Los emprendedores latinoamericanos tienen su propia receta secreta para iniciar un negocio. Susana García Robles, líder de inversión de capital de riesgo en el Fondo Multilateral de Inversiones (Fomin) del Banco Interamericano de Desarrollo, una negociadora con casi 20 años de experiencia en apostar en fondos que a su vez invierten en startups en América Latina, ha usado su larga experiencia para delinear esta receta.
Lo primero que hay que comprender es que tratar de replicar en América Latina el éxito de Silicon Valley o de países que han logrado un éxito a la hora de desarrollar su ecosistema emprendedor como Israel, es un intento estéril.
“Hay que entender que somos capaces de crear nuestra propia innovación”, sostiene García Robles, quien desde 1999 ha sido inversora de capital de riesgo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). “En estos años he visto mucho y lo que hoy veo es que, aunque el camino es durísimo para ser emprendedor, se está entendiendo que es un camino legítimo y viable. Tenemos nuestra propia teoría”, explica, ante un auditorio de periodistas reunidos durante un par de días para capacitarse en temas de innovación y emprendimiento.
Tiene lo que ella llama la “salsa secreta” del emprendimiento en América Latina, y ésta se compone por tres ingredientes: Emprendimiento, tecnología y frustración.
La frustración del emprendedor latinoamericano nace de ver cómo en otros lugares existe un mayor desarrollo, acceso a agua limpia, energía renovable, vivienda digna, salud y demás facilidades que en su país todavía no se vive. La tecnología es su herramienta. “El emprendedor se siente frustrado y usa su capacidad de innovar y de usar tecnología para crear compañías que tengan este sentido de mejorar al mundo. La frustración es un elemento muy importante de la salsa secreta porque ésta hace pensar en cosas novedosas que pueden cambiar América Latina”, explica. Otra de las banderas de Susana es la inclusión. En entrevista con EL UNIVERSAL, esta impulsora de emprendimientos asegura que en México se ha hecho un trabajo importante en este sentido pero todavía falta, al igual que en toda la región. Asimismo, asegura que se debería dejar de pensar que el país se puede convertir en un segundo Silicon Valley y que los emprendedores mexicanos deberían de considerarAmérica Latina para expandirse y explorar otros mercados.
¿Qué características tienen los emprendedores mexicanos con diferencia del resto?
—Los emprendedores mexicanos, para bien o para mal, siempre han pensado más en Estados Unidos, lo cual es muy bueno porque en otros países cuesta salir de la mentalidad local. Pero falta mucho para que el mexicano, de nuevo justamente por la proximidad, deje de mirarse en Silicon Valley y pensar en cómo puede copiar.
¿Crees que la llegada de Donald Trump sea una sacudida para México y se pueda convertir en un parteaguas para que dejemos de ver a Silicon Valley?
—Es bueno mirar a Estados Unidos. No sé si Trump vaya a tener que ver con dejar de mirar a Silicon Valley, pero creo que es que no se piense que Guadalajara, Guanajuato o Monterrey se pueden convertir en Silicon Valley.
Lo que se tiene que hacer es que lo que haga clic en México para los mexicanos, se pruebe y ya a partir de ahí, se escale ya sea a Silicon Valley o a Nueva York. Ustedes tienen grandes emprendedores, Adolfo Babatz de Clip, Adalberto Flores de Kueski, también, y hay mujeres como la emprendedora de Kitchink. ¿Qué es más fácil para ustedes irse a Estados Unidos? Sí, y va continuar siéndolo. Hay mucho, en general lo que tienen que pensar es ‘yo valgo por lo que soy y no tengo que ser validado sólo por un país’. Lo que sí es que si la región latinoamericana si se reuniera más con inversiones, ofrecería un desafío mayor para otros mercados porque México es un país grande, pero éste más Chile, Perú, Colombia, es una región muy interesante para un inversor.
¿Crees que los emprendedores mexicanos ya están empezando a mirar hacia abajo?
—Sí, esa cadena de empezarse a mirar como región está pasando y es una tendencia muy buena.
¿Cuáles son los pendientes de la región?
—Tenemos que conseguir más acceso al financiamiento a todos los niveles. Desde el sector público que en vez de querer apoyar directamente, apoye al sector privado y desde el sector privado, los inversores se animen más. Todavía veo mucho inversor ángel que se queda en uno, o dos deals por año, el juego es animarse más.
Un inversor ángel también tiene que encontrar, lo que yo llamo, su cifra cero estrés. ¿Cuál es la cifra cero estrés? Aquella que aunque pierdas esa suma de dinero no tienes que cambiar a los chicos de colegio, todavía puedes ir de vacaciones y seguir con el ritmo de tu vida. Pero este inversionista tiene que estar dispuesto a invertir un monto que sea más constante, porque si un inversor ángel hace solo dos inversiones al año, en un país como México que es enorme, no se nota. Esa es una tarea pendiente.
Otra tarea pendiente es la inclusión de las mujeres a nivel de todos los estratos de negocio e inversión también. No hablo de una cuota de 50% y 50%, pero cuando no se incluye la visión de la mujer en los negocios se está ignorando a la mitad de la población mundial y negocios que ignoran a la mitad de la población mundial, no son buenos negocios, entonces esa inclusión de la mujer es muy importante. La tarea pendiente es seguir trabajando sin tomarlo light. Falta todavía.
¿Qué hay de la cultura del fracaso en América Latina?
—Es necesario seguir trabajando en la idea de cambiar la cultura en América latina de que un fracaso te convierte en un fracasado. Un fracaso te convierte en una persona experimentada y con experiencia, que aprendió algo y que va a aplicar esa lección en lo próximo.
¿Crees que esto está cambiando? En México nació la iniciativa de Fuck Up Nights, por ejemplo.
—Está empezando a cambiar, no es tomarlo como una broma, hay que empezar a hablar del duelo. Estas iniciativas son muy importantes para saber que no se debe tener miedo porque fracasé. El miedo debería ser no aprendí nada de eso. Ése es el verdadero fracaso. Es como cuando uno se cae del caballo. Lo peor que se puede hacer es nunca volverse a subir.
En el mundo del emprendimiento se suele criticar a los emprendedores que más bien ganan concursos y no se preocupan realmente por operar, ¿qué opinas de esto?
—Va en contra del emprendedor porque muchas veces si tú te ganaste en un concurso 50 mil dólares, al respecto hay que preguntarse si un inversor ángel te hubiera puesto 50 mil dólares, o te hubiera criticado tu modelo de negocios, te hubiera hecho crecer y te hubiera dado información del mercado en el que estás.
Los 50 mil dólares te los podrías ganar o aplaudiendo porque lo hiciste muy bien o porque alguien te diga que lo convenciste y que tu modelo vale la pena. Yo siempre escogería lo segundo, pero los concursos son como una enfermedad endémica. De un inversor no sólo sacas capital, es una inversión inteligente.