Es un hecho: regresar a la oficina no ha sido ni será fácil. Después del terremoto del pasado 19 de septiembre, nadie será el mismo. Todos estamos afectados de una o de otra manera. Hay quienes perdieron el hogar o tuvieron lesionados. Pero haber vivido el terremoto es suficiente para que tu vida nunca más sea igual.
Ante la crisis, viene el trauma. El terremoto trajo bajo el brazo además de muerte, secuelas sicológicas entre quienes lo vivieron. Los sicólogos le denominan estrés postraumático y consiste en síntomas desde fisiológicos hasta emocionales y sociales. Todos somos susceptibles, y para el día de hoy, es muy probable que sufras alguno de sus síntomas.
De acuerdo con estimaciones de la UNAM, la mayoría de la población que vivió el temblor pasado experimentará o padece síntomas de estrés postraumático.
Si sientes que vives una y otra vez ese momento, tienes pesadillas, o reaccionas mal ante situaciones que te recuerdan lo que pasó; te sientes apático e indiferente a lo que pasa; estás alerta y temes que volverá a suceder o no te puedes concentrar o te sientes culpable por haber salido ileso mientras que otros perdieron la casa o la vida, es casi seguro que lo estás sufriendo. No te alarmes de más. Es completamente normal sufrirlo después de un evento como un desastre natural, violación, guerra o accidente automovilístico. O un terremoto como el del 19 de septiembre pasado a las 13:14 pm que cobró la vida —hasta ahora— de 325 personas. La buena noticia es que va a pasar después de un tiempo, si le das espacio para resolverlo.
Si volviste al trabajo o si estás a punto de hacerlo, no te la estás pasando bien. Y es que mucho se perdió ese día, no sólo en vidas y en daños, sino en nuestro interior.
“Un elemento que todos tenemos que recuperar es la confianza y la seguridad. Es necesario en estos momentos elaborar el daño”, explica el sicoanalista Andrés Ize.
Procesar todas las emociones que nos siguen desbordando en distintos momentos del día. Concluir este proceso para que nuestra vida vuelva a la supuesta normalidad. Cada uno tiene una forma distinta de enfrentar el trauma en función a la angustia que ésta le produce. Es un hecho que todos estamos afectados y lo afrontamos de forma distinta.
“Nunca es igual en nadie. Habrá quien en función de la angustia que provoca el trauma se volcará en las calles o habrá quien tenga una actitud más reservada y apoyará en momentos de menos urgencia. Hay para quien está bien que su trabajo siga porque tiene que seguir subsistiendo”, asegura el siconalista.
En estas situaciones es común sentirse culpable porque salimos ilesos mientras otros tuvieron una pérdida muy fuerte, tan fuerte como la vida. “¿Por qué a él y no a mí? ¿por qué no ayudé a tal o cual persona? Es importante evitar este tipo de conjeturas, concéntrense en sus propias organizaciones familiares para prepararse ante cualquier otra crisis. Fue algo sorpresivo y tenemos que ser amables con nosotros mismos”, asegura Adriana Ortiz, sicoanalista de la Fundación APTA.
Sea como sea, nos tenemos que dar tiempo para elaborar el daño y partir de ahí para seguir construyendo. El lugar de trabajo es una parte esencial para nosotros como individuos, así que recuperar la confianza es un proceso al que hay que darle tiempo y espacio.
Una forma de iniciar es hablándolo. Hablar permite procesar estas experiencias de una manera más rápida. Es importante que no se evite este tópico en la conversación, sino que las veces que sea necesario, se saque este tema a colación, porque de esta manera todos obtendrán más claridad de lo que pasó.
Es normal tener miedo después de haber vivido algo así, ya que es una “reacción normal de protección” ante un evento de peligro, tal como lo fue éste. “Cuando nos vemos sujetos a amenazas, o a situaciones impredecibles e inmanejables, hay reacciones que pueden considerarse ‘normales’, porque tienen la función de protegernos”, explica la UNAM en un comunicado.
Una forma que también ayuda a otros y a nosotros mismos a procesar la experiencia es escuchar a los demás. “Necesitamos entender la diversidad de experiencias que tuvimos todos”, recomienda la especialista. Además, hoy es el momento de darle un peso especial a pasar tiempo con la familia, ya que hacerlo es algo que ayuda a procesar el duelo y a construir a partir de ahora.
Otra recomendación para ir digiriendo esta experiencia es no sobreexponerse a noticias del tema. Si bien es importante estar informado, tampoco abona estar pegado largas horas ante información al respecto, porque retrasaría la recuperación.
Es esencial poner atención a esta proceso de elaboración del duelo porque si no se hace, puede convertirse en algo crónico. Según estimaciones de este especialista de la UNAM, 20% de las personas que sufren este trastorno, pueden persistir con esta condición hasta por 20 años. La edad y las redes de apoyo que se tengan ayudan a superarlo, pero en general hay individuos a los que les cuesta más trabajo.
Aquí hay un mensaje directo para los hombres: Es importante desahogarse. Por cuestiones de género persiste entre algunos la creencia de que “los hombres no lloran”, pero es importante sacar estas emociones porque no hacerlo puede traer consecuencias emocionales negativas, de acuerdo con la sicoanalista.
“Si estás solo vas a angustiarte más así que apóyate en tus amigos o en tus colegas”, aconseja la psicoanalista. En esto se incluye a tus compañeros de trabajo.
Busca la convivencia, la confianza y la empatía con los otros, porque esto te ayudará no sólo a ti sino al resto a superar esta situación.
Probablemente no has podido dormir bien y hoy más que nunca, vale más la pena que lo intentes, porque esto va a ayudarte a reponerte rápidamente de estos síntomas.
“En la primera etapa del estrés postraumático los afectados deben dejar que su organismo descanse. El sueño fisiológico es el antídoto contra esta sensación, y aunque mucha gente sufre alteraciones a la hora de dormir, es importante que intente descansar porque eso permite al organismo recuperarse y resistir los síntomas del síndrome”, recomienda Benjamín Domínguez, el académico de la Facultad de Psicología.
Si lo necesitas, hay varias instituciones que brindan apoyo psicológico ante esta crisis. Entre éstas la Sociedad Psicoanalítica de México, la cual dispone de dos líneas gratuitas para intervención de crisis: 5560915012 o al 5560716752. También la Facultad de Psicología de la UNAM pone a la disposición del público estas dos líneas 4161-6041 y 5622-2288, para atender todo este tipo de situaciones.
Y ojo con esto. Si tus patrones te están obligando a trabajar en un edificio dañado, denúncialo. La Red en Solidaridad con los Trabajadores en Riesgo —una iniciativa creada por estudiantes de la UNAM y la UAM— diseñó un formulario a través del cual puedes denunciar de manera anónima. Ellos se encuentran haciendo un mapa de riesgo de la CDMX de todas aquellas empresas que están incurriendo en estas prácticas, con el objetivo de presionar a las autoridades para que realicen las revisiones correspondientes.