Fernanda tardó más de seis meses para abrirse sobre su sexualidad en la empresa de prestación de servicios de comunicación en la que trabaja. “Yo salí del clóset primero sólo con compañeros cercanos y eso después de mucho porque comenzamos a salir fuera de la oficina y yo invitaba a mi novia”, explica a través de mensajes de texto mientras se encuentra en el gimnasio y pasa el tiempo para entrar a su turno de la tarde.
Poco después, llegó la oportunidad de abrirse, ya no sólo con sus amigos cercanos del trabajo, sino con todos en general, porque se casó uno de sus superiores y la invitaron a la boda. “Como su mujer era mi jefa y amiga, me dio boleto para ella también, y ahí todo el mundo se enteró. No nos besamos ni nada, pero era obvio”, cuenta. ¿Qué hacían sus compañeros? Sólo se les quedaban viendo. Pero lo que se ve no se pregunta y nadie le hizo ningún comentario al respecto.
A partir de ahí, tratar este tema fue de lo más normal en la oficina. Nunca se ha sentido discriminada y más bien el entorno de trabajo es propicio para la diversidad.
Sin embargo, esta apertura no se dio sin un poco de temor. “No quería que comenzaran los chismes y tenía muy bien establecido que mi vida personal estaba afuera del trabajo, me daba nervios, era algo muy personal, pero al final haces comentarios y si no los haces es como esconderte. Inevitablemente lo haces”, asegura. Primero dijo que tenía novio, luego aclaró que tenía novia. El nombre fue cambiado, pero el caso es real y demuestra las dificultades que representa esta situación para la comunidad LGBTTTI (lésbico, gay, bisexual, transexual, travesti, transgénero e intersexual).
No es que las personas tengan que gritar su sexualidad en el lugar de trabajo, pero es que el día a día obliga a los colaboradores a sincerarse —aunque sea un poco— con los otros.
Todos revelan aspectos de su vida en el lugar de trabajo, ya sea a través de imágenes de la familia en el escritorio o en conversaciones casuales con los compañeros, las cuales hacen referencia a la historia personal, explica un estudio de la Human Rights Campaign, el mayor grupo de presión a favor de la comunidad LGBT en Estados Unidos, titulado The cost of the closet and the rewards of inclusion.
¿Qué pasa si los miembros de la comunidad LGBTTTI no se abren? “Durante el curso de un día de trabajo casi todas las personas son orilladas a revelar aspectos de su vida y de lo que son, y no hacerlo puede aislar a una persona y erosionar las relaciones que se tienen con compañeros de trabajo y gerentes”, sentencia el estudio.
De acuerdo con esta medición, más de la mitad de profesionales en Estados Unidos esconde quien es en su lugar de trabajo.
En México, la cifra más preocupante. Sólo uno de cada cuatro siente que puede “salir del clóset”, de acuerdo con un estudio realizado por Out Now Consulting, una empresa de marketing dedicada a este segmento.
“Esta nueva investigación hecha en México nos muestra que cuando un empleado está fuera del clóset con todos sus compañeros del trabajo, hay una mejora de 21% en ellos, sintiendo que sus colegas los tratan como a un miembro valioso dentro del trabajo. Hay una mejora de 9% en la intención del empleado en quedarse con su empleador actual y eso ahorra el dinero de contratar a nuevos empleados”, explica Ian Johnson, Ceo de Out Now, de acuerdo con un boletín realizado por LGBT Confex, un foro internacional que reúne a empresas y proveedores que han apostado por este mercado. En México, hay esfuerzos en este sentido, por ejemplo, la iniciativa Pride Conection, la cual agrupa a varias organizaciones como Accenture, Cinépolis, Microsoft, PayPal, Gayosso, y otras, en la búsqueda del fortalecimiento y fomento de mejores prácticas en este grupo. Incluso en el desfile con motivo del Orgullo LGBTTTI del sábado pasado, empresas como Cabify y Google, desplegaron utilería y carros promoviendo la diversidad.
Sin embargo, el miedo persiste en México. Según la Primera Encuesta Nacional sobre Homofobia en el Trabajo, 55% asegura que nadie o pocos compañeros de trabajo saben de su orientación sexual o identidad de género, debido a que “la mayoría teme que, al salir del clóset en el trabajo, puedan ser víctimas de burlas o discriminación”, sostiene este estudio. Y es que 35% ha sido víctima de algún tipo de discriminación en su lugar de trabajo, a 20% le han preguntado sobre su orientación sexual o identidad de género antes de ser contratado y a 14% se le ha negado un empleo a causa de su orientación o identidad.
Tener que esconder y fingir ser alguien que no se es, debido a un ambiente laboral no inclusivo y proclive a la diversidad cuesta y cuesta mucho. “Ocultar la sexualidad es tener que ocultarse y no puede ser sin consecuencias. Lo mismo ocurre con cualquier persona sin importar cuál es su preferencia o cómo esté fraguada su identidad, si tiene que vivir ocultando siempre estará tensa y disminuida”, explica el sicoanalista Andrés Ize.
No sólo los afecta a ellos, debido a la frustración y a la energía que pierden pretendiendo ser alguien que no son, sino también a las organizaciones en cuanto al compromiso que pueden generar entre sus empleados, por mencionar sólo uno de los perjuicios.
Cuando no hay diversidad
Una encuesta realizada por OUTstanding, una empresa especializada en talento diverso en el Reino Unido, encontró que los ambientes no inclusivos tienen un impacto negativo entre sus empleados y pueden dañar la productividad. Los colaboradores pierden de distintas formas. 80% de los encuestados cree que la gente que no está abierta en el trabajo daña su confianza, 86% piensa que los deja aislados de sus colegas y 86% piensa que el miedo de estar “fuera” causa ansiedad.
“La percepción es que es más seguro quedarse en el clóset si quieres llevarla bien en el trabajo”, sostiene Suki Sandhu, Ceo de OUTstanding, en un comunicado, y asegura que es vital que los que se encuentran en posiciones de liderazgo usen su influencia para comunicar la importancia de ser auténtico en el trabajo para que aquellos que se encuentran en las posiciones medias se sientan más cómodos, se desempeñen mejor e impulsen a su vez a los que están debajo suyo.
Lo que es un hecho, es que ninguna empresa debería perder talento ni compromiso de sus empleados debido a su cultura, en la que debería prevalecer el respeto a la diversidad.
Una investigación de la Human Rights Campaign, arroja productividad perdida cuando los empleados permanecen en el clóset, debido a lugares de trabajo que no aceptan la diversidad. 35% se siente comprometido a mentir acerca de sus vidas personales, por lo que gastan tiempo y energía escondiendo su identidad, lo que hace que se sienta distraído (30% lo siente) del trabajo.
“En el caso de la comunidad LGBTTTI hay un peso añadido al ocultamiento: la tensión respecto a la norma que determina cómo deberían de ser tanto las identidades como el ejercido de la sexualidad”, explica el sicoanalista. Tanto la identidad heterosexual como la actividad sexual heterosexual han sido agrupados “bajo la rúbrica de la heteronormalidad”, por lo que en general, éstas son interpretadas como “naturales”, lo cual hace que esta comunidad salga de la norma, asegura.
Así, a este grupo se le orilla a estar oculto. Por desgracia, no sin daños al individuo. “Las consecuencias van efectivamente desde la baja de energía, es decir, un estado de animo disminuido, inhibido, hasta la depresión o la terminación de la relación laboral. Vale decir que en estos tiempos, en donde la norma es la sobre exigencia, quienes además tienen que ocuparse de ocultarse son mucho más proclives a alcanzar el burn out, síndrome que incluye fatiga crónica, ineficiencia y negación del evidente deterioro de la persona”, asegura.
En ambientes laborales que no son diversos, el perjuicio no sólo es para ellos, sino para todos.
“Si el ambiente laboral está cargado con discriminación o cualquier tipo de violencia incidirá negativamente no sólo en quien recibe el maltrato sino en todos los que lo rodean y son testigos del mismo. No podrán confiar en la empresa, no podrán trabajar en equipo con soltura y lo que es más grave aún, creerán que el crecimiento dentro de la empresa esta condicionado a factores asociados a la identidad y no al mérito”, sostiene Andrés.
Por desgracia, todavía es difícil que la sociedad asimile toda la gama de la sexualidad humana y que se “integre que lo masculino y lo femenino son sólo dos extremos de un abanico inmenso de lo que es la sexualidad”, explica Rodrigo Peniche, sicoanalista y sicólogo laboral de la UNAM.
“Es necesario que lo primero que hable por ti sea tu trabajo, los resultados que entregas a la organización”, asegura. Aspectos como la sexualidad y la vida privada sólo deben compartirse primeramente con el círculo más íntimo, opina.
“Lo importante es que estés bien contigo mismo y con tu pareja, que lo divulgues o no, en esta sociedad que construimos tendría que pasar a segundo plano”, asegura Peniche.