El pasado 29 de octubre la Reserva Federal de Estados Unidos (FED, por sus siglas en inglés), anunció la conclusión del agresivo programa de política de estímulo monetario no tradicional, conocido como Quantitative Easing (QE). Éste consistió en la compra mensual de bonos del tesoro y bonos respaldados por hipotecas, de tal suerte que a través de este programa se inyectaron más de 4 billones de dólares a la economía.

El objetivo principal del QE era evitar el colapso de una economía aletargada, cuyo nivel de confianza estaba en el mínimo y frente a mercados financieros congelados, contribuyendo de paso a evitar un colapso del Sistema Financiero Internacional.

La estrategia fue exitosa logrando la recuperación de la confianza de los consumidores, así como la de los empresarios, quienes han empezado a invertir más en proyectos y han comenzado a contratar personal. Asimismo esta estrategia logró apuntalar la recuperación de los mercados financieros apoyando, así, a una recuperación más rápida del balance patrimonial de los deudores.

La Reserva Federal se vio obligada a tomar medidas heterodoxas extremas de reactivación económica al no poder ser soportada ésta, por una política fiscal expansiva ya que el abultado déficit fiscal representaba una limitante, aunada a la existencia de una crisis política al interior del Congreso de ese país.

La apuesta de la Reserva Federal era por un impacto inmediato en el precio de los activos financieros, como así lo fue, a pesar de los riesgos inflacionarios, una fuerte debilidad del dólar y una burbuja en los mercados financieros, que se vislumbraban. Ninguna de estas amenazas logró materializarse, lo que no quiere decir que no hubieran efectos secundarios, pero de poca importancia.

El Deflactor Implícito del Producto Interno Bruto (PIB), que la Reserva Federal usa como referencia inflacionaria, se ha mantenido por debajo de la meta de 2% durante 27 meses consecutivos. Una de las razones más importantes para esto, es porque no se ha dado un crecimiento salarial sostenido entre los trabajadores estadounidenses, desde que estallara la crisis en 2008.

El dólar lejos de depreciarse se ha fortalecido, debido a que el mundo inversor sigue confiando en Estados Unidos como destino seguro. Y los bancos que estuvieron en plena reconstrucción después de los excesos de los años anteriores a la crisis, aún no estuvieron en posición de otorgar créditos masivamente, como tampoco el consumidor estadounidense sumamente endeudado, para contratarlos.

Si bien la recuperación de le economía de Estados Unidos ha sido mucho más lenta e intermitente que en otros episodios post-recesión, los resultados están a la vista. La mayor economía del mundo avanzó 2.35% en términos anuales, en el tercer trimestre del año, gracias a un mayor consumo y al crecimiento de las exportaciones. La tasa de desempleo ha bajado de un máximo de 9.6% en agosto de 2010 a 5.9% en septiembre de este año.

Es cierto que la desaceleración de la economía global y la apreciación del dólar, que le restará competitividad comercial en los próximos meses, podría llevar a una postergación de la fecha de inicio de la elevación de la tasa de interés de referencia de la FED.

La mirada ahora, entonces, hacia la FED es hasta cuándo decidirá que la tasa de interés deba permanecer baja, antes de que empiece a subir. Por ahora los miembros de las juntas directivas de los bancos centrales de varios países emergentes: México, Chile, Colombia, Turquía, Indonesia, entre otros, se mantienen vigilantes de su postura monetaria frente a la de Estados Unidos.

Todos estos bancos han alertado de la posibilidad de que se adelante la normalización de tasas en Estados Unidos de todas maneras, antes de lo esperado. Por lo que se anticipa un periodo de políticas “acomodaticias” en esos países ante este suceso.

Lo cierto es que actualmente las primas de riesgo en muchas economías emergentes se han deteriorado y sus monedas se han depreciado respecto al dólar. Es de esperarse que los países emergentes se encuentren expectantes de cuándo y en qué magnitud habrá de realizarse la primera alza en las tasas de la FED, para actuar conducentemente.

*Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México Norte

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