El mensaje de la aprobación del paquete económico revela que la debilidad de la economía mexicana es aún un pendiente por atender. Con ello además se indica que el despegue de las reformas estructurales incidirá solo marginalmente en el crecimiento económico del siguiente año.
Por un lado, los Criterios Generales de Política Económica (CGPE) plantean un escenario inferior al previsto hace solo unos meses: de acuerdo al Programa Nacional de Financiamiento del Desarrollo, el crecimiento del producto interno bruto (PIB) potencial en 2015 sería de 4.7%, una cifra similar a la prospectada en los “precriterios” de política económica entregados por el gobierno federal, durante el primer semestre del 2014. Sin embargo, los CGPE para 2015 muestran un escenario menos alentador: un crecimiento de solo 3.7%.
Lo anterior implica un entorno menos propicio para el ambiente de negocios, así como para la generación de inversión y la creación de empleos. En particular, un elemento a resaltar es que las grandes expectativas generadas, a partir del nuevo marco institucional que brindan las recientes reformas aprobadas, son diluidas por el menor impacto estimado de las mismas sobre el crecimiento económico, mostrando su menor nivel de alcance, al menos en el corto plazo.
La presentación de los CGPE es una declaración implícita a que la inercia económica de los últimos años, de escaso y lento crecimiento económico, no ha sido revertida. La realidad se ha impuesto y la necesidad de realizar cuentas alcanzables en materia de finanzas públicas ha obligado a que se presente un escenario económico conservador, contradiciendo incluso parte de las bondades asociadas con las reformas estructurales, sobre todo en cuanto al incremento significativo y sostenido de un gran crecimiento.
En este contexto, de una menor previsión en el crecimiento, un elemento que no debe obviarse son las fuentes de financiamiento del gobierno federal, las mismas que plantean un mayor endeudamiento. El balance fiscal, que incluye las necesidades de inversión, implicará un endeudamiento público de 3.5% como proporción del PIB. No obstante, el menor dinamismo económico limita la sustentabilidad de la deuda y permite cuestionar cómo lograr atender los compromisos que generan dichos pasivos, sin una economía sólida, donde además durante los últimos dos años ha existido un incremento de la deuda del país en más de un billón de pesos.
Se debe tener presente que el costo financiero de los pasivos del sector público superó los 180 mil millones de pesos en los primeros siete meses del 2014. Se estima que para todo el año el total superará los 364 mil millones de pesos, más que todo el presupuesto del Distrito Federal y el Estado de México, entidades que generan más del 25% del PIB nacional. La propuesta económica para el 2015 sigue la misma ruta: mayor endeudamiento, con escasos resultados en el crecimiento, donde el costo financiero programado se elevará a casi 407 mil millones de pesos.
En suma, para el 2015 las reformas aprobadas no tendrán el efecto sobre el PIB potencial y real prometido, ello a pesar del aumento en la deuda para las siguientes generaciones. En 2014 el impacto del gasto público en la economía fue mínimo. El riesgo para México es que ello siga presente en 2015, comprometiendo recursos para pagar una deuda poco productiva.
La preocupación de que la economía no genere la riqueza suficiente no solo recae con el hecho de poder atender el mayor endeudamiento, sino también en que es fundamental para generar una dinámica positiva en el aparato productivo mexicano y con ello aumentar el bienestar de su población.
*Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, A.C.