Durante las últimas semanas, han resaltado las nuevas inversiones en México por parte de las armadoras de automóviles más importantes a nivel mundial. Por ejemplo, en este año, BMW anunció una inversión de mil mdd para una planta nueva en San Luis Potosí. Daimler-Nissan dio a conocer una inversión de mil 300 mdd en Aguascalientes —adicionales a los 2 mil mdd en la planta A2 recientemente inaugurada— para fabricar automóviles de lujo. Asimismo, está por confirmarse la inversión de mil 500 mdd por parte de KIA Motors en Nuevo León.

Al analizar la producción y las ventas mundiales de la industria automotriz por regiones en 2013, encontramos que Norteamérica es de las pocas que está incrementando su capacidad instalada con nuevas plantas, ubicadas principalmente en México.

El mercado regional —México, Estados Unidos y Canadá— en ese año superó las expectativas con ventas por 18.8 millones de unidades. Sin embargo, la producción interna se ubicó en 16.5 millones de unidades. Por lo tanto, el déficit para el mercado interno es de dos millones de unidades. Otras regiones, como Europa y Asia, cuentan con un superávit de producción sobre sus ventas, es decir, producen más autos de los que se venden localmente y el excedente es exportado, principalmente, a Norteamérica.

Al considerar los altos costos logísticos que implica importar un auto desde Europa y Asia, las principales armadoras se están viendo obligadas a fabricar en México para mantener sus márgenes. Además, la eficacia y la eficiencia alcanzada por las plantas mexicanas, en función de una alta utilización (eficacia) y la destreza artesanal de sus operarios capaces de producir hasta 65 unidades por hora (eficiencia), hacen la diferencia para competir en un mercado maduro en donde los márgenes se estrechan.

Por lo anterior, la fabricación en México para el mercado NAFTA es obligada, dadas las ventajas comparativas y competitivas que esta región ofrece. Debido a su ubicación geográfica estratégica, estabilidad macroeconómica, tratados de libre comercio con 45 países, bajos costos de operación y logísticos, aunado a una alta productividad, nuestro país logra alcanzar márgenes altos en un sector sujeto a una competencia feroz que, consecuentemente, lo está obligando a reconvertirse.

Desde luego, competir en el mercado de Norteamérica fabricando fuera de la región, no permite un alto grado de penetración, por lo tanto, en años próximos esperaremos nuevas inversiones que elevarán la capacidad instalada en México en más de 1 millón de unidades para 2020.

México es un país comprometido con el comercio global. Dada su apertura comercial, se ha convertido en un país que juega globalmente con costos altamente competitivos para alcanzar una manufactura de clase mundial. La decisión de Daimler de asociarse con el grupo Nissan-Renault para producir autos de lujo en Aguascalientes, así como las nuevas plantas de Audi en Puebla y BMW en San Luis Potosí posicionan a la industria automotriz mexicana en un sitio privilegiado para competir en la gama de automóviles Premium, en la cual, la ingeniería de vanguardia del diseño europeo o asiático se integra a la destreza artesanal de los operarios mexicanos para crear productos exportables que cumplen con los más altos estándares en calidad, cantidad, costo y tiempos de entrega.

Autos ensamblados en México con ingeniería de vanguardia, con alta tradición y una calidad artesanal, capaz de alcanzar la perfección, se posicionan como la mejor oferta en un mercado global.

*Profesor decano del área académica de Dirección de Operaciones de IPADE Business School.

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