El sector público ha desplazado a las empresas y los hogares como el principal usuario del ahorro en México. Mientras que en 1994 el sector privado no financiero recibía casi 60% del financiamiento total, para 2012 esta cifra se redujo a menos de 45% debido a que el sector público ha absorbido cada vez una mayor tajada del ahorro interno y externo. Esta situación se conoce como efecto expulsión o crowding out porque el endeudamiento del gobierno ocasiona que los recursos que pide prestados ya no estén disponibles para financiar proyectos de inversión de las empresas y los hogares. Es decir, cada peso que se endeuda el gobierno lo hace a expensas de que dicho peso no esté disponible para proyectos privados tanto por la menor disponibilidad de ahorros como porque el endeudamiento público incrementa las tasas de interés.

Este desplazamiento por parte del sector público a los hogares y empresas mexicanas no se ha dado de manera uniforme. En particular, a pesar del efecto expulsión, los hogares sí han logrado incrementar su acceso a financiamiento, transitando de un endeudamiento como porcentaje del PIB que representaba 10.3% en 1994 a 13.8% en 2012. Este incremento en el acceso a financiamiento para los hogares se ha dado tanto en mayor crédito al consumo (que pasó de representar 2.7% del PIB en 1994 a 4.3% en 2012) como en un crecimiento del crédito a la vivienda (que se incrementó de 7.7% del PIB a 9.4% durante el mismo periodo).

Por su lado, sin embargo, las empresas han absorbido el crowding out ocasionado por el incremento en la deuda pública. Mientras que en 1994 el financiamiento a las empresas representaba 37.3% del PIB, para 2012 esta cifra se redujo a 18.4%, lo cual representa una caída de más de la mitad. Esto es preocupante porque las empresas son quienes generan empleos e invierten en proyectos productivos.

Esta contracción se ha concentrado en una fuerte reducción del crédito de la banca comercial a las empresas de 1994 a la fecha. En efecto, el crédito de intermediarios financieros, donde el jugador por mucho dominante es la banca comercial, a las compañías experimentó un colapso muy significativo durante el periodo, transitando de representar 28.4% del PIB en 1994 a 9.1% en 2012.

Debido a que la banca comercial ha restringido su crédito al sector productivo, las empresas han tenido que buscar otras alternativas de financiamiento. De acuerdo con la Encuesta Trimestral de Evaluación Coyuntural del Mercado Crediticio para el periodo julio-septiembre de 2013 realizada por el Banco de México, por ejemplo, 86% de las empresas encuestadas se financia con sus proveedores y sólo 37% de ellas lo hace con la banca comercial. De hecho, la falta de financiamiento es todavía más marcada para las Pymes, ya que la banca comercial otorga crédito principalmente a las grandes empresas (alrededor de 85% del monto otorgado), por lo que 75% de las Pymes tienen que financiar sus operaciones e inversiones de capital con recursos generados por la propia empresa y con proveedores.

En resumen, existe evidencia de que el incremento en la deuda pública desde 1994 a la fecha ha limitado el otorgamiento de crédito al sector privado. Este efecto desplazamiento no ha resentido por los hogares (quienes más bien han incrementado su nivel de endeudamiento) sino las empresas. Y las empresas que más han resentido la contracción de crédito no son las grandes empresas sino las Pymes, ya que estas últimas tienen acceso mucho más limitado a fuentes alternativas de financiamiento como pueden ser la emisión de deuda en mercados públicos, la banca domiciliada en el extranjero, o préstamos de corporativos/oficinas matrices. Por lo tanto, sería recomendable revisar la conveniencia de que continuar incrementando las necesidades de financiamiento del sector público (incluyendo a los Estados y municipios) ya que conlleva un menor financiamiento a las empresas (crowding out), lo cual a su vez implica que a futuro tendremos un aparato productivo con menor potencial de crecimiento económico y creación de empleos.

*Discovery Americas

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