Al enumerar cifras a escala global, México parecería un país desarrollado. Es la economía número 15 de acuerdo con su PIB (según datos del Banco Mundial) y la segunda más grande en América Latina. Entonces, ¿Por qué más de 50 millones de mexicanos se duermen y se levantan sin tener nada que llevarse a la boca? A primera vista el problema puede parecer la pobreza. Pero la realidad es que el país no es precisamente pobre.
El verdadero monstruo se encuentra en la forma en la que se genera esta riqueza y en consecuencia, en qué manos se concentra. Al entender la manera en la que esto sucede, será fácil entender por qué es casi imposible que alguien que nació pobre salga de su condición.
“Al hablar de desigualdad, no hablas sólo de los pobres, sino también de la riqueza, y de cómo esta riqueza se genera”, explica Ligia Alvarenga, subdirectora ejecutiva de Oxfam México, una organización no gubernamental que se ha dedicado a estudiar y a buscar erradicar la pobreza desde hace décadas.
Pero no sólo Oxfam México, sino distintos organismos a distintos niveles coinciden en que cada vez hay más riqueza en México, pero también cada vez se concentra en menos manos.
Los recursos en conjunto de los cuatro mayores multimillonarios mexicanos ha pasado del equivalente de 2% del PIB en 2002 a 9% en 2014, según cifras de Oxfam México. Y en la pobreza cada vez caen más personas. Según cifras del Consejo Nacional para la Evaluación de la Política Social (Coneval), entre 2008 y 2014, aumentó la pobreza para pasar de 44.3% a 46.2%, el equivalente a 55.3 millones de personas. La razón dada por el organismo fue la crisis económica, pero la realidad es que la pobreza es un problema en México desde hace décadas.
Es decir, que más de 50 millones de mexicanos se duermen y se despiertan sin tener qué comer; mientras, Carlos Slim (Grupo Carso), Germán Larrea (Grupo México), Alberto Baillères (Grupo Bal) y Ricardo Salinas Pliego (Grupo Salinas), amasan fortunas equivalentes a 9% del PIB mexicano.
En consecuencia, el país es el segundo más desigual —después de Chile—, de acuerdo con cifras de la OCDE.
Pero no se trata sólo de que ellos sean ricos y más de la mitad de la población pobre. Sino que el problema es más complejo que eso. Esta acumulación de riqueza denota algo más allá: Que el poder político ha trabajado para que ellos se hagan más ricos cada vez, y ha dejado de lado a los que realmente necesitan de políticas públicas, es decir, al resto de la población.
“Esta concentración de la riqueza en pocas manos, también refleja una concentración en el poder político en donde las políticas públicas que se generan, se deciden y se deciden favorecen a este grupo de poder contra favorecer los intereses de toda una nación”, explica Ligia.
Mientras los ciudadanos pagamos impuestos “como si estuviéramos en un país de primer mundo”: 16% de IVA, 35% de ISR, predial, impuesto por comprar vehículos y además impuestos por tenencia vehicular, a la gasolina, a la nómina, por inscripción al IMSS, Infonavit y un largo etcétera, (enumera el investigador de la UNAM, Miguel Carbonell en su última columna de opinión), el Servicio de Administración Tributaria condona impuestos por más de 15 mil millones de pesos a unas cuantas empresas.
Fundar realizó un análisis en el que encontró que a sólo 15 personas morales se les canceló un monto superior a los 15 mil millones de pesos. El nombre del análisis de Fundar señala en sí una realidad existente: “Privilegios fiscales. Beneficios inexplicables para unos cuantos”. Esta organización —una de las más reconocidas en la materia— asegura que para que los beneficios fiscales dejen de concentrarse en unos cuantos, se necesita que las autoridades empiecen a explicar sus decisiones y establezcan controles para impedir que a quienes más recursos tienen se les perdonen y cancelen “injustificadamente” sus impuestos y adeudos fiscales.
Una relación estrecha
Y es que la relación entre el sistema político y la economía son muy estrechos. Un informe de Oxfam México, señala que “la riqueza puede apropiarse de los procesos de elaboración de políticas públicas y manipular las leyes en beneficio de quienes más tienen, normalmente en detrimento del resto de la población”. La condonación de impuestos es sólo una clara muestra de estas políticas públicas que favorecen a los más ricos.
Pero también está la entrega de concesiones a empresas para la explotación de ciertas industrias. Tan sólo en el área de minería, la Comisión para el Diálogo con los Pueblos Indígenas de México ha documentado que en los sexenios de Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón, se entregaron 43 mil 675 concesiones mineras a empresas nacionales y extranjeras, muchas de ellas en territorios ancestrales y sin el consentimiento de los pueblos indígenas.
Uno de los hombres más ricos —y que busca tener el más bajo perfil posible— Germán Larrea, ha hecho su fortuna, entre otras, en esta industria. Lo que esta Comisión argumenta es que estas concesiones fueron entregadas sin rigor y otorgando muchas ventajas a estas empresas sin justificación alguna, las cuales permiten explotar los recursos naturales del país.
El origen de la desigualdad en México —en América Latina, pues la región es de las más desiguales del planeta— tiene varias teorías. Mientras que una sostiene que éste es muy antiguo y obedece a un patrón histórico gestado desde la colonia, en donde se generaron patrones de exclusión y discriminación; hay otros que sostienen que la desigualdad en la región realmente se generó a partir del siglo XX, debido a que no se realizó esta nivelación igualitaria que sí llevaron a cabo otras naciones industrializadas entre 1913 y 1970, según un estudio del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (Cemla).
Más allá del origen, México la sufre en muchos niveles. No sólo se puede hablar de desigualdad de ingresos, sino de que existen y conviven varias desigualdades. Entre mujeres y hombres, entre ricos y pobres, entre el norte y el sur del país.
La Visión General de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) señala que las desigualdades siguen creciendo en todos los estados y sectores, lo cual contrasta entre un México “moderno, muy productivo, que compite a escala mundial, ubicado principalmente en la frontera con Estados Unidos” y un México “tradicional, menos productivo, con empresas informales a pequeña escala”, ubicadas sobre todo en el sur del país.
En lo que a las mujeres se refiere, el abismo también es grande. Una mujer indígena que no habla español, está condenada en vivir y morir en la pobreza, “por esta situación perversa de discriminación y exclusión”, explica Ligia de Oxfam México. Un informe de la OCDE también da cuenta de que México también tiene una de las brechas más grandes entre hombres y mujeres ninis —jóvenes que no tienen ni empleo ni educación—, en la cual 35% forman parte de este grupo de población. “El sistema y el acceso a ejercer tus derechos como persona, no están disponibles para la mayoría de la población”, sostiene la experta.