Luego de haber dejado de lado prácticamente durante más de dos décadas a otros mercados comerciales, hoy México tiene los ojos puestos en la diversificación como el “Plan B” que dé respuesta a una posible ruptura del tratado comercial más importante en el que participa, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
En agosto pasado, un día después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, durante las renegociaciones de dicho acuerdo, asegurara que existía la posibilidad de cancelarlo, el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, aseguró que México contaba con un “Plan B”, el de exportar a otros mercados distintos al vecino del norte. Y es que conforme han pasado las rondas de negociaciones, cada vez se desdibuja más un escenario en el que los tres países continuarán bajo este tratado comercial.
Los pronósticos y las expectativas al respecto se han convertido en algo común durante los últimos tiempos. Robert Zoellick, ex representante comercial de la Casa Blanca y ex presidente del Banco Mundial, asegura que hay 50% de posibilidades de que Estados Unidos se levante de la mesa de negociaciones del TLCAN.
Por su parte, hace apenas unos días, Paul Krugman, el premio Nobel de Economía 2008, en una visita por México, aseguró que en la negociación, las demandas estadounidenses han sido “píldoras venenosas” —por ejemplo, que el tratado tenga que renovarse cada cinco años—, sin embargo, que el tratado se cancele tiene 25% de probabilidad. Krugman explicó que hay dos posibles escenarios. Uno suave, en el que las reglas de Organización Mundial del Comercio serían las que entrarían a regular la relación comercial entre ambos países; y otro, duro, en el que Trump decidiera imponer aranceles elevados a las importaciones mexicanas. En el caso de que México saliera del tratado, el Nobel augura que el país, si bien va a sobrevivir porque ha adquirido muchas habilidades durante los últimos 30 años, va a quedar más pobre de lo que ya es.
¿Las empresas mexicanas se verían seriamente dañadas? Las que exportan a Estados Unidos y para las que representa una gran parte de sus ganancias, podrían verse frente a un escenario de menor competencia en el caso de que Estados Unidos estableciera aranceles alto a las importaciones, porque tendrían que trasladar este arancel a sus consumidores finales (los estadounidenses) con lo cual, a su vez, podrían verse amenazados frente a su competencia.
Sin embargo, la afectación podría ser mucho menor a lo que se anticipa. “La salida del TLCAN sí tendrá un efecto negativo en la economía mexicana, pero como lo indican nuestras estimaciones, éste será mucho menor a lo que la mayoría de los analistas anticipa”, sostiene un análisis de CIBanco a propósito de la salida del TLCAN. ¿Por qué? Principalmente porque una gran parte de los aranceles están en cero, por lo que el impacto en las exportaciones mexicanas a ese país sería bajo, explica CIBanco. Esto, por supuesto, que la salida de este tratado se haga en el escenario “suave” que anticipa Krugman.
Así, es importante hacer lo que no se ha hecho durante décadas: Apostar a la diversificación, así como apuesta cualquier inversionista para disminuir el riesgo de tener “todos los huevos en una canasta”; para no tener que depender de un sólo comprador.
“Por muchos años, antes de la entrada de Trump, sólo veíamos al mercado estadounidense como el objetivo y la meta principal y estábamos descuidando al resto del mundo con quien hemos celebrado tratados. Hemos perdido esa visión de voltear a ver hacia el sur, hacia Europa o hacia Asia”, explica Orly Manjarrez, especialista de La Salle en Comercio Exterior. México tiene acuerdos comerciales con 43 países, los cuales, independientemente de que algunos tengan que modernizarse, le proporciona el piso necesario para lograr esta diversificación.
El gobierno mexicano se encuentra hoy en vías de modernizar el tratado comercial que se tiene con la Unión Europea, así como en trabajar en las relaciones comerciales con Argentina y Brasil, por ejemplo.
Más allá del lado negativo que tendría una posible salida del TLCAN, es posible verle el lado de oportunidad, coinciden los especialistas. “Es salir de nuestra zona de confort”, explica la especialista de La Salle. Lo más deseable será generar oportunidades a partir de la crisis.
Dejar de ver como socio inmediato a Estados Unidos implicará un esfuerzo adicional a la tarea de exportar. No sólo por la lejanía —que implica mayores esfuerzos de logística y en consecuencia, mayor gasto y menos margen— sino porque ante la necesidad de exportar a lugares más lejanos y con distintas y muy particulares reglas de importación, las empresas mexicanas tendrán que enfrentarse a la necesidad de reducir costos y ser más competitivos.“Nos hemos acostumbrado a la cercanía geográfica que tenemos con Estados Unidos. No es lo mismo cruzar la frontera que irnos más lejos y cruzar todo un océano, pero esto nos va a ayudar a mejorar nuestra competitividad”, explica la profesora de La Salle.
Guajardo toma un ejemplo para explicar la dificultad que representará cambiar de fronteras. “Si mañana tuviéramos que internar granos y oleaginosas a un mercado diferente al estadounidense, podemos recurrir al mercado de Sudamérica, de Brasil y de Argentina, pero, ¿Cuál es el problema? Tenemos 20 años de traer granos por ferrocarriles. Necesitaríamos de ustedes para la logística de transportación marítima y de internación de puertos para la cadena nacional de distribución”, aseguraba ante profesionales de logística en agosto pasado.
Este escenario plantea la necesidad de una reconfiguración en las cadenas de distribución, lo cual representa un plan a mediano plazo del cual habría que asumirse el costo.
Mejorar la competitividad representa reducir costos, mejorar la calidad de los productos e incrementar la satisfacción del cliente, por mencionar algunas acciones necesarias.
Una tarea que desde hace varios años ya era necesaria pero en la que México no ha tenido tan buenos resultados, sino que más bien, se ha estancado: En el Índice de Competitividad de 2017 del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), el país ocupa el lugar 51, el mismo que ocupaba el año pasado. En 2015 se situó en la posición 57. El país avanza pero a un ritmo relativamente lento con respecto a otras naciones, de acuerdo con el WEF.
Precisamente por todo este contexto es importante considerar nuevos mercados como opción. “Es salir de nuestra zona de confort. Y hacer las cosas de manera diferente siempre va a dar miedo”, asegura la especialista. La realidad es que no va a ser fácil, por muchos factores.
Asimismo, representa la necesidad de que los empresarios mexicanos estudien los distintos aspectos del mercado al que estarían pensando diversificarse, en todo lo relacionado con regulaciones arancelarias y aduanales pero también incluso en cuestiones que tienen que ver con la manera de negociar de cada país.
Pero no es el único aspecto, sino que hacerlo seguramente va a costar más.
Ante este panorama, ya hay varios esfuerzos que se están haciendo desde varios frentes. Entre éstos se encuentra el de la Asociación Nacional de Importadores y Exportadores de la República Mexicana, el cual explora actualmente mercados como el de Medio Oriente —Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Kuwait— y el latinoamericano. ProMéxico, la agencia de inversiones mexicana, también está en este camino al buscar junto con Aserca fortalecer las exportaciones mexicanas en mercados como Medio Oriente, Asia, África y Oceanía.
“Es necesario quitarnos los miedos, a lo mejor dar las primeras veces ciertas concesiones o considerar que no vamos a ganar lo que estábamos acostumbrados, pero a largo plazo es algo muy rentable. Si logramos hacer ese cambio de mentalidad, vamos a poder conquistar nuevos mercados”, asegura la especialista de La Salle.