Existe una nueva clase de emprendedores que no crean negocios para vender productos y servicios en aras de una jugosa rentabilidad. En realidad lo que buscan es encontrar nuevas formas para atender los problemas de la sociedad, en terrenos que antes eran exclusivos del asistencialismo público o de organizaciones filantrópicas. En el país la presencia de los emprendedores sociales en el mercado está en pleno crecimiento.

Las iniciativas de emprendimiento social incluyen, por lo menos dos objetivos básicos, a saber: económicos, porque la actividad debe guardar niveles de eficiencia que garanticen la viabilidad del negocio; y desde luego sociales por contemplar la inserción de colectivos con riesgo de exclusión. En este sentido, a diferencia del resto de los emprendedores es que, los fines sociales son su propósito fundamental. Por lo que, la creación de empleo y la mejora de la calidad de vida de los beneficiados están en el corazón de estas iniciativas, en una palabra en la superación de la pobreza.

El proceso de creación de una empresa consta típicamente de 3 fases: gestación: que es la etapa de identificación de posibilidades para crear un negocio, a través de la satisfacción de una necesidad u detección de una oportunidad que dispara el proceso; creación: que corresponde al periodo en el cual se analiza la viabilidad de la idea, y a partir de dicho análisis, se decide si se pone en marcha; y consolidación: que engloba los primeros dos años de existencia de la empresa recién creada y en los cuales afrontan los problemas del desarrollo de actividad empresarial.

De acuerdo al marco de reflexión que se ha hecho sobre el tema (memorias del IV Seminario Internacional sobre Emprendedurismo e Innovación Social) a pesar de que las políticas públicas –generalmente– se enfocan a las dos primeras fases, el del análisis de la idea y la puesta en marcha, el tema de aceleración es crucial para el éxito empresarial; es aquí, donde la red de apoyo público/privado a las personas emprendedoras tiene una ventana de oportunidad, ya que en estas primeras etapas el acompañamiento luce indispensable.

La nueva generación de empresarios sociales recurre a enfoques del mundo comercial, pero buscan emplear tecnologías para solucionar problemas del desarrollo y ambientales. Este emprendedurismo que se orienta a la generación de cohesión social ha encontrado áreas de gran problemática social como: salud, educación, cambio climático, desarrollo territorial, entre otras, que demandan atención urgente.

De hecho se ha observado que se genera un nexo entre “emprendisaje social” y el desarrollo local, porque las iniciativas se aplican a actividades sociales para atender las necesidades básicas para la supervivencia; asegurar la distribución de recursos escasos entre los necesitados; desarrollar actividades sostenibles y respetuosas con el medio ambiente; y adaptar tecnologías en pro de necesidades e infraestructuras locales.

El emprendedurismo social, sin embargo, tiene retos que afrontar, adicionales a los ya comentados de la falta de más apoyo en la etapa de consolidación, como por ejemplo lo son el acceso al financiamiento y los largos trámites burocráticos que son objeto en este tipo de proyectos.

La figura de estos emprendedores en el mercado mexicano, ha explosionado, ya que se estima que en los últimos cinco años su presencia aumentó en 57%, dándole un nuevo cariz a la política nacional (eleconomista.mx).

Asoka ha sido un gran promotor de esas iniciativas, que junto con empresas de la talla de American Express, Microsoft, BBVA Bancomer, Santander, entre otras, mediante alianzas estratégicas ha podido ayudar a este tipo de emprendedores a denotar y financiar sus proyectos.

También la REdUNes, que responde a la Red Latinoamericana de Universidades por el Emprendedurismo Social, creada en 2011, que desde entonces, favorece la promoción, difusión y sensibilización del emprendedurismo social, constituye además un ámbito para la cooperación regional de nuevos aprendizajes, investigaciones y buenas prácticas.

Recientemente el lanzamiento del programa “Posible” entre fundación Televisa y Nacional Monte de Piedad para la detección de proyectos sociales, capacitación de emprendedores, incubación y seguimiento, representa un esfuerzo muy serio en la detonación de iniciativas sociales en el país.

Sin duda la tarea de sensibilización y formación del espíritu empresarial en estos ámbitos dirigidos sobre todo a colectivos específicos como: jóvenes, mujeres, desempleados etc. constituyen una poderosa fuerza para la creación de este tipo de empresas y de impulso a la innovación social en áreas que inciden en el desarrollo nacional.

* Es coordinadora de la Maestría en Economía y Negocios y directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México Norte.

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