños gastos: una diminuta fuga terminará por hundir a un gran barco”.

Seguramente quieres evitar el hundimiento de ese “gran barco” que es tu situación financiera. El antídoto infalible es, según varios expertos, la elaboración de un presupuesto.

“Un presupuesto te ayuda a saber cuánto es lo que ganas, cuánto es lo que tienes y cuánto es lo que puedes destinar a los gastos fijos y variables”, explica Sandra.

Un asunto complicado.Pero el problema puede parecer más complejo que eso ya que se suelen involucrar una serie de factores.

No sólo es necesario —es esencial, de hecho— hacer un presupuesto, sino también hay que analizar si necesitamos realmente lo que estamos comprando y si en realidad no corresponde a la necesidad de paliar alguna otra creencia como la de que para qué trabajar si no es para gastar, por mencionar sólo una.

Una de las formas de detectar este tipo de actitudes es identificar la manera en la que nos relacionamos con el dinero, según sostiene la coach especializada en psicología del dinero Aurora Medina.

Ella recomienda observarse a sí mismo a la hora de pagar algún bien o servicio y estar atento a las emociones que “le colgamos” al dinero.

“Si comenzamos a observar todas nuestras compras nos daremos cuenta de la cantidad de emociones negativas con las que manejamos nuestro dinero, además nos daremos cuenta del por qué no podemos llegar a la prosperidad pues no se puede atraer algo positivo con tanta negatividad”, explica en su sitio.

Una vez que ya se identificaron las emociones con las que se pagan los productos es necesario redirigir la energía de manera positiva, es decir, buscar el bienestar en cada compra, según su teoría.

Aurora lo ejemplifica así: “si te quejas de tener que pagar el estacionamiento, piensa en todo lo bueno que te brinda el no tener que estar dando vueltas calles y calles para encontrar un lugar que quizá no es seguro para tu auto, agradece que alguien invirtió en ese terreno y tuvo la magnífica idea de convertirlo en un lugar en donde puedes dejar tranquilo tu auto”.

Ya sea bajo ésta o bajo cualquier perspectiva, es necesario que te analices y veas en qué estás gastando.

Iniciar puede ser difícil: a nadie le gusta darse cuenta de sus propios errores. Pero piensa que apenas atravieses este trago amargo la realización de un presupuesto y el orden de tus finanzas puede convertirse en un hábito.

Primero, siéntate y escribe. No te conformes con hacerlo mental. La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) concluyó, con base en datos de una encuesta realizada por IPSOS Bimsa, que “parece haber una conexión entre no registrar ingresos y gastos y los problemas de dinero”.

Si no apuntas cuánto dinero entra y cuánto dinero sale es más difícil que logres poner orden y no gastar en lo innecesario.

Detectar estos gastos fuga puede ser más complicado de lo que parece. La Profeco identificó que no sólo papitas, chicles, refrescos, botellas de agua, cafés y comidas fuera se encuentran en la lista. Incluso también están las propinas, los costos de transporte y las telecomunicaciones.

No se trata de privarte de gustos, sino de analizar bien tus necesidades y ajustar el gasto a ello, y eso, te lo permite un presupuesto.

“No se trata de sacrificar. Si tu piensas que no hay mejor café que el de tal cafetería, cómpratelo, pero el presupuesto va a ayudarte a saber cómo puedes compensar esos 30 pesos con otro tipo de gasto. puedes jugar con tus variables sin dejar de darte tus gustos. Es administrar tus recursos y tu dinero para que no te veas en la necesidad de trabajar a tus 70 años”, asegura la experta del MIDE.

Sin embargo, Franklin era un poco más tajante a este respecto: “‘Con lo que se sostiene un vicio se pueden educar dos hijos’. Tal vez tú pienses que un sorbo de té y un trago de ponche de vez en cuando, una comida un poco más costosa, unos trajes un poco más finos y un poco de diversión de tarde en tarde no importan mucho, pero recuerda que el pobre Ricardo (Ricardo era su propio pseudónimo) dice ‘muchos pocos hacen un mucho’”.

Transporte

¿Cuánto te cuesta llegar al trabajo? Quizá un boleto de Metro, o sea, cinco pesos. Pero oh, oh, hoy te levantaste tarde y tuviste que tomar taxi. O quizá ni siquiera te has dado cuenta de la mejor ruta para llegar a la escuela de tus hijos y estás tomando el camino más caro, considerando que tienes que tomar más autobuses. La recomendación es planear mejor tus tiempos y encontrar la mejor ruta, según Profeco.

Principal Afore hace un cálculo sobre los taxis que tomas por falta de tiempo. Si tomas uno por semana y éste te costó 80 pesos, al mes gastarías 320 pesos. Al año 3 mil 840 y a los cinco años 19 mil 200 pesos. Si quieres leer otra historia de terror sigue leyendo.

Un cafecito

La compra de café se encuentra en la lista de los gastos a los que se les ha llamado “hormiga” o “fuga”. Si eres de los que le gusta tomarse un cafecito en esas cafeterías trasnacionales o en las que son mexicanas pero cuestan igual de caro, tienes que leer esto.

Principal Afore hizo un cálculo a futuro de lo que representa este gasto para tu bolsillo. Considerando que compras dos a la semana con un valor de 50 pesos, al mes representa 400 pesos.

Al año, cuatro mil 800. Se pone peor: en cinco años habrás gastado 24 mil, dinero que de haberlo invertido te hubiera generado hasta 33 mil 242 pesos. ¿Sigues con ganas de un cafecito? Si es así, entonces compra una cafetera, un termo y prepáralo todas las mañanas. Una cafetera puede costarte desde 200 pesos hasta más de dos mil pero en nada se compara con lo que estás gastando en tus antojitos cafeteros.

Yo te llamo

La telefonía celular se encuentra entre los gastos fuga detectados por la Profeco. La recomendación es analizar tu patrón de consumo antes de comprometerte con algún plan. Si acostumbras mandar muchos mensajes de texto, por ejemplo, tienes que contemplarlo porque una gran parte de planes suelen incluir algunos pero te cobran más (y suele ser caro) por cada extra.

Televisión

Cuando contratas un paquete de televisión puedes impresionarte por el número de canales que te ofrece, pero, ¿cuántos realmente vas a usar? La recomendación de la Profeco es analizar tu consumo de televisión, porque de nada van a servirte todos los canales si sólo vas a ver algunos.

Revisa lo que te ofrecen los paquetes de telefonía e internet. Quizá te funcione más contratarlos por separado.

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