Menos de dos gramos pesa el resto óseo que las autoridades mexicanas enviaron a la Universidad de Innsbruck, en Austria, para su identificación. Del proceso forense resultaría un nombre: Christian Alfonso Rodriguez Telumbre. Apenas visible al ojo, este suspiro de materia es una constancia de pérdida para la familia de uno de los 43 normalistas desaparecidos en Iguala, en 2014. Paradójicamente, es también la plataforma desde la cual, la investigación en el caso Ayotzinapa, ha dado un giro para revertir su añejo fracaso.
Desde hace cinco años y nueve meses, las familias de los desparecidos de Ayotzinapa han vivido a la búsqueda de la verdad. Por eso, esta certeza, a pesar de ser dolorosa, es también un triunfo.
Representantes de las organizaciones civiles que han acompañado a los familiares de los estudiantes, explicaron el tamaño del logro en una conferencia de prensa organizada el 10 de julio. Apoyaron este evento miembros del Centro de Derecho Humanos de la Montaña Tlachinollan, Centro Prodh, Fundar y Serapaz, organizaciones civiles y solidarias que hacen la diferencia en un país con un Estado de Derecho guango. Ahí, se reconoció el trabajo de personas y organismos internacionales. Mencionaron al Equipo Argentino de Antropología Forense, a la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y a los expertos internacionales que acudieron a México en nombre de la mencionada Comisión, también conocidos como el GIEI.
Por primera vez, escuchamos agradecimientos a funcionarios del Estado. Otro vuelco. Mencionaron así a Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos y presidente de la Comisión para la Verdad y el Acceso a la Justicia para el caso Ayotzinapa; a Omar Gómez Trejo, Fiscal Especial para la Investigación y Litigación para el caso Ayotzinapa de la Fiscalía General de la República. Finalmente, también mencionaron a César Chávez, quien fuese Visitador en la entonces Procuraduría General de la República.
Santiago Aguirre, director del Centro Prodh, resumió lo ocurrido en los meses posteriores al 26 de septiembre de 2014 : “El gobierno anterior encubrió la desaparición forzada y manipuló la investigación, para dar un cierre precipitado por motivaciones políticas que no dependieron de la prueba técnica y que recurrieron a la violación de derechos humanos, obteniendo declaraciones bajo tortura.”
Como explicaron los defensores reunidos el viernes pasado, los hallazgos de los restos de Christian, en un lugar distinto al repetido por la versión oficial, representa un hito en esta investigación criminal. Por primera vez, es posible derribar la crónica difundida por la administración de Enrique Peña Nieto denominada funestamente “La verdad histórica.” De ella, el grupo de expertos internacionales que analizarían el caso Ayotzinapa, diría que la única certeza que tenían era respecto de la gravedad de delitos cometidos por agentes del Estado, so pretexto de esclarecer los hechos que debían investigar.
Los logros que debemos hoy contar en el caso Ayotzinapa, están en el reconocimiento que hace la autoridad sobre la tortura cometida en contra de detenidos. Existe la admisión también de la manipulación de evidencia en el caso, dejando obstáculos casi irreparables para dar con la verdad. Además de las mea culpas, están también las acciones prospectivas dirigidas a detener a los entonces funcionarios responsables de todo esto.
Es un momento de justicia. Dos gramos de verdad pueden devolver la esperanza que sepultó, tantos años, una montaña de mentiras.