El mensaje del PIB es claro: la economía aún se encuentra en una fase de bajo crecimiento que claramente afecta al empleo. No sólo es que durante el segundo trimestre del año la economía solamente haya aumentado 1.6%, la cuestión es que ello se sigue reflejando en un debilitamiento del mercado laboral.

El incremento del desempleo durante el mes de julio es el primer indicativo de que la debilidad económica continuará en el mercado interno. El consumo y la inversión doméstica seguirán viviendo una dinámica poco favorable, lo cual inhibe que puedan contribuir a la mejora de la economía nacional.

Para alcanzar el crecimiento de 2.7% esperado por el gobierno para todo el 2014 México debería contabilizar un 3.8% de aumento durante el segundo semestre del año. Evidentemente que ello requiere que todos los sectores productivos mejoren su desempeño. No depende solamente del gasto de gobierno o de las exportaciones, en realidad se requiere que el mercado interno alcance mejores resultados, una expectativa poco creíble cuando se observa que el desempleo aumentó en julio y que el consumo privado creció únicamente en 1.4% durante los primeros cinco meses del año.

El tema laboral es un elemento a destacar, la tendencia de la desocupación volvió a incrementarse durante julio. De ello se infiere que los mexicanos seguirán enfrentando serias dificultades para encontrar un empleo. Una cuestión adicional se refiere al hecho de que la gente ocupada está consiguiendo trabajo, pero lo está haciendo en rangos de salario que fluctúan entre dos y tres salarios mínimos: en lo que va del año se ha registrado un retroceso en el rango de empleos que pagan más de tres salarios mínimos.

Derivado de lo anterior no es de extrañar que el PIB de servicios solamente registre un incremento de 1.9% durante el primer semestre del 2014. Una de las razones fundamentales radica en la debilidad del comercio al por menor, lo cual a su vez se encuentra vinculado a la caída de la masa salarial, es decir, de lo que en conjunto se paga a los trabajadores y empleados, y que al final del día explica los bajos niveles de bienestar y consumo que el país enfrenta.

Además estos resultados muestran que los choques externos, como los efectos climatológicos en Estados Unidos a comienzos del presente año, no constituyen el problema de fondo para la economía del país, la persistente desaceleración se debe a problemas estructurales de productividad, falta de inversión e inequidad en la distribución de la riqueza.

Así también, el mayor gasto de gobierno tampoco ha sido un factor que impulse a la economía y que por lo tanto transfiera el incremento de los recursos que percibe el sector público, debido a las medidas de reforma fiscal, hacia actividades productivas y de generación de valor agregado que dinamice el sistema económico. En el corto plazo, la esperada recuperación atribuible al mayor gasto de gobierno en infraestructura ha quedado limitada por la ausencia de un vínculo real y sólido con las necesidades productivas del sector privado. Para el segundo semestre del año eso no cambiará, por lo que se deberá modificar la estrategia para garantizar la recuperación económica en el 2015.

En unos días el gobierno federal presentará su escenario macroeconómico para el 2015, el cual estará precedido por un crecimiento económico inferior al esperado para este año. La herencia de un bajo desempeño productivo solamente podría ser contrarrestada por flujos de inversión privada dirigidos al sector energético. El desafío para las finanzas públicas es realizar una estimación realista de los mismos, y de cómo incidirán realmente en la economía.

A fines del año se realizará la encuesta a los hogares de donde se deriva la cifra de pobreza por ingresos, es decir, si los mexicanos viven bien sin la ayuda del gobierno. Los resultados se mostrarán en 2015, y con ello se verá la necesidad de acelerar el progreso económico de una población que vive una fuerte precarización laboral.

*Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico

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