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Continúa desaceleración industrial

Continúa desaceleración industrial
18/08/2013 |23:10
Redacción Querétaro
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La actividad industrial en México y Estados Unidos continúa en franca desaceleración. Para nuestro país, la caída de 2.4% en junio fue producto del registro negativo en todos sus componentes. Construcción fue el más afectado; la contracción de 6% marca que la edificación, las grandes obras de ingeniería civil y la elaboración de trabajos especializado son afectados por el menor ritmo de actividad económica.

El problema de la construcción no es sólo atribuible al problema que enfrentan las empresas relacionadas con la edificación de vivienda, en realidad es una parte del problema. La construcción refleja el menor ritmo de inversión y producción que la economía mexicana viene presentando en algunas de sus industrias más importantes, por lo que sintetiza la cautela que tienen los empresarios e inversionistas en el sistema productivo nacional. El gasto público no alcanza para revertirla.

Las manufacturas exhibieron un desempeño menos negativo (-1.2%), pero no las saca de la desaceleración. Tanto las exportaciones como la demanda del mercado interno han retraído la producción manufacturera nacional. La revisión de la actividad de Estados Unidos en este mismo sector indica que esta situación se prolongará durante el resto del año. La elaboración de maquinaria y equipo, automóviles, textiles, vestido, equipo electrónico y eléctrico constituyen algunos de sus segmentos que más se ven afectados. Lo descrito se exacerba porque la producción de alimentos ha perdido vigor, esto señala que los mexicanos han disminuido su ritmo de consumo, un aspecto básico para su vida diaria y lo cual es una mala noticia para otros bienes considerados de lujo.

La generación de electricidad, gas y agua, así como la minería terminan por cerrar el capítulo de la contracción.

Lamentablemente el primer semestre del año no presentó el escenario positivo que la mayoría de los analistas habían diagnosticado y mucho menos el fin de la desaceleración.

En realidad la actividad industrial sigue el paso del ciclo de Estados Unidos, un avance cada vez más lento, producto de la debilidad de su mercado interno y el desempleo. Si bien los norteamericanos han logrado evitar un entorno como el que se vive en la Unión Europea, ello no implica que tengan un nivel de bienestar como el alcanzado antes de la crisis. El rescate aplicado por la Reserva Federal y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos terminó por favorecer al sistema financiero. La compra de deuda que mes a mes realizan las autoridades monetarias no impulsa al sector productivo y a la generación de empleo.

Para reactivar al sector industrial por medio de reformas como la energética debe garantizarse que los precios de los energéticos y sus derivados realmente disminuyan, algo necesario para competir en los mercados internacionales y aún en el propio. Además debe enfatizarse que eso sólo es alcanzable si se desarrolla una política industrial que le de valor agregado al petróleo y al gas, se necesita una nueva industria de petroquímica secundaria, competitiva e innovadora. Los beneficios no están sólo en la extracción, en realidad se encuentran en la transformación. Ello podría favorecer a la sustitución competitiva de importaciones. El concepto no significa subsidiar, se refiere en crear cadenas altamente productivas alrededor del petróleo y el gas, que generen parte de los insumos intermedios que importamos. Una mejora en la balanza comercial puede lograrse vía la creación de valor agregado en el sector energético.

Un desafío adicional es la lucha contra la corrupción, ineficacia, burocracia y el robo en la industria petrolera. La transformación del sector energético debe deshacer los nudos que las redes de interés crearon, sin ello será difícil acelerar el paso en la industria mexicana.

*Dir. del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tec de Monterrey