Cartera

Aprende a usar tu plástico ¿O quieres seguir regalando tu dinero?

En 2017, los bancos tuvieron ganancias históricas por cobrar intereses. Mejor usa bien tu tarjeta

ILUSTRACIÓN: ROSARIO LUCAS. EL UNIVERSAL
15/03/2018 |10:48
Redacción Querétaro
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Hoy más que nunca, pagar a tiempo tu tarjeta de crédito se ha convertido en esencial si no quieres endeudarte y regalarle tu dinero al banco. Son varias las razones.  Primero, porque si te endeudas con tu tarjeta de crédito, cada vez vas a pagar más porque estos instrumentos de pago son los más sensibles al movimiento en la tasa de interés.

¿Qué significa esto? Aquí va la explicación desde el origen, para que puedas entenderla mejor. Desde septiembre de 2015, la máxima autoridad monetaria de Estados Unidos, la Reserva Federal (la Fed), anunció que emprendía de nuevo el ciclo de alza de sus tasas de interés.

Para entender este movimiento hay que remontarse a 2008, en plena crisis económica, cuando Lehman Brothers, uno de los bancos más grandes del mundo, se declaró en quiebra. A partir de ahí la situación económica se complicó y ese país decidió tomar medidas y una de ellas fue bajar sus tasas de interés a niveles históricos, esto con el objetivo de incentivar el consumo —aquellos que querían pedir un crédito al banco tendrían tasas muy baratas— y con ello, la economía poco a poco se reactivaría.

En consecuencia, cuando Estados Unidos se sintió recuperado, hizo el anuncio que empezaría a subir de nuevo sus tasas, para que así pudiera recuperar a los inversionistas que había perdido durante esos años, los cuales, cabe decir, se fueron a países emergentes como México y Brasil. Y en este sentido, nuestro país hizo lo propio, pues no quería verse menos competitivo —esta misma tasa de referencia es la que hace que a quien tiene una inversión se le paguen mayores intereses— frente a su vecino del norte.

Así que desde 2015, la tasa de interés de referencia ha estado al alza, y al parecer, continuará en este sentido. Esto tiene distintas consecuencias, entre ellas, que las tasas variables —las cuales precisamente tienen como referencia esta tasa, por eso se llama así— de algunos créditos, suban también.

Todo esto para explicar, que si le debes al banco por tu tarjeta de crédito, tu deuda se va a incrementar más que si debieras por un crédito hipotecario, por ejemplo, porque los financiamientos a corto plazo como los de la tarjeta son los más sensibles, o sea que si sube la de referencia, la TIIE (Tasa de Interés Interbancaria de Equilibrio, a través de la cual se calcula el crédito) también lo hará, a diferencia, por ejemplo, de los créditos hipotecarios, los cuales tardan más en ver reflejado este aumento.

Así que si ya eres totalero, es decir, si eres de aquellos que utilizan el plástico de manera correcta y en tu fecha de pago liquidas la deuda del mes, esto no va a afectarte porque la institución a la que le debes no va a tener que cobrarte intereses.

Pero ojo, si no eres de este poco más de 40% de totaleros —según cifras de la Comisión Nacional para la Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef)—, estás regalándole cada vez más de tus recursos al banco. Además, es de estos instrumentos de los cuales se espera más morosidad en los próximos tiempos. Esto porque la situación económica ha sido cada vez más complicada para las familias y su poder adquisitivo se ha visto deteriorado debido a factores como el aumento de inflación.

Apenas en diciembre, la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) informó que el Índice de Morosidad de la cartera de crédito se ubicó en 5.75%, la cifra más alta en tres años. Pero no creas que los bancos sólo están perdiendo. Si bien pierden dinero, no rentabilidad. En México estas instituciones son muy rentables. Según datos de la CNBV, los grupos financieros acumularon ganancias netas por 137 mil 735 millones de pesos y su utilidad creció 28.4% más que el año previo. ¿Por qué razón? Precisamente por el aumento de los intereses de los productos financieros, que se registró en 2017.  O sea, la gente está dejando de pagar o les paga con intereses, y ellos siguen engordando sus bolsillos.

Las buenas prácticas 

Por supuesto, para dejar de regalar dinero necesitas aprender a usar bien tu tarjeta de crédito, y esto se logra con información y práctica.

“Son una muy buena herramienta porque nos pueden dar muchos beneficios, nos ayuda a no cargar con efectivo, por ejemplo, pero como todas las herramientas financieras, pueden ocasionarnos muchos problemas si no las usamos bien”, asegura Bernardo Prum, director comercial en el sitio de comparación de productos financieros  ComparaGuru.com.

Así que si eres de los de la idea de que una tarjeta de crédito es sinónimo de deudas, tienes que saber que estás equivocado. Un plástico bien usado, entre otros beneficios, te estaría prestando dinero gratis, porque si hicieras un cargo al otro día de tu fecha de corte y lo pagaras antes de la fecha límite, estarías recibiendo crédito durante más de un mes sin tener que pagar un sólo peso de interés. Pero para hacerlo bien necesitas conocer estas dos fechas y apegarte a ellas. Tu fecha de pago es el límite que tienes que pagar y tu fecha de corte es cuando termina el ciclo y lo que cargues a partir de ahí va a cobrarse para el siguiente mes.

Pero financiarte de alguna manera gratis no es la única ventaja de saber usar una tarjeta. ¿Ya tienes una tarjeta de crédito y no tienes ni idea de qué beneficios te ofrece? Pues es momento de que hagas una búsqueda en internet y te enteres qué otros beneficios además del crédito que te ofrece, por supuesto.

Algunas, por ejemplo, tienen servicios médicos como ambulancia sin costo o algunos seguros que que garantizan compras seguras, así que debes tener presente esto porque en cualquier momento puedes necesitarlos y si los tienes claro que los tienes, podrás echar mano de ellos. ¡Ya los estás pagando en la anualidad!

La anualidad es el monto que pagas por año por obtener este crédito y todos los beneficios del plástico, pero te conviene hacer un análisis de si vale la pena seguir con este plástico o tramitar otro. ¿Estás aprovechando todos los beneficios? ¿Cubre tus necesidades del momento? Si es así, continuar con ese plástico puede ser una opción, pero si no vale la pena lo que estás pagando de anualidad por los beneficios que estás realmente aprovechando, entonces es hora de cancelarla y analizar el mercado en busca de otra que se ajuste a ti. Hay algunas que incluso no tienen anualidad, así que si tus necesidades son muy básicas, estas pueden serte útiles.

No está de más decirte que, nunca, una tarjeta de crédito es extensión de tu sueldo. Es un medio de pago. Si ganas 10 mil pesos y tienes una línea de crédito de 5 mil, no ganas 15 mil. Ganas 10 y puedes gastar 5 mil, pero si lo hicieras, ya estarías incurriendo en una mala práctica, porque no debes usar más de 30% de tus ingresos para pagar tu tarjeta de crédito, esto si no quieres tener un riesgo mayor de caer en impago.

“La gente que nunca cae en mora se gasta 20% o 30% de lo que gana mensualmente. Nunca la mitad o todo su ingreso porque con cualquier imprevisto, caes. Muy rápidamente se puede convertir en una pesadilla”, asegura Prum.

Recuerda que deber dinero a una tarjeta de crédito es como una bola de nieve, porque las instituciones bancarias te cobran interés sobre interés y si dejas que esto crezca, puede convertirse en un verdadero problema.

Deberle a estas instituciones trae otras desventajas, como generar un mal historial crediticio en el Buró de Crédito, lo cual a su vez hará que en otras instituciones y para otros créditos no te quieran prestar. Esto no quiere decir que nunca más te van a prestar, pero limpiar el historial cuesta tiempo y buen comportamiento.

Tu tarjeta de crédito sirve para facilitarte el manejo del dinero, y utilízala sólo para eso. No se te vaya a ocurrir pensar que es como tu tarjeta de débito y vayas retirar dinero de un cajero automático. Estos plásticos tienen unas comisiones muy altas si lo haces.

Otro consejo para optimizar su uso es que tengas bien monitoreado tu estado de cuenta. Muchas veces te cargan seguros y otras comisiones que terminan convirtiéndose en un gasto hormiga sin que tú te des cuenta.