Dentro de las actividades del festival Oxímoron, un grupo de fotógrafos invidentes realizó una exhibición de toma de fotografías con la técnica de pintado con luz.
Al fondo del museo de la ciudad, se escuchaban risas acompañadas de los clicks de las cámaras manipuladas por Guadalupe Campos, Gerardo Morán y Miguel Ángel León, quienes tomaron imágenes de las esculturas, puertas y árboles del lugar.
De manera ansiosa, los tres fotógrafos invidentes esperaban la llegada de los chicos de Anjali Dance Company, una agrupación británica cuyos integrantes viven con discapacidad intelectual y quienes se encuentran de visita en Querétaro para participar en el festival Oxímoron.
Los bailarines portaban peculiares vestuarios a contraste con guantes y un corbatín rojo; ideales para destacar las fotografías que serían capturadas.
Al ingresar al auditorio todos se percataron de la obscuridad, un elemento que en ocasiones afecta la calidad de una buena toma, pero no en este caso, ya que los expertos comentan que mientras menos luz exista, mejor es el resultado.
“Vamos a tratar de hacer de dos a tres fotografías con una técnica mágica, que es perfecta para el fotógrafo ciego, podemos ver con las manos”, expresó Guadalupe, unos instantes antes de entrar en acción.
Solo faltaban unos detalles, la cámara profesional ya estaba colocada en el tripié, los chicos que fungirían como modelos tenían las instrucciones claras, “Por un par de minutos no se pueden mover, deben permanecer en la pose que el fotógrafo les indique”, se escuchó por parte de una joven del staff.
Las luces se apagaron, Miguel Ángel prendió una pequeña lámpara de mano, se escuchó un click de la cámara y el tiempo de exposición comenzó a correr. La primera bailarina realizó una expresión ruda en su rostro, tal como le indicó Miguel, entonces el encanto ocurrió.
Por medio de las manos el artista iba sintiendo la superficie del cuerpo que estaba retratando y poco a poco iluminaba cada parte; el rostro, los brazos, las piernas y por supuesto, el pequeño corbatín.
Durante un corto tiempo la sala se quedó en silencio total, únicamente se escuchaban esporádicamente las indicaciones del fotógrafo. La sesión concluyó, las luces regresaron y todos corrieron a ver el resultado, una perfecta imagen creada por los sentidos del tacto y el oído.
“Me encanta el resultado, es increíble. Me gusta que volvemos a ver por medio de este proyecto, todo el tiempo siento que estoy viendo y cuando me la describen me doy cuenta que sí es realmente lo que sentí con las manos”, comentó Guadalupe.
La mañana transcurría y los “brochazos de luz” se hacían notar cada vez más, los gestos y las poses resultaban más neutrales, y el proceso del pintado aceleraba su paso conforme a la práctica.
Para finalizar el interesante encuentro, todos los bailarines posaron frente a la cámara, uno a uno fue retratado, y como sello particular, los tres fotógrafos se iluminaron para quedar marcados en la imagen.
“Ahorita manejamos un solo estilo, pero podemos llegar a utilizar distintas intensidades de luces y diferentes colores. Por ejemplo, tengo una foto que me gusta y que incluso imprimí, es de un árbol en un lugar rumbo a Coroneo, la hicimos de noche; esa foto es abstracta, estuve iluminando el árbol internamente. Al revelarla, sale con tonalidades rojas y amarillas”, describió Miguel.
Oscuridad llena de luz
Los fotógrafos llevan colaborando seis años con el Buró Cultural y han participado desde la primera edición del Oxímoron.
Oxímoron es un festival inclusivo que busca mostrar el arte desde la discapacidad, en esta ocasión está dedicado a la danza.