Gerardo Nungaray se ha tomado muchas fotos —demasiadas  al lado de funcionarios gubernamentales a varios niveles— luego de que inventara una de las máquinas que pueden salvar a México del desabasto energético: El Güero Bombas —un apodo que se ganó de niño por su capacidad inventiva— ha construido una maquinaria capaz de transformar, a través de un proceso químico llamado pirolisis, el plástico en gasolina.

El resultado inesperado de uno de sus inventos derivó finalmente en una gasolina que no se diferencia prácticamente  en nada de la que se procesa a partir del crudo extraído de algún pozo petrolero y que cuesta cerca de 30% menos de lo que un litro  de combustible cuesta hoy, en momentos en el que la gasolina ha subido de precio rápidamente gracias a las decisiones tomadas por el gobierno a inicios de año. No sólo más barato, sino que este combustible es además ecológico, porque permite darle  un procesamiento al plástico que hoy  está contaminando  los tiraderos de basura del país.

Pero ni las fotos ni los apretones de manos han servido para algo más que para dejar testimonio de las puertas que, una a una,  se le han cerrado en la cara a pesar de tanta sonrisa y palmadilla en el hombro.

Y es que una cosa es que   exista la tecnología —gracias a este zacatecano que ha sido más curioso que el promedio— que puede salvarnos del desabasto de combustible que parece inminente ante el agotamiento de las reservas petroleras nacionales, y otra que realmente puede implementarse. ¿Cuáles son los impedimentos? Primero, que este combustible perfectamente se puede fabricar pero no se puede comercializar debido a que el artículo 27 y el 28 constitucionales sostienen que el único facultado para procesar crudo es Pemex. Lo que resulta de la pirolisis, aunque viene del plástico, es prácticamente lo mismo que se sacaría de un pozo, salvo que el crudo sacado del plástico no contiene azufre, explica Nungaray. Lo cual representa un vacío legal porque es un hidrocarburo pero no está sacado de un pozo.  El artículo 27 sostiene que a la Nación le corresponde el dominio directo de todos los recursos naturales de la plataforma continental, incluido el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos.

Y ¿Entonces? : “Si entiendes que del plástico se obtiene un crudo, pero no estás perforando un pozo y no estás haciendo extracción, pues existe una laguna legal que es la que quisiéramos que se aprovechara para que esto funcionara, pero, en papel no es así”, explica Gerardo.

Y aquí es donde empieza la peregrinación que no ha tenido éxito hasta ahora. Primero con el congreso de su estado, Zacatecas, al que llevó una lista de firmas a favor de la construcción de la refinería, pero no recibió respuesta. Luego fue a visitar a regidores, presidentes municipales —prácticamente ha hecho contacto con todos los de su estado—,  el Senado  e incluso ha hablado del proyecto con el que hoy es gobernador de la entidad, Alejandro Tello Cristerna.  “Antes de que fuera gobernador yo estuve con él [Alejandro Tello] exponiéndole el tema. Pero le sirves para la foto nada más… incluso el anterior gobernador también supo de esto pero jamás apoyó”, explica. El apoyo por parte de las autoridades es esencial por la prohibición de la ley y por la inversión que implica la construcción de una refinería de este tipo. Paradójicamente, la falta de ayuda en el interior contrasta con las propuestas por parte del extranjero que ha recibido para desarrollar este proyecto más allá de nuestras fronteras.

“Tenemos propuestas de japoneses, estadounidenses, y hay una muy buena que es sudamericana”, explica. “Las ofertas están a la orden del día. Y yo lo que quiero es  tener estabilidad. Ganas de irme a Estados Unidos sí tengo. ¿Por qué no me voy? Porque quiero a mi país y sí quiero que crezca. Pero a mí me ofrecen muchas facilidades. Es muy tentador”, asegura.

La empresa fundada por Gerardo, Ecoinnova, es una plataforma para apoyar al proyecto, pero la realidad es que se sostiene de la venta de tecnología para la generación de grasa automotriz y otros líquidos mecánicos, otro de los usos que tiene la maquinaria desarrollada por el zacatecano. A pesar de todo, no se siente cansado. “No estoy cansado. El país es maravilloso. Hay ofertas muy buenas pero no son en mi país, eso me da tristeza”, asegura.

Este tiempo electoral puede traer nuevas esperanzas al proyecto, afirma su creador, pero con muchas acotaciones.

“Yo soy apartidista, he recibido propuestas de sumarme a filas políticas pero no. Si me dices vamos a echar a andar una refinería con el dinero del partido político adelante, si me pides una foto, adelante, en agradecimiento, pero de eso a que yo le ande engordando el caldo a algún partido político, no, yo no soy político y yo estoy más que desencantado de ellos”, explica Nungaray. Sumarse a sus filas  se lo han propuesto corrientes de distintos colores y la respuesta siempre ha sido la misma: No.

Las barreras

No es posible vender esta gasolina en las estaciones de servicio  precisamente por la prohibición constitucional. Así, esta es la principal barrera que ha evitado que inversionistas se sumen al proyecto; sin embargo, hay otra manera en la que esta tecnología podría implementarse y que no violentaría lo legal: que empresas compraran esta tecnología, establecieran sus propias plantas y abastecieran a sus vehículos.

Pero aquí se forma un círculo vicioso: Ningún inversionista quiere poner recursos por la limitante legal, así que no hay fondos para financiar el arranque de esta modalidad de este proyecto. Pero se necesita dinero para crear una primera planta “muestra” que sirva para que las empresas se animen a invertir. “Necesitamos una planta que produzca muchos litros diarios, pero no hemos encontrado al inversionista que se aviente. Y aquí viene lo triste. Es más fácil irse a Guatemala, con su basura transformarla en combustible y meterla a México”, expresa. La planta costaría cerca de 24 millones de pesos y tendría  capacidad de 15 mil litros diarios.

Una opción que no ha explorado a fondo  es la de acercarse directamente a empresas grandes que pudieran apostar por esta tecnología.

“Con la capacidad que tengo ahora, de producir sólo 200 litros diarios, no emociono a nadie, ellos quieren ver muchos litros, y para eso se necesita esta planta”, explica. El círculo vicioso otra vez.  Los clientes son variados. Desde barcos hasta grandes empresas.

Gerardo es inventor nato. El apodo del Güero Bombas se lo ganó de pequeño porque desde ahí empezó a demostrar su capacidad inventiva.  La producción de gasolina a partir de plásticos no se generó originalmente a partir de una intención, sino que más bien fue casualidad.

Un día, fue a dejar su basura al tiradero municipal. Se encontró a un niño que pepenaba y que tenía en las manos una bolsa de basura con restos quirúrgicos. Entonces, buscó darle solución a este problema y  generó una especie de incinerador de residuos que produjo a su vez ciertos líquidos — de inicio no sabía qué eran— y  resultaron ser combustibles. Y de ahí comenzó a afinar el proceso.

Hasta el momento, el proyecto tiene varios reconocimientos incluso internacionales, pero en la práctica, ningún  apoyo más allá de algunas palmadas en el hombro.

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