La economía de Brasil pasó de ser la consentida en América Latina a la más cuestionada, dado su estancamiento, lo que favorecerá a México a mediano y largo plazos, vía inversiones directas y de cartera, coincidieron analistas.
Las expectativas de crecimiento para la economía mexicana se han visto deterioradas por los dos recortes al gasto público recientemente anunciados para 2015 y 2016, que suman casi 260 mil millones de pesos (mdp).
Sin embargo, el gobierno de Dilma Rousseff congelaría este año 80 mil millones de reales en presupuesto para lograr su meta de ahorro fiscal, según funcionarios brasileños consultados por Reuters, lo que equivaldría a alrededor de 380 mil mdp.
Después de cuatro años de crecimiento bajo e inflación elevada, la economía carioca creció apenas 0.1% en 2014, lo que implicó su menor ritmo desde la recesión de 2009, mientras que para 2015 el Fondo Monetario Internacional (FMI) anticipó una contracción de 1.0%, que de materializarse será la mayor en 25 años.
En contraste, si bien México creció por debajo de su potencial en los últimos años, el FMI estimó un crecimiento de 3% para 2015, lo que de cumplirse significará el triple del ritmo promedio previsto para la región latinoamericana y además será su desempeño más elevado desde 2012.
La inflación brasileña se situaría en 8.23% al cierre de 2015, lo que de materializarse significará su nivel más elevado desde 2003, según el reciente sondeo semanal del banco central de Brasil a analistas privados. Los mayores precios han erosionado el poder de compra de los consumidores.
Los problemas inflacionarios de Brasil se han trasladado en salarios nominales más altos, mientras que en México las remuneraciones se han mantenido estables. Esto eleva la competitividad de nuestros sectores, como el automotriz, y propicia más flujos de inversión directa, afirmó Alejandro Cervantes, economista senior de Banorte.