De familia de textileros sirios y libaneses, Rafael Gali Flores y sus hermanos iniciaron hace 30 años un taller casero de camisas de vestir que vendían en el tianguis de San Martín Texmelucan en Puebla.

Todavía estudiantes universitarios sin capital ni equipos y tela prestada, este tianguis fue la plataforma de crecimiento, comentó el ahora director de Creaciones y Confecciones de Puebla. “Ahí empezamos a agarrar buenos clientes”, explica Gali.

Con la finalidad de satisfacer la demanda de una línea especializada de ropa de trabajo con características de alta calidad, “decidimos enfocarnos a una línea de ropa industrial que hoy nos permite mantenernos en un mercado con vaivenes pero con un futuro prometedor”, agregó.

De acuerdo con datos de la Cámara Nacional de la Industria del Vestido (Canaive), la fabricación de uniformes industriales y ropa de trabajo es una oportunidad de negocio poco explorada por los empresarios del sector, pues sólo 328 de las 8 mil 659 empresas nacionales que se dedican a la confección de prendas de vestir están involucradas en este nicho.

El empresario asegura que no ha sido fácil mantenerse como empresa pymes en un mercado con valor de 18 mil millones de pesos anuales, pues en los últimos seis años el sector ha perdido espacio por el ingreso de productos chinos.

“Falta equidad y si no hay control estricto sobre los productos asiáticos la industria textilera mexicana podría desaparecer”, explica la Canaive.

Sin embargo, Gali Flores tiene puestos los ojos en la industria aeroespacial y automotriz. “Ahí se está dando un crecimiento importante y seguramente van a requerir ropa de trabajo especial”.

Con 15 trabajadores directos y 80 más contratados con el esquema outsourcing, la empresa Creaciones y Confecciones de Puebla ahora denominada Uniformes Galihers tiene una capacidad instalada de entre 25 mil y 30 mil prendas mensuales y produce 18 mil prendas al mes, “lo que nos permite pensar en crecer y abarcar más mercado”.

En una planta de casi 2 mil 230 metros cuadrados se confeccionan desde uniformes industriales; escolares: hospitalarios: ropa de trabajo; bordados y estampados; batas; overoles; camisolas; pantalones; filipinas; chazarillas; cazadoras; camisa casual; playeras polo; playeras cuello redondo; pantalón tipo docker, de vestir o italiano, vaquero; chamarras; y, gorras.

Gali Flores sostuvo que también producen la línea de ropa escolar, “pero no la promovemos”.

El empresario detalla que las prendas de trabajo que usan operadores en las líneas de producción industrial tienen características específicas, ya sea el tipo de tela, costura, hilo o el diseño. En la mayoría de los casos, las empresas solicitan personalizar los uniformes con el nombre del trabajador y el logotipo de la compañía.

Indicó que los trabajadores de Pemex utilizan ropa de algodón con proceso de inifuego para evitar que en una explosión el uniforme no se prenda de inmediato, mientras que los empleados de armadoras como Ford usan pantalones de mezclilla sin botones metálicos para evitar daños en la pintura de las carrocerías.

Reconoció que las empresas de confección mexicana no están exentas de prácticas desleales de competidores que ofrecen prendas echas con telas chinas o de contrabando. “Esto nos ha pegado porque ofrecen precios muy bajos”.

Citó que algunos de sus principales clientes son: Volkswagen de México, Grupo TMM, Kimberly Clark, Tubos de Acero México, Grupo Celanese, Envases y Empaques de México, Linde Pullman, Pemex, Coca Cola, Pepsi y Jarritos.

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