Los dedos de la mano sobran para contar a las personas que podrían pedirle una carta de recomendación a uno de los hombres más poderosos en el mundo de los negocios a escala global: Tim Cook, el director ejecutivo de la gigantesca Apple. Y entre estas personas se encuentra Alejandrina González, una chica mexicana que aprendió a programar apps de manera autodidacta y que a sus 19 años cuenta entre sus mentores no sólo Cook, sino a uno de los genios creadores de Apple, Steve Wozniak, con el que suele salir a comer y quien le da consejos no sólo en lo profesional, sino incluso en lo personal.

La historia de Alejandrina González empezó en Metepec, Estado de México, donde ella nació y creció. Hay que echar un poco atrás para encontrar el momento exacto en el que ella se le hizo el sueño de programar y de irse a Silicon Valley: A los nueve años, vio por la televisión el anuncio del primer iPhone, y a partir de ahí, la idea de tener uno y experimentar con él.

“Recuerdo cómo lo anunciaron en la televisión. Ese día sí me impactó tanto que siempre pensaba en Silicon Valley. Estaba en la escuela en Metepec y siempre pensaba, ‘un día quiero ir a ese lugar pero, ¿cómo voy a llegar allá?’”, cuenta en una conferencia durante el INCMty, el festival de emprendimiento del Tec de Monterrey.

La curiosidad por cómo se hacía una app era algo que le rondaba la cabeza, así que ya que tuvo un iPhone, cuando transfirieron a su padre a trabajar a Estados Unidos, insistió para que le compraran una computadora para empezar a programar. Por supuesto, de manera autodidacta. Después de un año de insistir, lo logró. Y a partir de ahí, Alejandrina prácticamente no se ha separado de ello.

“Ese mismo día me senté y empecé a programar, aunque no tenía ni idea ni de cómo, era error tras error y yo no sabía ni qué estaba pasando enfrente de mi computadora. Al tercer día de tener la computadora terminé mi primera aplicación. A la semana ya estaba publicado mundialmente en Apple”, explica. Tenía 16 años. Tres años después ha desarrollado 10 apps.

Así conoció a Cook

Tiempo después conocería al hombre más poderoso de la compañía Apple: su director, al ser invitada gracias a que fue finalista de un concurso de programación.

“Me dijeron que volteara para atrás y venía caminando Tim Cook. Yo no lo podía creer, era como estar en un sueño”, asegura emocionada. Cook le preguntó de dónde era y cuánto tiempo llevaba programando; ella le contestó que menos de un año y que no había tomado clases.

“Le gustó mucho lo que había hecho y le sorprendió mucho mi historia, de cómo fui persistente, no tenía los recursos y de cómo por querer hacerlo logré lo que quería hacer. A partir de ese día él me apoyó”, explica.

En el último año de la preparatoria (high school, en Estados Unidos), ella inició el proceso de admisión en universidades. Fue cuando echó mano de la relación con Cook y le pidió la carta de recomendación.

“Les mando un e-mail a Tim Cook y a la vicepresidenta de recursos humanos, que si me podían escribir una carta de recomendación para entrar a Stanford porque era mi sueño”, cuenta. Le dijeron que sí. Un ejecutivo de Apple le escribió la carta, aplicó para entrar a esta universidad (una de las más reconocidas a nivel mundial), y lo logró.

Hoy estudia Human-Computer Interaction (interacción humano con computadora) y forma parte de 4.6% de alumnos que acepta esta universidad.

El aprendizaje

De la vida de Alejandrina es posible rescatar varias lecciones de carrera, pero incluso de vida. Ella se pregunta una y otra vez por qué la aceptaron en Stanford, cuando pudieron haber aceptado a alguien mejor que ella, pero sus profesores le recuerdan la razón.

“Pudieron aceptar a otra persona mucho mejor que yo. Pero mis profesores me dicen que yo tengo chispa y curiosidad”, dice.

Steve Wozniak se convirtió en su mentor y su amigo cuando ella le escribió contándole sobre todo lo que ella había logrado.

Un día coincidieron de visita por una ciudad y él la invitó a cenar.

“A él le encanta la magia. Le encantó que yo mezclara la tecnología con la magia. Quedó fascinado, desde ese día ha sido mi amigo. Ahora que estoy en Stanford vive cerca de ahí. Nunca me imaginé llegar a ser su amiga y de otros ejecutivos de Apple”, cuenta.

Steve Wozniak le enseñó que es más importante la motivación que el conocimiento. El mismo caso de Alejandrina es muestra de ello. “Yo no tenía nada de conocimiento pero tenía motivación de aprender algo, y gracias a esa motivación alcancé el conocimiento necesario”, explica.

Alejandrina hoy tiene abiertas muchas puertas, entre éstas, las de Apple. Esto gracias al networking y a la calidad de mentores que ha cultivado durante estos últimos años. “Pedir ayuda es algo inteligente. Reconocer que necesitas ayuda te va a servir en todo”, aconseja en entrevista con EL UNIVERSAL. ¿Cuál es su consejo para acercarse y lograr mentores de gran calidad? Ser honesto, tener confianza y ser muy abierto a la hora de tener problemas. “Yo si tengo un problema personal, ellos me dan consejos no sólo en lo académico sino en lo personal”, asegura.

La mexiquense todavía no termina la universidad, quiere hacer un doctorado y no tiene claro todavía cómo se encontrará en los próximos 10 años: Si trabajando en Apple (ella se sabe con las puertas abiertas) o fundando su propia empresa.

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